sábado, 23 de enero de 2010

Número 2. Por San Antón, huevos a montón

El otro día hablábamos de que por San Antón a las seis todavía había sol, y hoy hablaremos del efecto que produce en los animales esta mayor luminosidad.

El meteorólogo Daniel Angulo Antón nos recordaba el domingo 17 de enero, festividad de San Antón, en el Diario de Burgos, que por estas fechas algunos animales salvaejes entraban en celo y que las primeras cigüeña s regresaban a los nidos que abandonaron en verano.

No hace falta irse tan lejos pare ver el efecto que la mayor luminosidad tiene sobre los animales, pues los labradores y granjeros saben bien que por estas fechas las gallinas empiezan a aumentar la puesta. Ya lo dice otro refrán: San Antón, gallinita pon (Cantera y Muñoz, 2001: 15), y si queremos ser más precisos: Por San Antón la buena gallina pon; y si es muy buena por Nochebuena (Cantera y Muñoz, 2001: 15).

En cualquier caso, sean buenas o sean malas, de la Candelaria (2 de febrero) ninguna pasa, pues ya se sabe que por las Candelas, las malas y las buenas.

Martínez Kleiser (1945: 165) recuerda en varios refranes la intensifcación de la postura de las aves de corral, aunque con matizaciones en algunos casos::
Por San Antón, toda ave pon.
Por San Antón, pone hasta el capón.
Por San Antón, los huevos a montón.
Por San Antón, cada ánsara pon; la que come, que la que non, non.
Ya al mediar enero, todas las gallinas ponen huevos.
En enero, cásate, compañero, y da vuelta al gallinero. 


El aumento de huevos se celebraba en el mundo rural de distintas formas, pero quizá convenga recordar que precisamente el mismo día de San Antón, en muchos pueblos de España, los chicos y mozos celebraban su día con una merienda especial. Debe entenderse aquí la palabra merienda en un sentido amplio de comida que acompaña a una celebración especialmente en el campo (Moliner,1980) y mejor aún en el sentido castellano de ' comida que por la tarde o noche celebran en comunidad un grupo de amigos'. Pues bien, para la merienda del día de San Antón, los chicos echaban mano del choricillo que se les había guardado de la reciente matanza y de los huevos que por esos días ponían las gallinas, como nos dice el refrán a montón.

Era costumbre también que estos huevos  se pidieran por las casas con fórmulas rituales en las que se alababa la generosidad de las amas de casa, si era el caso, o se denostara su racanería.

En el primer caso, en el de la generosidad, la fórmula de agradecimiento es casi uniforme en toda España:

Esta casa es un palacio,
la señora es una reina,
porque ha dado limosna
a los chicos de la escuela.

Por el contrario, los improperios variaban de un pueblo a otro llegando a fórmulas imaginativas como la de llamar cagamantas a la dueña de la casa, como en este testimonio  que encontramos en Araunzo de Torre
Esta casa es una cuadra,
la señora es una puerca,
que no nos ha dado limosna,
a los niños de la escuela.

Por un huevo escagurciao
cagamantas te has quedao.

Bibliografía
Cantera Ortiz de Urbina, Jesús y Julia Sevilla Muñoz (2001): El calendario en el refranero español. Madrid. Guillermo Blázquez, editor.
Martínez Kleiser, Luis (1945): El tiempo y los espacios de tiempo en los refranes. Madrid: Librería General de Victoriano Suárez.
Moliner, María (1980): : Diccionario de uso del español. Madrid, Gredos, (reimpresión de la ed. 1966).