Hoy, con el número 3 leído, vuelvo a ella, y lo hago con especial énfasis en la importancia que da a la literatura femenina, a las creadoras, y especialmente a las del otro lado del charco. Pocas veces aquí, en la madre patria, tan dados a mirarnos el ombligo, tenemos acceso a la literatura que se hace del otro lado, más allá de las vacas sagradas que llenan los escaparates de las principales librerías y los espacios en los grandes medios. Hay otra literatura y siempre ha habido otra literatura, pero no sabemos cómo llegar a ella.
Todo un acierto la selección de poemas escritos por mujeres de Venezuela. Sí, Venezuela, ese país del que solo nos acordamos cuando nos llegan las noticias de las carencias de los supermercados y las penurias que pasa su población. No voy a minimizarlas, al contrario, porque, precisamente, leyendo la poesía escrita por estas mujeres se llega al fondo de la tragedia de estas personas. No hay imágenes intencionadas de telediario que expresen mejor ese sinvivir cuando ya se ha perdido toda esperanza, que lo que muestran estos versos de Georgina Ramírez, sacados de un poema titulado La última cena:
Alguien tiene que quedarseSin embargo, la vida sigue a pesar de todo, y no faltan las alegrías para el cuerpo:
a alimentar a los muertos
de hambre o de fe
que quizá es lo mismo.
me dices que prefieres un hotel,Así comienza el poema Lost in translation de Ruth Hernández Boscán, y tampoco faltan espacios comunes en los que encontrarnos, como en el recreado por Oriette D'Angelo en el poema Una cosa que será:
porque en mi casa harías nido.
no tuve patio / tuve mar y cieloEs obligado hablar del artículo incluido de Jim Morrison como poeta desconocido, y también de la cultura clásica y del soplo de cultura catalana, desde el centro tan olvidada, que impregna la revista, pues no en vano comparten origen Cataluña y Andalucía.
tuve agua y a The Police cantándome en la radio.
En cualquier caso y entre todos los valores de este número, voy a quedarme con el relato de Lourdes Vega Ramírez, una costarricense desconocida. El relato se titula El faro, y a decir verdad es un relato extraño que habla de cómo cualquier detalle puede hacer retornar, aunque sea brevemente, la memoria a los desmemoriados.
Foto subida por Vega Ramírez a las RR. SS. |
En un cuadradito al lado del relato se nos resume la biografía de Vega Ramírez, y de ella destaco cómo abandonó su carrera para cuidar de su madre, enferma de Alzheimer, y de cómo el aislamiento ineludible la llevó al relato y de ahí a reunirlos en un volumen: Vivencias de una cuidadora. Rosas para mi madre.
No siempre la buena literatura viene de la mano de los consagrados, y los lectores podemos felicitarnos de que una revista como 142 nos la acerque.
3 comentarios:
Las vacas sagradas que se vayan un ratito a su establo de oro.
Felicidades a 142.
Me lo apunto.
Desconocemos bastante de la literatura que se ha hecho y se hace al otro lado del charco. Y cuando te interesas por ella, te quedas tan sorprendida....Miraré este revista y las autoras que mencionas. Aunque son tantas las que van saliendo que...no me da tiempo a asimilarlas.
Besos y felicidades a esta revista cultural 142.
Besos
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