jueves, 19 de marzo de 2020

Núm. 224. Nunca fuera caballero...

En estos días de confinamiento en los que todo el mundo se ha encontrado con demasiadas tareas para hacer en casa, el profesor Ojeda me dice que no vaguee y que me relea al menos un capitulillo del Quijote, y yo le digo que vale, que acepto el reto, pero que me lo voy a releer en cómic.

No es por mera vaguería el elegir los dibujos, es que realmente si tuviera que quedarme con una sola de las ediciones y adaptaciones me quedaría con la serie que en 1979 hizo Televisión Española y con los pocos fascículos que a partir de ella sacaron en papel. Me fascinó entonces, y me sigue fascinando ahora el trabajo que hicieron Cruz Delgado y Romagosa.

¡Va por ellos la relectura del cap. II!

Con sus mejores armas, aquella lanza que encontró en el astillero y la adarga antigua, don Quijote se echa al campo en un Rocinante relajado. Es julio y en los áridos campos de la Mancha el amarillo de los rastrojos se torna casi pardo. El galgo corredor, que sigue a su amo a cierta distancia, se pregunta qué suerte de caza extraña es la que les deparará aquel día.

Dos viñetas del cómic. En la primera don Quijote cabalga sobre Rocinantes, en la segunda el galgo corredor en solitario
 
Al poco de su salida, a don Quijote le asalta un pensamiento perturbador, no ha sido armado caballero, por lo que mal va a poder servir a Dulcinea, así que su primera acción será buscar otro caballero que cumpla con esa misión.

Tras recorrer los campos a solas con sus pensamientos, puestos en las hazañas futuras que cantarán los cronistas, y en su amada Dulcinea, al atardecer, caballo, caballero y galgo hállanse cansados y hambrientos, por lo que don Quijote decide buscar castillo que los albergue.

Su buena estrella puso no lejos del camino una venta, y don Quijote vio en ella alcázar que en su socorro llegaba y hacia allí encaminó a Rocinante.

Viñeta con una venta blanca en medio de la nada


¿Cómo un molino puede convertirse en gigante?, ¿cómo un rebaño de ovejas en aguerrido ejército?, ¿cómo una venta puede parecérsele castillo a un hambriento?

Uno de los mejores efectos de la versión para televisión que estamos comentando fue sin duda ese juego que transformaba paulatinamente las aspas de un molino en los brazos de un gigante. Parte de ese juego de visiones se reflejó también en el cómic, y si en la viñeta anterior teníamos la venta, en la segunda ya teníamos el castillo. ¿Dudáis acaso ahora de lo que realmente vio don Quijote?

En esta viñeta el un chato castillo que recuerda mucho a la venta, pero es castillo, aparece rodeado de un borde ondulado


Todo «un castillo con sus cuatro torres y chapiteles de luciente plata, sin faltarle su puente levadiza y honda cava».

¡A que ahora lo veis vosotros también!

Le entró prisa a Rocinante por llegar a la caballeriza, sin esperar señal alguna acústica desde las almenas, por lo que en llegando a la venta se encontró don Quijote con un par de lozanas mozas del partido, que se tronchaban de risa al ver llegar semejante adefesio.


Dos viñetas En la primera las doss mozas, una de ellas con un cántaro, se tronchan al ver venir a don Quijote. En la segunda, las mozas de espaldas reciben al caballero que les dice: No huyan altas doncellas que solo deseo serviross v

Al jaleo sale el ventero que ve en seguida la oportunidad de completar su negocio por esa noche, aunque sea a costa de alojar a tan estrafalario viajero. Le avisa, no obstante, de que no va a poder ofrecerle gran cosa. Don Quijote echa mano de sus muchas lecturas, para agradecer al alcaide de ese gran castillo la generosidad de ofrecerle cuanto tiene:
mis arreos son las armas, mi descanso el pelear
Don Quijote, flanqueado por las dos mozas, recita: Nunca fuera caballero

Aceptado el huésped, las dos lozanas mozas se aprestan a ayudar al ventero a aposentar al caballero, y este les brinda uno de los parlamentos más recordados del Quijote: ¿Quién no ha recitado alguna vez aquello de?:
Nunca fuera caballero
de damas tan bien servido,
como fuera don Quijote,
cuando de su aldea vino:
doncellas curaban dél
princesas, del su rocino.
Resulta difícil concentrar en pocas imágenes y menos aún bocadillos de texto, todos los tics que encierra este capítulo del Quijote, en el que Cervantes nos pone en precedentes de las aventuras que va a correr el hidalgo, de momento solo, pero Cruz Delgado y Romagosa saben concentrar muy bien esta esencia y dejan a la imaginación y cultura del lector el resto.
primer plano del ventero y del caballo

La cara del ventero y parte de la de Rocinante son demasiado significativas.
Sigamos, la posada es modesta, pero es menester cenar y reponer fuerzas, así que tanto «alcaide» como «doncellas» se aprestan a prepararle la cena a don Quijote. 
Aquella noche dicen solo disponer de truchuela, en realidad una clase del popular bacalao seco, pero que don Quijote interpreta como 'truchas pequeñas' y bien le parece como cena.

Truchuela, nos aclaran los expertos, era una de las denominaciones con las que se referían a las putas finas, y he aquí la ironía de Cervantes, que Cruz Delgado y Romagosa también dejan presente, aunque de forma muy sutil en la imagen que sigue:

Don Quijote sentado en una mesa es atendido por una de las doncellas. En el fondo aparece el ventero portando una bandeja y diciendo: "solo hay truchuela".y uquijo

Cervantes se compadece del hidalgo y mal que bien le permite una frugal cena, pero Cruz Delgado y Romagosa son más crueles e introducen en el guión un gato que salta sobre la menguada cena de don Quijote.
Tajada que lleva el gato, tarde o nunca vuelve al plato, añado yo.
Colaboración para la lectura colectiva virtual de El Quijote en el club de lectura la Acequia.

En Madrid a 19 de marzo de 2020



© Las imágenes de esta entrada, introducidas aquí a modo de citas mínimas, pertenecen a sus autores.

sábado, 14 de marzo de 2020

Núm. 223. Lectura fácil

La señora jueza dice que no se va a escribir en «lectura fácil» y la declarante dice entonces que no va a declarar y adiós.
Esta es una de las muchas licencias que se permite Cristina Morales en la novela Lectura fácil, porque es bastante improbable encontrar una frase tan coloquial en el acta de una declaración judicial, pero admitamos que es todo un recurso expresivo dentro de la novela, la pretendida lectura fácil que en el caso de esta novela a la que da título, de fácil no tiene nada.

El largo monólogo de Nati, la que tiene mayor grado de discapacidad, discapacidad sobrevenida por accidente, en su paseo por entre los contenedores de ropa usada por el barrio de Sants, camino del ateneo libertario no tiene desperdicio. Un estudio minucioso de la gente, de nosotros mismos, a través de la ropa que depositamos en esos contenedores.

Tienda tradicional en Sants. Creu Coberta 115 portal

Este dejar la ropa, los muebles, los libros y la comida en buen estado encima o al lado del contenedor y no dentro, es algo muy frecuente que yo no he visto en ningún lugar del mundo como en Barcelona. Es, de hecho, generosidad, una generosidad anónima, incondicional, fácil y muda, sin intermediarios ni burocracia, cosas todas ellas que la distinguen de la caridad, del oenegeísmo y del pensionismo del Estado.
La que dice «adiós» a la señora jueza en la cita con la que hemos abierto el comentario es Àngels o María Ángeles, la persona que tiene menos grado de discapacidad de las cuatro mujeres que comparten un piso tutelado en la Barceloneta. El que la novela transcurra en Barcelona y no en la Castilla profunda, lugar de procedencia de las protagonistas, es sin duda uno de los puntos fuertes de la novela, porque la Barcelona actual con sus grupos políticos al borde del «sistema», sus instituciones, su burocracia, sus barrios y sus miserias es sin duda la quinta protagonista.

La autora no deja títere con cabeza, nadie se salva en esta novela, ni tan siquiera los grupos anarquistas, como he leído en alguna crítica, que se pierden en sus actas y en sus propios reglamentos internos. Y diría más, ni tan siquiera se salvan las cuatro protagonistas, mujeres con discapacidad intelectual en diverso grado, dos de ellas incapacitadas judicialmente. Una gran catarsis, una gran autocrítica recorre de principio a fin la novela, probablemente más para algunos de sus lectores que para la propia autora.

La valentía de la autora al abordar un tema tan difícil y complejo sin duda merece el mejor de los aplausos, un tema apenas abordado en la literatura más allá de la ternura o incluso del paternalismo hacia ciertas personas. He mencionado arriba Castilla y no puedo por menos que ver en la descripción de los primeros años de la protagonista, María Ángeles, hecha por ella misma, un cierto homenaje a Miguel Delibes, al de Las ratas más que al de Los santos inocentes. 

El tema, novedoso, ya lo he apuntado, pero menos novedosos me parecen la estructura y los recursos de los que se vale la autora, alabados por la crítica. Recursos artificiales, empezando por el de la propia lectura fácil, pues la propia Àngels reconoce al final de su relato, pretendidamente escrito por ¡WhatsApp?, que se ha saltado muchas de las normas de ese manual sobre lectura fácil que maneja. Los capítulos sobre su vida que la protagonista teclea continuamente en el móvil y envía a un grupo de autoayuda difícilmente pueden haber sido escritos de esa manera por mucha habilidad que se tenga con los pulgares, antes se acaba la pila que terminar uno de ellos. En fin, otra licencia de la autora, pecadillos formales fácilmente perdonables, pero sin ni tan siquiera el valor del «y ahora, señoras y señores, el más difícil todavía literario: ¡con los pulgares!».

Casa de la Barceloneta
 

La trama de la novela gira en torno a la petición de esterilización de Marga, la segunda con más discapacidad, también incapacitada legalmente. La actividad sexual de Marga «con todo lo que se menea», valga el vulgarismo, es realmente extraordinaria; sus tutores legales, es decir la Generalitat de Cataluña, piden que se la esterilice para evitar riesgos de embarazo. Tema de suma actualidad, Morales no entra en la diatriba de si se debe o no se debe, de si las mujeres con diversidad funcional intelectual son o no son lo suficientemente responsables para ser madres; Morales le pasa el testigo a Nati, con la que mejor se entiende Marga en todos los aspectos, y Nati hace todo un alegato a la solidaridad, la unión entre ellas y la libertad frente a la opresión de todos los poderes por encima de todo. Además aplica su punto de lógica, porque si Marga, con todo lo que anda y lo promiscua que es no se ha embarazado todavía es porque probablemente, aparte de la diversidad intelectual tiene diversidad funcional para el embarazo, y si por uno de esos accidentes, lo que no ha ocurrido en años ocurriera ahora, para eso está el bloque compacto de las cuatro primas, para ayudarse las unas a las otras. 

La idea estereotipada de que «a todos los tontos les da por lo mismo» se hace explícita también en un momento de la novela: 
Tíos ¿pero no os dais cuenta de que estáis hablando de Gari como si fuerais sus captores? ¡Los mismos captores de los que ella escapa! Que si los retrasados mentales solo piensan en follar y que si no saben qué es lo mejor para ellos. Entonces, decidimos nosotras por ella, ¿no?
Morales no se ha andado por las ramas a la hora de narrar las escenas eróticas, no es de extrañar en que hayan levantado más de una roncha en ciertos lectores. ¿Es necesario ser tan explícito? No estamos ante una novela erótica, pero tampoco se podría decir que sobran todos los detalles. Sin lugar a dudas que cumplen su papel en la narración, aunque solo sea en la gradación del clímax.  

Los distintos puntos de vista narrativos, el meterse en la piel de cada una de las cuatro protagonistas, aunque sea a través de algunos artificios, nos van construyendo la historia de forma no lineal, aunque quizá lo de menos sea la historia que hay detrás sino la historia presente. 

La verborrea de Nati, bastante difícil de seguir en ocasiones, aquejada del síndrome ficticio de las compuertas, que reconozco no haber terminado de captar, se une de alguna forma a la logorrea que padece su medio hermana Patri, puede que el personaje más desdibujado, pero también el más adaptado al sistema en el que viven. Ángels es tartamuda y ya sabemos que se refugia en una obsesiva escritura para lectura fácil, empeñada en explicar hasta lo más elemental, lleva además las finanzas del grupo y es la que rinde cuentas ante los tutores. A medida que aumenta el grado de discapacidad oficial, los personajes se hacen progresivamente más libres, más dados a obtener pequeñas cuotas de libertad.

De una forma o de otra, Ángels, Patricia y Nati han encontrado su canal de expresión verbal, aunque sea por persona interpuesta, pero Marga, prácticamente analfabeta, solo parece hablar con su cuerpo y sus actos.

Lectura fácil es una novela dura, que clava el bisturí sin contemplaciones en el comportamiento de la sociedad y de las personas. Sin ser la mejor de las novelas, era una novela sin duda necesaria.

Confieso no haber leído el fanzine que se incluye en medio de la novela, el contraste tipográfico de esta parte se hace pesado para mis ojos.

Título: Lectura fácil
Autor: Cristina Morales
Editorial: Anagrama
Año: 2018
ISBN: 978-84-339-9864-4l 



miércoles, 4 de marzo de 2020

Núm. 221. Las marzas (I)

Este año ha habido suerte, el último día de febrero ha caído en fin de semana y por ello la Ribera del Duero ha vuelto a revivir con toda su fuerza la ancestral costumbre de cantar las marzas.

Las marzas, ¿qué son?

Las marzas son mucho más que una canción monótona, premelódica, que llega hasta a ser cansina cuando se ha repetido varias veces. Es toda una tradición, es un rito que hay que cumplir cada año conservando alguno de aquellos elementos que conectaban directamente con las fuerzas que proporcionaba la Tierra, en este caso el fuego. 

Bidón en el que arde una hoguera. Detrás cinco marzantes.


Cuando ya se van quedando atrás los rigores del invierno, y la primavera y el revivir de la naturaleza apuntan en nuestras vidas, otrora, los mozos del pueblo salían de ronda la última noche de febrero. Solían calentarse por dentro con alguna bebida de alta graduación, que no siempre acompañaban con algún dulce sólido que les ayudara a su mejor recepción. Iban rondando de calle en calle, de esquina en esquina del pueblo, hasta altas hora de la noche.

 Dos marzantes de espaldas llevando una botella de kalimotxo

Muchos son los que mantienen que las marzas son herederas directas de las fiestas romanas del periodo republicano. El nombre está muy próximo a las kalenda martiae, y quizá este sea el dato más sólido en el que apoyarnos. Sin irnos tan atrás, lo más común es recordar que ya las cantaban nuestros tatarabuelos, perdiéndose a partir de ellos la memoria, pues pocos testimonios escritos se han encontrado hasta ahora acerca de la verdadera longevidad de la actual celebración. 

Para dicha ronda, que tenía sobre todo un carácter petitorio, con cuyo fruto poder celebrar una merienda, solían vestir los mozos alguna capa o algún complemento característico de los días de fiesta. No podía faltar la alforja y la faltriquera donde ir recogiendo lo que se les ofrecía; para las viandas la primera, para los dineros, la segunda.

En algunos casos y en algunos lugares, dirigía la cuadrilla un personaje estrafalario, que en cada localidad recibía un nombre y al que llamaremos para unificar zarramocos, y que tenía como misión espantar las influencias de los malos espíritus, que podrían haber quedado sueltos tras el largo invierno.  marzante vestido de amarillo con gorro de colores y colgantes, lleva una botella en la mano y el papel con la letra de las cancioness lcarecterístico y


Si se querían recibir buenas dádivas, era preciso halagar las manos que debían darlas y así, enseguida, las marzas adquirieron un carácter de ronda, de homenaje a las damas, a las que en estas canciones se las trata en general con bastante esmero, alabando sobre todo su belleza. No olvidemos que los marzantes eran los mozos, es decir los hombres solteros del pueblo, pues los casados permanecían en sus casas, y según el decir de algún malpensado «guardando que sus mujeres no se asomasen demasiado al balcón».

No podía faltar dar la bienvenida al año y el canto de los meses, para algunos el verdadero origen de estas canciones. En época de Rómulo, el año contaba con diez meses y empezaba en marzo; de los meses séptimo a décimo son, precisamente, herederas nuestras denominaciones septiembre, octubre, noviembre y diciembre. El recorrido de los meses de las marzas empieza en abril y suele detenerse en septiembre, pocas son las letras que se ocupan de nuestro calendario actual completo. En las marzas, los versos anticipan los cambios que se van a dar en la naturaleza y las faenas que ha de realizar el labrador para conseguir el fruto en septiembre, sin lugar a dudas el mejor mes de todos.

¿Y el Romance del prisionero?

Incluido de alguna forma o de otra en todas las marzas de la Ribera del Duero, para algunos estudiosos de la lírica tradicional, constituía el núcleo alrededor del cual se había formado el resto de la composición. Sin quitarle importancia a esta parte del canto de las marzas, lo más probable es que se incorporara, eso sí de forma temprana, por ser un romance muy conocido, fácil de recordar y que en sus formas más divulgadas comienza con el conocido verso 
Que por mayo, era por mayo, cuando aumenta la calor...
Marzo y mayo no son tan distintos como pudiera pensarse, y si para dar la bienvenida a marzo se cantaban las marzas, no podemos olvidar el canto de las mayas, cuando entraba mayo, con demasiados puntos en común entre unas y otras. El canto de las mayas se ha ido perdiendo, y podríamos decir que en algunos casos las marzas absorbieron algunos o muchos de sus elementos.

Letras de aluvión para las marzas

Pese a que en esto cada estudioso pueda tener su teoría acerca de su formación, yo veo en la letra de las marzas una labor de aluvión, a la que en determinados momentos y en sucesivas épocas, fueron incorporándose fórmulas de salutación, plegarias, refranes, consejas agrícolas, cantos de ronda ya existentes... 

Como toda la poesía popular, en sus versos son de señalar los abundantes paralelismos, las contraposiciones, las reiteraciones, las fórmulas ya sabidas, el simbolismo no siempre bien comprendido: «¿qué significan esas camisas blancas o negras que han de vestir las mujeres?». Guardan aún en sus letras algunas palabras ya de poco uso: latizos (largos), cuarterón (125 g)... y más de una de relleno para cuadrar la medida del verso.

A su vez, esa reiteración sirvió para fijar esas frases de las marzas en el repositorio colectivo, y volvieron al lenguaje común o a desgajarse de ellas y seguir su curso de forma autónoma en un viaje circular.

Las marzas siguen vivas y sin duda seguirán incorporando algunos de estos elementos, cuando no improvisaciones exitosas.

Futuro de las marzas

El 27 de febrero nos reunimos en Villanueva de Gumiel un grupo bastante nutrido de interesados en las marzas. Tras la exposición de Gumersindo Ontañón Ontañón, estudioso de las marzas, y en especial de la tradición en Villanueva de Gumiel, tuvimos un participativo coloquio en el que entre otras cuestiones nos preguntamos por el futuro de las marzas.

Los asistentes a la reunión en Villanueva debaten formando un círculo


Dos contras veíamos a la continuidad de esta tradición, pero ambas subsanables fácilmente. La primera es que salvo cuando coincide el último de febrero con el fin de semana, el canto de las marzas «en su día» se hace difícil. La ausencia de mozos en los pueblos y el tener que madrugar al día siguiente para ir a trabajar a la fábrica o a la tienda dificultan la labor. Aun así, son todavía bastantes los pueblos que así lo hacen, Villanueva de Gumiel y Baños de Valdearadosa cuyas marzas dedicaremos la segunda parte de esta entrega— entre ellos. Algunos pueblos han optado por trasladar la tradición al fin de semana más próximo, cambio mínimo en comparación con los beneficios que aporta, y además hoy las marzas no las cantan solo los mozos, sino toda la gente que quiere cantarlas, ya sean hombres, mujeres o niños.

El segundo de los inconvenientes radicaba en la monotonía de las canciones, cuya repetición puede hacerse pesada, pero ninguno de los presentes vimos inconveniente en que siempre de forma espontánea, las nuevas generaciones fueran incorporando variantes y nuevos ritmos, al igual que sin lugar a dudas los fueron incorporando poco a poco nuestros antepasados. De hecho, ya se va introduciendo en algunos cosas acompañamiento de dulzaina y tamboril que hacen más amena la marcha entre parada y parada.

En cuanto a la parte positiva, hay que tener en cuenta que las marzas no es solo salir a cantar, es la merienda de antes en común o por cuadrillas, es la puesta en escena, donde cada pueblo aporta su toque particular, es el chocolate, la queimada o las sopas de después. Es decir, las marzas no solo es salir a cantar unas monótonas canciones, las marzas son una fiesta completa en pleno invierno.
Vecinos del barrio de Santa Catalina cantando ante la sede de su asociación

La añoranza por la fiesta de las marzas en aquellos que tuvieron que abandonar sus pueblos a causa de la emigración persiste, y no les importa volver al pueblo a cantarlas una vez al año. Buena prueba de esta añoranza son las marzas del barrio de Santa Catalina en Aranda, donde surgieron de la nada, o mejor de la suma integradora de todos los que en sus pueblos las habían cantado.

Por otro lado, los presentes en la reunión de Villanueva estábamos de acuerdo en que la juventud sí es receptiva a esta fiesta, aceptan la tradición, y al no ser una fiesta seria, incorporan su toque «gamberro», que suele ser por lo general bien recibido.

Sin duda a las marzas les queda una larga vida por delante...

lunes, 2 de marzo de 2020

Núm. 222. Las marzas (II): Baños de Valdearados

A fin de ilustrar con un ejemplo, lo que decíamos en la entrada anterior, nos fijaremos en la letra que se canta en la actualidad en la localidad de Baños de Valdearados, a cuyo canto de las marzas asistimos la noche del pasado 29.

Puesta en escena

Decíamos al principio, que tan importante es la letra o la melodía de las marzas como todo el rito, como la puesta en escena del canto, que en el caso de Baños es de la forma siguiente.

Hoy ya no es un canto reservado a los mozos, sino que como en otros lugares, o en él intervienen hombres, mujeres y niños. En Baños se cantan «en su día», pero lógicamente aquellos años en que caen en fin de semana, los marzantes son más numerosos. Previamente, el que más y el que menos ha merendado bien en cuadrilla a fin de coger fuerzas.

Los marzantes se organizan en dos grupos, separados por una distancia considerable, de tal forma que casi del uno apenas se oye el sonido. Cada grupo se provee de un armazón de hierro cóncavo, provisto de brazos para transportarlo, sobre el que se colocarán unas gavillas que arderán e iluminarán cada parada.
Dos mujeres preparan las gavillas sobre el armazón


El primer coro canta un verso, del que se repite la segunda parte, y el segundo coro responderá repitiéndolo formando una especie de eco. Es decir, cada verso se canta dos veces, y las paradas son cinco, siendo la primera detrás de la iglesia. En total son 38 versos, y según nos informan la composición se redujo en un momento determinado, ya que en otro tiempo resultaba excesivamente larga.

Contra los fallos de memoria, la letra de las marzas se lleva escrita en una hoja, o como viene siendo más habitual en estos tiempos en el móvil, pero la mayoría canta las estrofas de memoria, pues son muchos años cantándolas. 

Como nota complementaria, diremos que es opinión general que por ser una celebración con claro carácter lúdico, que incluye algunas marcas de transgresión, no faltan las improvisaciones, los gritos, los relinchos, propios de algunas manifestaciones de las canciones populares, y hasta un cierto desmadre en la forma de cantarlas. Todo sea bienvenido para recibir a marzo.

Entrada 

Las marzas comienzan con una petición de permiso par cantarlas, variando o combinando las distintas autoridades. Le sigue normalmente un dedicatoria o petición al Santo Ángel de la Guarda, cuya festividad celebra la Iglesia católica precisamente el 1 de marzo, aunque en el caso de Baños aparece un poco más tarde. 
Fogata en el centro y coro de marzante detrás


Porque aunque insistamos en el carácter pagano de esta celebración la cristianización de la letra tuvo lugar muy pronto, y son varios los elementos religiosos que encontramos en ella, como veremos a continuación.

La presencia de los otros, de los compañeros que colaboran en el canto, la cortesía hacia ellos, está también muy presente en estas entradillas, salutaciones o preámbulos.

1. Para cantar las marzas / licencia tenemos, licencia tenemos.
2. Del señor alcalde /  y del Ayuntamiento...
3. Empezad vosotros, / buenos compañeros...
4. Empezad vosotros, / os las dejaremos...

Invitación a las damas

En la mayoría de los pueblos se incluye el llamado Retrato de la doncella, composición de una cierta longitud en la que se va describiendo a la mujer utilizando distintas metáforas y comparaciones para las distintas partes del cuerpo. En muchos de estos pueblos esta composición se canta también de forma exenta acomodándola a otro tipo de melodía. Hoy, ya se ha dicho, esta parte de la ronda ya no tiene la finalidad que tenía antes, las mujeres participan además en el canto, pero los marzantes, aun con todo, lo conservan.

En Baños esta parte se ha suprimido y a las damas se las invita a participar en las marzas en un conjunto de cuatro versos.
5. Asomaos, damas, / a vuestras ventanas...
6. Si queréis oír / estas lindas marzas...
7. Asomaos, damas, / a vuestros balcones...
8. y oiréis las marzas, lindos corazones...

Los meses del año

Llegamos a uno de los núcleos de las marzas, para muchos la raíz de ellas, el canto a la primavera y a la llegada del nuevo año. No obstante, quedan pocos indicios en la memoria de los informantes más ancianos, de que esta fuera la intención de cantar las marzas, más bien, la ya comentada de hacer una petición de viandas, o como mucho rondar a las mozas.

La mayoría de estos versos pueden encontrarse en los refraneros como auténticos refranes, y todavía pueden oírse en la zona, incluso en aquellos pueblos donde ya no se cantan marzas, repetidos como piezas de la sabiduría popular. 
Otra escena con la hoguera en medio y los marzantes alrededor


La invocación al ángel de la guarda, o a san Rosendo, es casi obligatoria en todas ellas.
9. Esta noche entra marzo / con el ángel de la guarda...
10. Que nos salve y nos defienda / y nos favorezca el alma...
11. Esta noche entra marzo / desde media noche abajo...
12. Desde marzo entra abril / con las flores relucir...
13. Desde abril entra mayo / con las flores relumbrado...
14. Desde mayo entra junio / con las hoces en el puño...
15. Desde junio entra julio / segando más a menudo
16. Desde julio entra agosto, / el que lo remata todo...
17. Desde agosto entra septiembre. / ¡Oh que lindo mes es este!...
18. Que se coge pan y vino, / ¡si durara para siempre!...
19. Si para siempre durara, / pan y vino no faltara...

Romance del prisionero (Los deseos del amor)

Llegamos al Romance del prisionero, que en el caso de Baños presenta la peculiaridad de encontrarnos ante una versión en la que las prisiones no se mencionan. Se prefiere ensalzar el amor propio de este mes, y los anhelos de los enamorados; de hecho, en un folleto de hace algunos años que guardamos, a esta parte la denominaron Los deseos del amor.

Aunque la melodía es la misma que en las estrofas anteriores, uno de los grupos sí que introducía una pequeña variación pidiendo que se relajara el tempo:
«suave, templando...», sin duda queriendo marcar de alguna forma que se va a cantar otro tipo de composición.
20. Mes de mayo, mes de mayo, / mes de los grandes calores...
21. Cuando las cebadas granan, / los linos andan en flores...
22. Cuando las yeguas relinchan, / los caballos corren, corren...
23. Cuando los enamorados / andan en busca de amores...
24. Tenía tres pajarillos, / que cantaban mis amores...
25. El uno es la tortolilla / y el otro es el ruiseñor...
26. El otro es un pajarillo / que canta al salir el soL..
27. Y un domingo mientras misa, / me lo mató un cazador...
28. Si lo hizo por la pluma, / ¡pluma le hubiera dao yo!...
29. Si lo hizo por la carne, / ¡no pesaba un cuarterón!...
30. Si lo hizo por venganza, / ¡mala dicha le dé Dios!...


La petición de manjares caseros

Y tras todos estos preámbulos se llega a la que sin duda era la principal razón de que los mozos salieran a la calle la noche del último día de febrero: hacer acopio de viandas para organizar una juerguecilla. 

Como puede apreciarse lo que se pedían eran alimentos básicos que se tenían en casa, huevos o productos de la matanza, aunque en algunos casos también se pedía dinero «para pagar al tabernero», algo que se conserva, e incluso se actualiza, pues en las marzas de Santa Catalina (Aranda) se piden euros.

Aunque la generosidad de los vecinos solía darse, no faltaban los rácanos para los que los marzantes guardaban algunas precisas maldiciones. Estos versos también están ausentes en las marzas de Baños, probablemente no serían necesarios estos «buenos deseos» para los roñosos.
31. Si nos dais un huevecito / de la gallinita pinta...
32. De la más juntita al gallo, / de la más coloradita...
33. Si nos dais un huevo, / no nos le deis huero...
34. Si nos dais chorizos, / gordos y latizos...
35. Si nos dais morcilla, / no la deis podrida...

La despedida

Una vez conseguido lo que querían, los marzantes se despedían hasta el año venidero, aunque aún añaden otro verso haciendo referencia a una fecha más próxima, el «domingo primero». Seguramente se refieren al Domingo de Pascua, cuando ya se habría levantado las restricciones propias de la Cuaresma, y podrían pedirse otra vez chorizos y morcillas.

36. Y con esto, ea, ea. / Y con esto adiós, adiós...
37. Y con esto adiós, / hasta el año venidero...
38. Y con esto adiós, adiós, / hasta el domingo primero...
En el caso de Baños volverán los marzantes a repetir la serie de versos cuatro veces más, antes de premiarse con un chocolate ofrecido por la asociación cultural. 

En la primera de las series, pudimos atrapar este último verso improvisado por parte de uno de los marzantes:
Que nos caiga un chaparrón / pa que crezcan bien los yeros...
Cartel oficial de la fiesta con el logotipo de la Asociación Dios Baco