jueves, 29 de junio de 2023

Núm. 287. Hoyales de Roa y su media torre (I)

Pareciera, visto desde lejos, que Hoyales de Roa fuera solo esa torre que señorea el territorio, pero Hoyales es mucho más, y para descubrirlo nada como dejarse llevar de dos riberizadoras de primera, Maricarmen y Marijose.

Puntuales nos esperan al pie de la iglesia, y esa iglesia tan maciza es lo que a mí me gustaría primero destacar, la iglesia de Hoyales merece la pena, con esa planta irregular que le da cierta singularidad, pero para visitarla todavía debemos esperar.

Iglesia de Hoyales vista desde la plaza. Destaca su torre  cuadrangular y su volumentría irregularvy su a su
Iglesia de San Bartolomé
El nombre de Hoyales está muy relacionado con el agua, que abunda en el terreno, al contar no solo con el Riaza, sino también con multitud de manantiales. A pesar de ello hubo que esperar hasta 1976 para que llegara el agua a las casas, paradojas de la vida. De aquellos tiempos se conservan aún algunas fuentes y pilones.

Emprendemos el paseo por las calles del pueblo, que están tranquilas por ser todavía temprano. Hoyales tiene poco más de doscientos habitantes, aunque en verano, como en todos los pueblos, se duplica la población; y la asociación cultural, Oyo de los Aies, que dicen que fue el antiguo nombre del pueblo, tiene más de quinientos socios.

Hacemos una paradilla para dirigir nuestra mirada, entre medias del caserío, al valle. Desde allí pueden verse los cultivos -cebollas, remolacha, patatas...- que despuntan en la vega, y franqueados por el oeste, la mancha oscura de los chopos que bordean el cauce del Riaza. Pero si nos hemos detenido en ese punto, es porque allí empezaba el que en otro tiempo fue llamado barrio chino, llamado así por lo numerosas que eran las familias que vivían en casas de adobe, por otra parte más reducidas que lo esperado.

Construcción derruida de adobe y piedra con un banco verde apoyado allí

Camino del cotarro donde se agrupan las bodegas, podemos ver alguna construcción en adobe, el inevitable, y por otro lado entrañable, banco verde de la Caja del Círculo, que tantos recuerdos nos trae, las flores en los balcones... 

Llegados al primer descanso, empezamos a echar la vista hacia el horizonte y a identificar las poblaciones, tomando como referencia la Cuesta Manvirgo: Roa, Guzmán, Villaescusa... El barrio de las bodegas, lagares y contadores es un hervidero de construcciones variopintas, todas tienen algo singular, todas parecen transmitir vida y alegría. Nos detenemos con las riberizadoras en rememorar esa actividad alrededor de ellos, hoy todos convertidos en merenderos. Entre estos merenderos nos llama la atención un vagón de ferrocarril, hoy abandonado, según nos dicen, pero en otro tiempo con bullicio.

Poco a poco llegamos a la parte este, desde donde se puede apreciar el trazado de la cañada, con la cruz que marcaba el cruce de caminos, y nos damos cuenta de la importancia que esta actividad tuvo para los pueblos por los que pasaba. Estamos ante un tramo de la Cañada Real Aragonesa. Las cañadas eran amplias para facilitar no solo el tránsito sino también la alimentación del ganado. Las cañadas tienen también un valor histórico cultural. La red nacional está compuesta por cañadas, veredas, traviesas y ramales, cuya titularidad pertenece a las comunidades autónomas.

La cañada desde las bodegas

Los rebaños de merinas, muy importantes para la economía durante siglos, se trasladaban desde los pastos de verano a los de invierno. Aprovechaban los vados para atravesar los ríos, y estos vados eran aprovechados igualmente por las tropas en sus desplazamientos, así como por los carruajes. El Real Concejo de la Mesta fue fundado por Alfonso X en el siglo XIII y estuvo funcionando hasta el siglo XIX, Esta institución gozó de grandes privilegios, de tal forma que el pueblo llegó a acuñar aquello de Tres santas y un honrado, traen al pueblo agobiado. El honrado era el Concejo.

Los caminos se señalizaban mediante cruces, y en Hoyales se conserva una, restaurada recientemente, hacia donde el día de San Isidro se llega la procesión para bendecir los campos. En los viajes, eran necesarias realizar paradas cada cierto tiempo, para ello se utilizaban como descansaderos chozos y tenadas, que eran alquilados a los lugareños. En Hoyales existían las arrenes, lugares cercados con abundante pasto para el ganado, de los que todavía se conservan algunos, ahora absorbidos por el caserío.

 

Letrero de "calle de Arrenes"
Entrada bajo las casas a los antiguos arrenes



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Los recovecos del barrio de las bodegas, al pie de la torre, son propicios para sacarnos fotos. Es como volver casi a la prehistoria. Y por encima de los tejadillos, mirando hacia arriba, la imponente torre. Es tan imponente, que preferimos achicarnos, escondernos, para que su señorío no pueda con nosotros.

Vista lateral de la torre desde el barrio de bodegas

La torre de Hoyales se construyó en el siglo XV, es una torre señorial, para marcar territorio. Consolidada muestra un perfil singular y a su sombra se celebran algunas bodas, pues es un bonito lugar.

Costaba de tres pisos y en lo alto puede apreciarse el paseo de ronda con su ladronera con vistas a la cañada real, y las dos escaraguaitas, que según dicen los expertos en arquitectura defensiva servían más de ornamentación que de vigilancia. 

Dejamos atrás la torre, y aprovechamos la sombra de las bodegas para hacernos algunas fotos. 

Si impresiona la torre, qué decir de esos pasillos que dan paso a las bodegas, de las que se desprende el frescor característico.

Visitaremos a continuación la zona de lagares, pero todavía nos queda bastante que ver en Hoyales, así que dejaremos nuestro paseo para otra entrega, que no queremos aburrir a los lectores curiosos que se dejen caer por este blog.

 

 
 
Junio de 2023