martes, 4 de enero de 2022

Núm. 259. Bocigas de Perales

La primera vez que puse el pie en Bocigas de Perales fue por casualidad, la segunda la recuerdo de paso, y la tercera ha sido una visita a conciencia. No podía perder la oportunidad de dejarme impresionar otra vez por ese pueblo.

De la mano de mi amiga Lola, que tiene una habilidad especial para establecer contactos y abrir puertas, hemos recorrido ese camino desde nuestros pueblos respectivos hasta Bocigas por carreteras poco transitadas, pero que dicen mucho de estas tierras.


Farallones kársticos rojizos a lo alto y recortados en el horizonte

Hemos dejado a nuestra izquierda Cuzcurrita, pueblo abandonado de esta Ribera, con el esqueleto de su iglesia, las paredes de un lagar y las bodegas, casi de cuento, que se abren en la falda sur de la cuesta que protege el pueblo. Sí, bodegas al sur.

Arquivoltas de la portada de la iglesia románicaia
Aparcamos en la parte alta, al lado de una construcción modesta pegada a la roca, es el bar, uno de nuestros objetivos, pero está cerrado. Los otros dos son visitar la iglesia y conseguir lotería, que reparte el encargado del bar, así que bajamos hacia el centro del pueblo, a ver si hay suerte con el segundo de nuestros propósitos.
 
En llegando al pueblo, que está más cerca de lo que parece -las rayas de los mapas suelen ser engañosas-, Lola conduce segura hacia la parte alta. Al pasar por delante de las bodegas, recuerda que otra vez que estuvo había un señor en una de ellas elaborando vino. Los farallones kársticos rojizos, que dan carácter al pueblo, nos vigilan.
Todo el pueblo parece dormido, y así es. Ha desaparecido de la puerta de la iglesia   a el número de teléfono al que hay que llamar para las visitas. No es temporada -nos dirán luego-, pero nosotras estamos dispuestas a cumplir nuestros objetivos. Es pronto y todavía queda luz, y de acá para allá podemos disfrutar del pueblo, de su canalillo por el centro, de los árboles desnudos del paseo, de sus casas de adobe, de esos restos de arquitectura tradicional.

Casa baja de adobe visto, pequeña ventana y chimenea. Delante un banco públicoConstrucción de adobe antigua, abandonada, probablemente recinto para guardar ganado
Tenemos tiempo de subir hasta lo alto, el camino es realmente accesible, se llega con facilidad arriba donde la «torre», que parece la espadaña de una antigua iglesia, con su cruz coronándola, dos ojos de vacías campanas y una cesta, también vacía, que espera recibir a alguna cigüeña, vigila caserío, tierras, farallones y carretera. La vista es fantástica. 

 

 

Se puede ver un rebaño de ovejas en la lejanía Vista del pueblo desde lo alto de las rocas

 

Por los caminos que conducen al pueblo vemos volver algún tractor de sus faenas, algún coche de vuelta de las naves de ganado, situadas a distancia del pueblo; un rebaño regresa también perezoso al redil. Desde esa perspectiva, todo se mueve lentamente, demasiado lentamente.  Arquitectura rural. Casa de fachada en fuerte rojo y pequeño soportal abajoCsass

El pueblo guarda todavía el sabor del adobe, pardo, rojizo, a juego con el color de esas esculturas que la Naturaleza ha esculpido a lo largo de los años. Bocigas tiene también sus casas nuevas, que nos revelan cierta prosperidad en los que allí se quedaron, o los que marcharon, pero volvieron por vacaciones.

Probamos a ver si hay más suerte y conseguimos contactar con el dueño del bar y la señora que enseña la iglesia. Conseguimos un teléfono, el del bar anda repartiendo lotería por esos pueblos, pero no tardará en volver; el hijo de la señora que enseña la iglesia, de vacaciones en el pueblo, nos dice, nos trae a su madre, que andaba en sus cosas y no oía las llamadas en la puerta, porque ¿quién va a ir, si no es temporada?

La iglesia nos recibe ya entre dos luces, con la portada románica y la ventana del ábside iluminados. En el interior, Pilar nos llama la atención sobre las pinturas que se hallan en el presbiterio.  

Presbiterio. Altar barroco y pinturas murales

Recuperadas hace una década, vemos al lado izquierdo tres santas mártires. La rueda de santa Catalina de Alejandría se distingue perfectamente; las otras dos, sobre todo la del centro, no muestran tan claramente su identidad.

Enfrente, Pilar nos llama la atención sobre los tres ángeles músicos, porque es una composición rara lo de hallar estas tres figuras formando un conjunto. No somos expertos, y salvo el arpa del ángel de la derecha, y un posible pandero cuadrado que toca el del centro, el de la izquierda nos resulta irreconocible. Pilar tampoco sabe qué instrumentos tocan, y está esperando la documentación del obispado, que no termina de llegar, con la información pertinente.

 Pintura de los tres ángeles músicos  Pintura de las tres mártires


 

Las pinturas del techo, donde posiblemente habría un pantocrátor, se han perdido para siempre debido a unos probables desperfectos antiguos en la techumbre. Aun con estas carencias el resultado merece la pena. 

El altar es barroco, presidido por san Pedro en su cátedra, y en la nave lateral, añadida con posterioridad se suceden distintas imágenes.  La Virgen del Rosario, San Pedro Apóstol, que se saca en procesión y da nombre a la iglesia, santa Bárbara, san Isidro, san Antonio... ¡Y san Isidoro!, cuya fiesta, el cuatro de abril, se celebra en una ermita cercana. Ese día se bendicen los campos y se da un refresco a los concurrentes.

La patrona del pueblo es la Virgen del Vadillo y tiene su casa al otro lado del pueblo, justo al lado del cementerio. A finales de octubre se celebra su fiesta, junto con las de los «Frutos Recogidos», dando gracias por el final de la cosecha. Ese día se enciende una hoguera junto a la fuente de la plaza, pero «solo para calentarse», nos aclara Pilar, y sobre las ascuas los jóvenes hacen una merienda.

De vuelta al bar, alguna otra construcción característica nos indica que estamos en tierra de adobes. 

transformador de la luz construido en adobe

Ya se ha hecho de noche. La luz del bar está encendida. Un voluntario con llave lo ha abierto y encendido la estufa. Dentro hay un ambiente acogedor. Lola no duda en hacerse voluntaria también y tirar cañas y preparar infusiones.

Hemos conseguido los objetivos que nos proponíamos.


1 comentario:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Cuántas hermosas sorpresas en cuanto nos salimos de la autovía.
Feliz Noche de Reyes.