lunes, 24 de mayo de 2021

Núm. 248. Cría cuervos o A mandar, para eso estamos

Una relectura de Los santos inocentes

A principios de mayo me llegó un meme. Tenía que ver con el sin discusión resultado de la señora Ayuso en Madrid. 

El meme me dio pie, aparte de para recordar los entrañables personajes de Delibes, para un pequeño intercambio con un amigo, perito agrícola, jubilado hace años, que me recordó su experiencia durante muchos años en Andalucía: 

-He sido testigo demasiadas veces del «a mandar, que para eso estamos», por supuesto con otras palabras.

-Así era. Lo que decía el señorito iba a misa. Cuando preguntabas por él, sobre todo si era temprano, la contestación era: el señorito está recogido.

Yo le hablaba en metáfora, él en sentido recto; los dos admirábamos el acierto de Delibes al retratar una sociedad, ya desaparecida, o no tanto.

fotograma de la película en el que se ve a Azarías y una leyenda: "Señorito! Habemos ganao!"

Mientras tanto, la adaptación radiofónica, con la que nos obsequia RNE, viene a poner sonido a esa España profunda, a la que es obligación volver, no sé si para que la historia no vuelva a repetirse, si nos olvidamos demasiado pronto de ella, o para tener presente que esa España sigue ahí, pese a la opinión de mi contertulio que afirma que el campo andaluz ha cambiado radicalmente, a Dios gracias.

Volver a poner voz, esta vez en sentido literal, a la Régula, a Paco, el Bajo, al señorito Iván, a Azarías rutando, a la Niña Chica... ha sido un acicate para volver a la novela otra vez, una más, otra más, porque siempre que volvamos a las palabras de Delibes, vamos a encontrar detalles en los que fijarnos:

y toda la tropa, los ojos en alto, en la veleta de la torre y la grajilla, indecisa, se balanceaba y el Rogelio reía,
      cría cuervos, tío
y el Facundo,
      a ver, de que cogen gusto a la libertad,
y porfiaba la Régula,
      ae, Dios dio alas a los pájaros para volar,

Cría cuervos y terminarán por sacarle gusto a la libertad, aunque terminen fritos por dos tiros de escopeta de un señorito contrariado.

Hoy, los señoritos, si continúan cazando en sus fincas, lo hacen con algo más de discreción, pero de que todavía existen se encargan de recordárnoslo esos programas llamados de «crónica social» de las televisiones, o el papel cuché; y mientras nos quedamos embobados viendo las apariciones públicas y pomposas de los señoritos, presumimos en público de parentescos casi imposibles con nuestros dirigentes, o de aquella vez que nos cruzamos en la calle con Fulano de tal; mientras, ellos se ríen de nosotros y llenan sus bolsillos apretando las tuercas en los convenios, o sacando ventaja de las leyes que ellos mismos han propiciado, no faltan Régulas y Pacos:

a mandar, para eso estamos 

... y el Azarías, a lo suyo, muestra sus encías vacías, ruta aquí y allá, llama a sus grajillas:

¡quiá, quiá, quiá! 

Señorito! Hemos ganao!

Sin embargo, en la España profunda, algo se mueve en el encinar:

¿pero qué demonios pretendes, Azarías?

.... el Azarías, como si no hubiera pasado nada, coge en brazos a la Niña Chica y la arrulla: 

milana bonita, milana bonita.