domingo, 29 de mayo de 2011

Número 15: Refranes sobre molinos en tiempos de don Quijote: (I) El agua va al molino

En esta y en sucesivas entregas, se publica mi ponencia «Refranes sobre molinos en tiempos de don Quijote» dentro del seminario Molinos y refranes en El Quijote, que tuvo lugar en la Universidad Complutense, facultad de Filología, durante los días 12 y 13 de mayo del 2011, dirigido y coordinado por la doctora Sevilla Muñoz.

Los molinos, todo un mundo

A la puerta de un molino,
me puse a considerar,
las vueltas que da la piedra
para moler un costal.
Con esta copla queremos resumir la importancia que el molino adquirió durante toda la Edad Media y el Renacimiento como espacio simbólico donde todo ocurría.

El molino, necesario, pero a la vez espacio de conflictos y tensiones —Ni horno ni molino tengas por vecino—, era fiel reflejo de la vida humana, y como tal pasó a nuestra literatura, tanto culta como popular, siempre con una segunda lectura, un segundo significado que es preciso tener en cuenta. 

El investigador Joaquín Díaz, hablando de su Revista de Folklore nos dice respecto a los molinos:
...el molino representa, desde nuestra perspectiva, los avances del ser humano en el campo de la técnica aplicada a la naturaleza y, al mismo tiempo, su propensión a retroceder, a volver a incurrir en errores pasados cuando la sangre habla y calla la razón. Tampoco creo que Cervantes eligiera esos especiales gigantes transformados en molinos por el sabio Frestón, como un capricho o un artificio exclusivamente literario con el que complicar la vida a Don Quijote; toda la obra cervantina está nimbada de ejemplaridad y este arquetipo no podía ser menos. Quién sabe si la imagen circular de las ruedas molinares no es sino la representación más perfecta de los anhelos humanos, siempre girando alrededor del mismo eje y siempre volviendo a triturar los mismos granos (RDTP).
Algunos de los refranes que tuvieron su auge en tiempos de don Quijote se han quedado por el camino, otros han llegado hasta nuestros días cargados de significado, a veces nuevos, a veces viejos. Trataremos de prestar atención a aquellos, sin olvidar, llevando el agua a nuestro molino, los nuevos usos, Y lo haremos desde tres perspectivas: la tecnológica (El agua va al molino), la de la actividad molinar, y finalmente la del molino como espacio lúdico y de encuentro.

El agua va al molino

Dios da el trigo y el molinero la harina. Todo un mundo nuevo se le abrió al hombre del Neolítico el día que pasó de cazador y recolector a agricultor. La posibilidad de dominar hasta cierto punto la naturaleza le hizo feliz por un tiempo, podía cultivar los campos, podía obtener su propio alimento y almacenarlo, pero pronto aprendió que los granos que le daban las espigas necesitaban cierta transformación para hacerlos más digestibles, para que sus ancianos y niños pudieran alimentarse sin sufrir por ello daños irreparables en sus organismos, y el hombre del Neolítico puso a sus hijas más jóvenes a moler aquellos granos entre dos piedras durante horas y horas... luego utilizó sus animales, cuando no sus esclavos, para mover primitivos ingenios, y así durante muchos siglos, al hombre se le concedió el pan gracias a los llamados molinos de sangre.


Piedras de molino
Entre dos piedras se muele el trigo o Que entre dos piedras se muela el trigo, que decía Fernán Caballero para hablar del justo castigo que deben llevar los culpables de alguna falta. Refrán actual y plenamente vigente como lo demuestra el siguiente fragmento acerca de la corrpución sacado del foro de Alhahuín el Grande (Málaga) [consulta: 09/05/2011]:
P: son más de 4000 alhaurinos que permanecen en silencio, ¿que pasará el día que rompan el silencio? ¿que pasará el día que griten contra la corrupción?
R: Somos más, muchos más. Lo único es que nos callamos porque no podemos plantar cara a vecinos de toda la vida que ahora están exaltados por culpa de quien ya sabéis. Dicen que entre dos piedras se muele el trigo, bien, pues somos la piedra que no da a moler. No creo que salgamos a la calle, es una cuestión de tener o no tener vergüenza.
Boca sin muelas, molino sin piedra: Oigamos a don Quijote hablando con Sancho tras haber sido apaleado  al confundir un rebaño de ovejas con un ejército:
—¡Sin ventura yo! —dijo don Quijote, oyendo las tristes nuevas que su escudero le daba—, que más quisiera que me hubieran derribado un brazo, como no fuera el de la espada. Porque te hago saber, Sancho, que la boca sin muelas es como molino sin piedra, y en mucho más se ha de estimar un diente que un diamante (Quijote cap. XVIII, primera parte).
Estas piedras reciben los nombres de solera y volandera, pero también otros más curiosos registrados por Covarrubias, coetáneo de Cervantes, en su Tesoro de la lengua castellana o española, bajo la voz moler:
Y advierte que de las dos muelas, la inferior se llama mola asinaria, propter eius tarditatem, o se llama asinaria la muela que es traída por el jumento. De donde los latinos hazen diferencia de la muela asinaria y la manuaria, que ésta era más pequeña se traía a la redonda con la mano.
El movimiento de la rueda es el símbolo del trabajo, y no solo en el molino sino también en otras actividades. Dice Correas: «En cuanto la piedra va y vien, Dios dará del su bien: la rueda del molino y la del barbero; que mientras hay salud, y se trabaja al oficio, hay provecho.»


Piedras de molino en el que pueden verse las picadas
Vente conmigo al molino,
y serás mi molinera,
echarás trigo a la tolva,
mientras yo pico la piedra. 

Picar la piedra, labor que el molinero tenía que realizar con cierta frecuencia para que las ruedas molieran bien el trigo, de ahí Estar el molino picado significaba estar algo a punto. Llegar a molino picado, recogió Cejador en la provincia de Segovia. Volvamos otra vez a don Quijote y su escudero:
Sancho respondió que hiciese su gusto, pero que él quisiera concluir con brevedad aquel negocio, a sangre caliente y cuando estaba picado el molino, porque en la tardanza suele estar muchas veces el peligro, y a Dios rogando y con el mazo dando, y que más valía un toma que dos te daré, y el pájaro en la mano que el buitre volando (Quijote cap. LXXI, segunda parte).
Y de las piedras a las ruedas.

¿Quién no ha oído lo de Comulgar con ruedas de molino? La rueda es pieza fundamental en la maquinaria molinar, toma la fuerza del agua y la propaga arriba y abajo hasta hacer que las piedras se muevan.
Rueda de un molino
Aunque comulgar con una rueda de estas tampoco debe ser fácil, no son estas ruedas a las que se refiere la expresión, sino a las otras, a las que hemos visto anteriormente, las piedras ya que volvemos a Covarrubias que nos vuelve a aclarar bajo la voz moler: «Es quebrantar y bolver en polvo la cibera, principalmente en la rueda del molino, que por esa razón se dixo muela».
Comulgar con ruedas de molino, Tragárselas como ruedas de molino, Comulgar con piedras de molino; de las tres formas puede encontrarse esta expresión en los corpus, lo que viene a corroborar lo que nos aclaraba Covarrubias.
Sin duda sí se refiere a esta rueda el dicho recogido en Morata de Tajuña, pueblo que cuenta con un interesante molino restaurado y convertido en museo: Trajina más Marcelino que la rueda de un molino.
También relacionada con los molinos y sus ruedas es la locución Corriente y moliente, que se aplica a las cosas que funcionan como deben y suelen. 
De lo que no cabía duda, es que aunque fuera ruidoso el molino, El molino no ha menester ruido, pero no puede vivir sin él,  el molino no podía pararse, porque Andando gana la aceña, que no quedándose quieta, refrán recogido por Correas, pero al que Cejador da una interpretación peculiar: 
Para los que han de irse fuera a ganarse el pan. Buena falta hace en Castilla, donde el inmenso ambieta aplasta y no los deja salir del pueblo. Loa aventureros de América más fueron del litoral que de la meseta. donde se ven pocos indianos o peruleros.
El molino debía andar, por activa y por pasiva, y de distintas formas nos lo dejó dicho Correas, recogiendo lo que sin duda oía en las calles de Salamanca: El molino, andando gana, que no estando la rueda parada; El molino mientras anda gana; Molino que no anda, no gana,  y más aún, haciendo extensiva la ganancia a la familia del molinero: Dinero tenía el niño, cuando molía el molino.

Rueda de carro y rueda de molino, intereses contrapuestos, como lo señala el refrán recogido por Correas con su correspondiente explicación: «No venga a la vega lo que desea la rueda: entiéndase la rueda de la carreta, que desea seco el camino; y en bajíos y tierras húmedas se entenderá la rueda del molino, que quiere agua para andar, y no la vega». Puesto que la rueda necesitaba agua, no nos extrañe que se aproveche, en los ríos caudalosos, el agua corriente que baja por ellos moviendo directamente las ruedas de las llamadas aceñas, como por ejemplo puede apreciarse en el plano de Aranda de 1503 en el que pueden verse señaladas claramente dos ruedas sobre el Duero.

Plano de Aranda de 1503
A pesar de la abundancia de agua en los ríos principales, las aceñas presentaban serios problemas, pues las avenidas eran frecuentes y producían grandes destrozos en la maquinaria molinar, Lo que el agua trae, el agua lleva (Correas), cuando no la muerte o la integridad física de los molineros: ¡Guay de la molinera que al molinero el agua le lleva!, y explica Correas que al ser las molineras por lo general más débiles, es más probable que se las lleve antes la avenida. Ya que el agua no vaya al molino, vaya el molino al agua o mejor empecemos a Llevar el agua al molino:  Por san Martín bebe el buen vino y deja el agua para el molino, conformémonos con lo aparentemente más seguro, aunque no siempre más fácil, como veremos enseguida: Heredad por heredad, molino de pan, en arroyo que no en caudal, nos dice una vez más el maestro Correas.
Para llevar el agua al molino, en las corrientes de poco caudal, el agua se desvía del curso principal y se represa en lo que se llama el caz, hasta que consigue un volumen suficiente capaz de mover la rueda. La lucha por el agua es constante en las zonas de secano, de ahí que mucho molinos trabajaran solo en invierno cuando el agua era más abundante.
Caz del molino de Montejo de la Vega de la Serrezuela (Segovia)
Los problemas entre los labradores y los molineros —Molinico ¿por qué no mueles? Porque me beben el agua los bueyes—, incluso entre los propios molineros son continuos ya que Cada uno quiere llevar el agua a su molino y dejar seco el de su vecino. Y así llegamos a la fusión de refranes y adivinanzas, algo muy del gusto de los Siglos de Oro y de lo que veremos algún ejemplo más: Como no tengo agua, agua bebo; si agua tengo, vino bebo, estando la respuesta en el propio refranero: Con agua muele el molino y el molinero con vino. En definitiva, Pide agua todo molino, y todo molinero su vino. Ya hemos visto que la familia del molinero medraba cuando el molino andaba, porque como bien dice el refrán asturiano: Col agua del molín, la molinera engorda´l gochu, lógicamente no con el agua del molino, pero sí con los rendimientos que esta deja.

Al final, vistos los problemas que representaban los molinos, ya en la Edad Media se aconsejaba: Haz molinillo en tu corral, y no te dirán no hay pan.

Agua pasada no mueve molino, sin duda, pero algo se movía aguas abajo de los molinos porque:
No muíño fan cantigas,
no muíño fan concellos,
no muíño fanse amores
e contan contos os vellos.

Antes de dedicarle unas líneas a los molinos de viento, excusa última de esta charla, recordemos una pequeña pieza del molino a la que ya le dedicamos unas líneas: Por demás es la cítola, cuando el molinero es sordo, algo que no me cansaré de repetir.

Y bien llegamos a los gigantes que hasta aquí nos han traído 


Molinos de Campo de Criptana
Vistas las dificultades que tenían los molinos de agua, viendo las grandes inversiones que tenían que hacer los dueños de los molinos, generalmente grandes señores, monasterios o villas, viendo los altos costes de mantenimiento que tenían que soportar los explotadores, es decir los molineros, se decidió aprovechar la fuerza del viento, y así poco antes de que don Quijote empezara a recorrer los campos de la Mancha, estas siluetas de gigantescos brazos empezaron a girar, para confundir así a nuestro hidalgo.

Pocos son los refranes y expresiones que nos han dejado los molinos de viento, de hecho el maestro Correas, no lo olvidemos coetáneo de Cervantes, solo nos ha dejado uno Molinero de viento, poco trabajo y mucho dinero, lo que indicaba que en aquella época el molino de viento era productivo, aunque con el tiempo perdiera su prestigio como nos indican los dos refranes recogidos por Rodríguez Marín ya en el siglo XX: Pescador de caña y molinero de viento, sin notario hacen su testamento y  Pescador de río y molinero de viento, mala olla y peor testamento.

Bibliografía 
  • Calvo Pérez, Juan José (2004) : «El río Gromejón (2): Molinos tradicionales en torno a sus riberas. El molino de Revilla», Cuadernos del Salegar, 40-41. [En línea] (http://mimosa.pntic.mec.es/~jcalvo10/Textos-CdS/40-41molinos.pdf), [consulta: 09/05/2011].
  • Correas, Gonzalo (1627 = 2001): Vocabulario de refranes y frases proverbiales, ed. Louis Combet, revisada por R. Jammes y M. Mir, Madrid: Castalia. Nueva Biblioteca de Erudición y Crítica, 19.
  • Forné José y Maïté Mir-Andreu (2002): «Meuniers et moulins au XVIIe siècle en Espagne d'apres le Vocabulario de refranes de Gonzalo Correas (1627» en Moulins et meuniers dans les Campagnes européennes (IXe-XVIIIe siècles) ed. M. Mousnier. Toulouse: Presses Universitaires du Mirail. [Google Books, 11/05/2011].
  • Redondo, Agustín (1989): «De molinos, molineros y molineras: Tradiciones folklóricas y literatura en la España del Siglo de Oro», Revista de Folklore, n.º 102, pp. 183-186.
  • Rodríguez Marín, Francisco (1926) Más de 21.000 refranes castellanos no contenidos en la copiosa colección del Maestro Gonzalo Correas: allególos de la tradición oral y de sus lecturas durante más de medio siglo: (1871-1926). Ed. Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos.

[1]  Todas las imágenes son propias, con la misma licencia de esta página, menos la de los molinos de Campo de Criptana que pertenece a Wikimedia Commons.

sábado, 28 de mayo de 2011

Número 14: En medio la plaza...

En medio la plaza estoy,
nadie me puede echar fuera,
aquí cantamos nosotros,
salga el SOL por donde quiera.
No son muchos los refranes que hacen referencia a las plazas, a lo mejor porque ya se sabe que las plazas son como ese cuarto de estar común en el que todo ocurre, y ¿quién se molesta en reflexionar sobre el espacio ideal para discutir, intercambiar, vivir...?

No me busque en casa quien me puede hallar en la plaza, dijo don Juan de Iriarte en el siglo XVIII, en un precioso libro en el que se dedicó a poner algunos refranes comunes en latín.

SolRíe: el Mundo te mira

El hombre debe salir a la plaza, debe ir a ella para ocuparse de la res púbilica, mientras que siguiendo la mentalidad de la época, que venía de lejos, la casa debe quedar para la mujer: La mujer en casa, y el hombre en la plaza, o El tocino hace la olla, el hombre la plaza, y la mujer la casa.

Ollas, hombres y mujeres se han juntado estos días en nuestras plazas, en las que no han faltado las caceroladas, las flores, las manos en alto...

Las plazas, ese espacio privilegiado que apetecen comerciantes, ricoshombres y mesoneros,  porque como dice el proverbio español No todos pueden vivir en la plaza, es sin lugar a dudas de todos, de todos los hombres y mujeres que quieran disfrutarlas, porque como mejor sentencian los italinos Si todos no pueden vivir en la plaza pública, todos deben gozar dela luz del sol.

En esto de las plazas, los españoles hemos sido siempre más rotundos:

En la plaza de mi pueblo,
dijo el jornalero al amo:
«Nuestros hijos nacerán,
con el puño levantado.»


Nuevos tiempos traen nuevas costumbres y ahora las revoluciones se hacen de otra manera, seguimos tomando las plazas pero el aire y la noche se llenan de gritos mudos y de manos levantadas.

Sé prudente y no te importen demasiado las críticas porque ya en tiempos latinos se decía  Qui struit in callem, multos habet ille magistros, sentencia que nuestros tatarabuelos labradores supieron trasladar al romance: Quien en la plaza a labrar se mete, muchos adestradores tiene.

Las plazas, sin duda, enseñan y de ellas se sale fortalecidos:

En medio la plaza estoy,
y a ninguno tengo miedo,
salga uno, salgan dos,
salgan tres, que a cuatro espero.

Ahora, nucna olvides lo que nuestros abuelos aconsejaban: No estés mucho en la plaza, ni te rías de quien pasa.