El cine se hace explícito, y como no tenemos una cámara que nos vaya describiendo la visión apocalíptica que encuentran al recorrer las calles, es la pluma de Perezagua la que con todo lujo de detalles nos va describiendo las escenas de desolación, en las que no ha quedado ni bicho viviente ni materia orgánica alguna, y donde un agua rojiza va inundándolo todo.
Emprende don Quijote entonces la búsqueda de la Marcela de sus sueños, que no es otra que la torre Libertad, que se le desveló en una duermevela con mucho de pesadilla esperanzada. Sancho, siempre fiel, sigue los pasos de su señor sin osar separarse un átomo de su estela.
Y aquí llega, sin duda, para mí lo mejor de la novela: el monólogo —elegía lo llama la autora— de Sancho ante su señor desmayado. Nunca fue tan lúcido el noble manchego como al verse allí, teniendo entre sus brazos al caballero y temiéndose lo peor:
—¡Oh, mi noble y venerable viejo! [...] Pero heme aquí solo. sin nadie que me ayude siquiera a sacarme todas las lágrimas [....] ¡Despierte, mi amo! ¡Viva conmigo muchos años, aunque seamos las dos últimas almas vivientes! ¡Ay, si yo pudiera engendrar con vuestra merced los primeros hijos que devolvieran la alegría, y la hierba, y los soles, y las brisas, y los trenes a esta ínsula! ¿Para quién soñaré yo ahora? ¿Para quién querré ser otro diferente de mí mismo? [...]Leyendo este lamento nos damos cuenta de algo que puede ser una obviedad, pero que no siempre se ha puesto en su verdadero valor: don Quijote sin Sancho no hubiera sido posible. Son dos en uno, yendo de acá para allá como en un road movie, por seguir con las metáforas cinematográficas.
Se siente Sancho solo y desolado, pero las cámaras del estadio en el que se encuentran serán las encargadas de volver en sí a uno y otro.
Recuperado don Quijote, Sancho, el Sancho que tan solo unos segundos antes se había sentido hasta capaz de asumir el papel y los valores de su señor —Sancho el Bravo Sancho el Temerario, Sancho el Iracundo, Sancho Contra la Muerte— se convierte en el hombre más feliz sobre la Tierra:
Y de este modo, Sancho Feliz, Sancho Con Amo, Sancho Con Brújula y Rumbo siguió a don Quijote, mirándole con la fascinación de quien admira el paso efímero de una estrella fugaz y ve cumplido, al instante, su deseo.Final de vértigo, sin poder gobernar una improvisada nave, don Quijote y Sancho encontrarán al final su verdadero destino, que no es otro que intentar arreglar los desastres del mundo, pero para ello es preciso estar locos.
Comentario para el club de lectura La Acequia.