lunes, 4 de diciembre de 2023

292. Gumiel de Mercado (y II)


PIntada en una pared donde puede leerse Gumiel de Mercado y debajo un grafitti borrado a brochazostachadoo aerMe

La heráldica

Vuelvo a Gumiel de Mercado para proseguir, de la mano de Paulino, el recorrido por su historia. Una historia que se apoya en los numerosos escudos que todavía adornan las fachadas de sus casas, desde los más sencillos, correspondientes a los más antiguos linajes, hasta los más barrocos, que añaden en soportes y cimeras toda clase de ornamentos. 

No me voy a detener en la heráldica, que no es lo mio, y solo dejaré constancia gráfica de algunos de estos escudos que pueden encontrarse en las principales calles de esta villa.

Numerosas fueron las familias que dejaron su impronta en el pueblo, pero quizá haya que destacar la de los Salinas, con casa en la plaza mayor, cuyas numerosas dependencias ocupaban toda una manzana.

El linaje de los Salinas se extinguió en el siglo XIX. Todo empezó el 20 de diciembre, cuando el alcalde, perteneciente a esta familia, firmó  junto al alcalde de Aranda y a Aviraneta, que era regidor, un escrito pidiendo a las Cortes que enviaran un pequeño ejército de cincuenta hombres a caballo y otros cincuenta a pie, a fin de defender la Constitución, frente a las fuerzas más reaccionarias de la comarca. Al regreso del absolutismo fueron incautados todos sus bienes.

La mayoría de las familias que destacaron en Gumiel de Mercado tuvieron relación con los marqueses de Denia, más tarde duques de Lerma, que alcanzaron su máximo poder con Francisco de Sandoval y Rojas, constructor del palacio de la Ventosilla como finca de recreo, sita en el término municipal de Gumiel de Mercado, aguas abajo del Gromejón.

Francisco de Sandoval, I duque de Lerma, fue valido del rey Felipe III.  Tuvo un poder excepcional, y entre sus «hazañas» se recuerda la de llevar a cabo, valiéndose de su posición, una de las más sonadas especulaciones inmobiliarias en la ciudad de Madrid, al trasladar a ella la capital del reino. El pueblo, siempre atento, no dudó en sacarle aquella coplilla: 

Para no morir ahorcado,
el mayor ladrón de España 
se vistió de colorado,

que bien merece ser recordada aquí.

 



La plaza mayor

Arco de Carramonzón, que da entrada a la villa

Por una calle que arranca del arco de Carramonzón, al lado de carretera que va a Sotillo, llegamos a la plaza mayor. Esta puerta, que data del siglo XVI, conserva aún el hueco para el rastrillo en su parte superior. Cuentan las malas lenguas que si la carretera se trazó a su vera, fue porque allí vivía una tal doña Fidela, mujer influyente sin lugar a dudas, si es que consiguió desviar el trazado de la carretera.

Remate del ayuntamiento


La plaza mayor es un espacioso rectángulo, ornamentado actualmente por un jardín central. En el 
lado norte se halla el ayuntamiento, sólido edificio con porche en el bajo y balcones en el primer piso. Se corona con escudo, frontón y cruz. Página de licencia de La pícara JustinaEn esa plaza se celebró siempre el mercado. Al lado del ayuntamiento, una casa, perteneciente al Consistorio servía de posada, y la basura que dejaban las caballerías en las cuadras del piso bajo proporcionaban buenos ingresos al Ayuntamiento, que la vendía para abono.

Conviene recordar que el privilegio real acompañaba al monarca en sus desplazamientos, y así podemos ver cómo algunos documentos fueron firmados por el monarca estando en La Ventosilla, y el nombre de Gumiel de Mercado figura en ellos. Así, a manera de ejemplo, reproducimos la licencia de publicación de La pícara Justina, otorgada en Gumiel de Mercado el 22 de agosto de 1604.

El Gumiel más popular

Más allá de las casas blasonadas y los recuerdos de los señores, el caserío de Gumiel de Mercado no deja de presentar aspectos interesantes que nos hablan de ese modo de vivir de antaño. Las casas tradicionales, con la cuadra en el piso bajo y la vivienda en la primera planta, dejando el desván con frecuencia para guardar el grano, han sido sustituidas hoy por casas renovadas y más acondicionadas al modo de vivir de estos tiempos. 

Casa con guirnaldas modernistas alrededor de los balcones

No faltan en algunas fachadas detalles modernistas que dan a algunos edificios un aire distinto, elegante. La arquitectura popular también sabe buscar su punto de distinción. 

Hacía la mitad de la calle Real hay un pequeño ensanche, que marca el punto de separación de las dos parroquias, la de San Pedro y la de Santa María:

Aquí termina San Pedro
y empieza Santa María,
con la taberna del Cierva
y una gran zapatería.

Más allá de las coplillas populares, allí se produce el encuentro el Día de la Pascua entre el Resucitado, que sale de Santa María, y la Dolorosa, que llega desde San Pedro. 

Casa entre dos calles en forma de proa de barco; la fachada es de color granate.
Al final de la calle Real hay un arco, que podríamos calificar virtual, que rememora la en otro tiempo principal puerta de la cerca de Gumiel de Mercado. Por allí se iba a Valladolid, a Madrid, a la corte, al mundo... Este arco de hierro, ahora casi imperceptible, se decoró con guirnaldas para un homenaje a una persona querida en el pueblo, que se fue pronto.


Allí, al otro lado de la cerca y del arroyo encontramos la vieja fuente, el lavadero, el pilón... Lugar, sin duda, de expansión para las mujeres del pueblo y para aquellos jóvenes que iban a por agua a la fuente o a dar agua a los machos, al volver del campo.

No todo era tan bonito en aquel punto, a finales del siglo XIX la población de Gumiel de Mercado sufrió de fiebres tifoideas debido al mal estado de las aguas. El doctor Justo Revuelta supo documentarla y ganar con ello el premio de la Real Academia de Medicina.

Lavadero y abrevadero



Pasaremos por delante de Santa María, ya volveremos, y nos detendremos en la plaza de la Cruz, donde se celebraba los jueves un mercado de cerámica, que surtía de cacharros a buena parte de la comarca.

 

Plaza de la Cruz. En ella hay una pequeña cruz de hierro.


La iglesia de Santa María

De esta interesante iglesia destacaremos tres elementos: la torre, la imagen de la Virgen y un capitel semiescondido con una curiosa escena.

La esbelta torre es muy posterior al cuerpo de la iglesia. Fue construida alrededor de 1600, en la época del Duque de Lerma. En la parte de atrás, adosado a ella, encontramos el husillo y puede que en su parte superior contara con un conjuradero.

Torre de Santa María


La magnífica imagen de Santa María la Mayor data del siglo XV. Es de bulto redondo y está tallada completamente, incluso el sitial donde está sentada. Sostiene al Niño en sus brazos, trazando una curiosa diagonal. Su vestuario es rico y cuenta con numerosos detalles, incluidos unos elegantes chapines, calzado de uso habitual en la nobleza de la época.

Por detrás de la imagen, el acceso a la sacristía es un transparente, que debería haber proporcionado luz en distintas tonalidades a la imagen, pero el camarín fue cerrado en algún momento de la historia, y la iluminación se hizo artificial.

Actualmente la Virgen ya no sale en la procesión, pues a medidos del siglo XX se realizó una réplica popular más liviana, a la que en la actualidad bailan los gomellanos el día de su fiesta.

Imagen de Santa María la Mayor


Finalmente, en la parte posterior de la iglesia encontramos uno de esos elementos curiosos que solo salen a la luz cuando te haces acompañar por un guía local. Se trata de un capitel en el que se puede ver cómo un zorro le predica a las gallinas. 

Capitel del zorro y las gallinas


A Gumiel de Mercado habrá que volver a seguir descubriendo nuevos rincones.

14 de octubre de 2023