miércoles, 16 de noviembre de 2016

Número 137. Niebla en Pensión Salamanca



Decía Pancho, al comentar mi entrada de la semana pasada, que Unamuno va construyendo los paisajes poco a poco y que Salamanca «la va haciendo suya, párrafo a párrafo, a medida que pasan los años».

Cierto, ¿qué sería hoy de Salamanca sin Unamuno y qué sería Unamuno sin Salamanca? Tan unidos que cuando se cruza en nuestra relectura de Niebla una novelita contemporánea, Pensión Salamanca, pensamos que quizá Unamuno, Augusto, su famoso diálogo autor-personaje, y la propia Salamanca tengan algo que ver en ella, así que hacemos un inciso en Niebla y vamos con esta novelita contemporánea. 


Bosques - 54 (16246000857)


Se abre el libro en primera persona.
Llegué a Salamanca una soleada tarde de principios de mayo.
La autora, Susana Martín Gijón, convertida en su propio personaje, arrastra la maleta por las calles más comerciales, donde se agolpan los transeúntes, atraviesa la imprescindible y «churrigueresca plaza Mayor» y tras cruzar otra plaza con solera, la del Corrillo, llega a su destino, la Pensión Salamanca, de la que la autora piensa que «con el nombre no se habían roto los cuernos». 

No sabemos sus propósitos, ni qué es lo que la ha llevado allí a primeros de mayo, aunque los seguidores del género negro quizá sepan adivinar que en la ciudad universitaria tiene lugar desde hace bastantes años un importante congreso de novela y cine negro, y quizá su autora preferida, pues a pesar de su juventud cuenta con su público, haya ido allí a participar en ese congreso. Efectivamente, unos párrafos más abajo se nos desvela que la autora va a presentar una comunicación, que «la ficción criminal, el detective hard-boiled, las discusiones sobre los límites del género y el eterno debate entre vísceras o psicología poblarían» las siguientes horas.

El género negro hablando del propio género negro.

Comenta Susana en una reunión con un grupito pequeño de seguidoras, que esta novelita suya, la última, es en realidad un «experimento». Adelanta ella y también las que ya la han leído que en esta novela ella es un personaje más y que interactúa y conversa con sus personajes, ¿a qué nos suena esto y además en Salamanca?
—No cuelgues, por favor. Te necesito más que nunca.  
Dice el personaje de Susana, ya en tercera persona, al principio del capítulo segundo cuando telefonea a Annika Kaunda. 

¿Quién es Annika Kaunda? 

Según la contraportada del librito, Annika es una oficial de policía adscrita a la comisaría de Mérida, de origen africano y negra. Los seguidores de Susana Martín Gijón sin duda sabrán dar muchos más detalles sobre este personaje, que se nos presenta con gran fuerza. 

Ahora Annika está de baja y embarazada —¡spoiler!, ¡spoiler!, gritará la palabra de moda algún lector—, y esos mismos lectores sabrán qué tiene eso de extraordinario en el devenir de esta policía singular, aunque a los que el azar nos ha hecho que empecemos por esta última novela, el hecho nos parezca nada reseñable. En cualquier caso, a Annika, que al contrario de Augusto Pérez, no reconoce a su autora, una fuerza interior parece impulsarla a dar por buena aquella llamada loca y a acudir, como el propio Augusto, a Salamanca para reunirse con su creadora.
Cuando Annika consiguió llegar a la dirección indicada habían transcurrido más de dos horas.
Mucha prisa se dio Annika en hacer el trayecto de Mérida a Salamanca, trayecto que según Google Maps lleva un mínimo de dos horas y media, pero no nos ensañemos en estos detallines en una novela donde todo es tan real, y donde la mayoría de los personajes que aparecen en ella lo son. En ese ambiente, Annika Kaunda es sin duda conocida, y por ello no deja de sorprender a los asistentes al congreso: 
—¿David Knutson? Soy Annika Kaunda, oficial de policía. Necesito hablar con usted.
Aquel hombre abrió desmesuradamente los ojos. Se la quedó observando con suspicacia y después una sonrisa divertida afloró a sus labios.
—No la imaginaba así.
—Disculpe.
—Nada, cosas mías, no me haga caso.
Si a estas alturas alguien duda de la existencia de Annika, de su personalidad fuera del papel impreso, habría que volver a recordar al maestro y a su personaje en el célebre diálogo entre ambos:
Vamos a cuentas: ¿no ha sido usted el que no una, sino varias veces, ha dicho que don Quijote y Sancho, no son ya tan reales, sino más reales que Cervantes?
El personaje, que ha conseguido más fama en el mundillo de la novela negra que su autora, se mueve sin salir de su asombro por entre personajes reales que saben de su vida más que ella misma. 

Y mientras Annika hace su trabajo, investigando sangrientos crímenes, esperemos que estos sí inventados, Susana, en comisaría, quizá repase mentalmente las notas de su próxima comunicación:

«Mis novelas están ambientadas en Extremadura, porque quiero dar visibilidad a Extremadura, y la conozco bien... No concibo la literatura fuera del compromiso y la responsabilidad social... La novela negra me sirve de vehículo para la denuncia social, es un género que te permite ir a los bajos fondos y denunciar lo que allí pasa.»(1)

¿Qué es lo que denuncia Susana Martín Gijón en esta novela? ¿Cuáles son esos bajos fondos salmantinos que permiten sacar a la luz lo que ocurre en la ciudad universitaria?

Aunque la pista definitiva que pone a Annika Kaunda en el buen camino para encontrar al criminal no esté nada clara, la motivación se nos muestra en toda su crudeza, sobre todo para aquellos que conozcan bien los ambientes universitarios donde las puñaladas dialécticas abundan a la hora de que una comunicación prevalezca, de que el jefe te cite en un artículo, de que tú, por supuesto, cites al jefe y a poder ser a sus discípulos preferidos, donde se mata —en Pensión Salamanca literalmente— por hacerse con un puesto en el escalafón académico, por sumar puntos al currículum, por conseguir esa beca o esa estadía en el extranjero... Y poco importa que esta vez la acción se mueva entre los aspirantes, entre los que empiezan, los consagrados sabemos que son incluso mucho peores.

Sigue Susana repasando mentalmente sus notas: «el mundo de la novela negra es un mundo muy masculinizado, las autoras, que hay muchas, son completamente invisibles, por supuesto rara vez consiguen algún premio, pero incluso es que nuestra presencia molesta. Nos quieren ver en casa y con la pata quebrada...»(1).

Plaza de Anaya

Resuelto el crimen, el congreso continúa, los ciento cincuenta comunicantes se intercambian tarjetas en días frenéticos saltando de sesión en sesión... Susana pasea relajada por la calle de Canalejas con Annika. Gracias a ella se ha librado de un buen susto y podrá seguir su carrera en un mundo lleno de chalados, según palabras de Annika. Una Annika que sigue sin entender qué hace ella en fuera de su Mérida en un congreso de locos de remate, descubriendo a asesinos inventados y siguiendo pistas sangrientas en baños de viejas pensiones con olor a vieja Salamanca. 

Antes de despedirse no puede vencer la tentación de preguntar a Susana:
Pero antes aclárame algo que no había tenido ocasión de preguntarte: ¿tú a mí de qué me conocías?
Susana la miró de hito en hito. Por un momento pareció tentada a responder. Después cambió de opinión:
—Es una larga historia, Annika... nos queda pendiente para otro día, ¿de acuerdo?
Comentario para el club de lectura La Acequia.

(1) Notas tomadas en el encuentro con la autora dentro de Cuarto Propio (Medialab-Prado) el 8 de noviembre del 2016.

  Medialab- 

5 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Es una excelente y divertida manera de enlazar la lectura de la novela de Unamuno con otra que nos descubres y propones. Me la apunto, claro.

pancho dijo...

Bien elegidas las fotos para la entrada. El colegio Pan y Carbón, un colegio universitario antiguo abandonado y en ruinas que tanto sugiere.
Los personajes de ficción se rebelan contra los autores.
No te creas que esa apreciación que señalas sobre Unamuno y Salamanca es propia, se la he leído a Pedro en algún sitio o comentario y se me quedó grabada.
No conocía a la autora, pero presenta una oferta atractiva por lo que comentas.
Un abrazo.

La seña Carmen dijo...

Evidentemente la identificación de Unamuno con Salamanca es muy común. No sabía qué eran las fotos, al menos la primera, pero me llamó la atención al buscar en Wikimedia.

Abejita de la Vega dijo...

Los personajes se salen de los libros y campan a sus anchas. Muy unamuniana esa novela que nos presentas. Lo de las puñaladas traperas en la universidad me suena...dagas florentinas me han contado. Últimamente oigo hablar de novelas negras por todas partes. ¡Viva la novela negra!

Besos de María Ángeles y Austri, su ente de ficción.

Ele Bergón dijo...

Aunque con un poco de retraso vengo hasta aquí, ya sabes que de vez en cuando me quedo sin Internet y qué bien me encuentro allí entre los árboles de la Fuente de los pájaros, lo tenemos pendiente el visitar este lugar que tanto me inspira. A ver si en la próxima excursión coincidimos, pero será mejor tomarlo por la mañana, porque ya sabes que por la tarde se nos acaba.

Dicho esto, que solo nos interesa a ti y a mí, te diré que tengo tantas novelas en la recámara que tengo que ir poco a poco. Después de leerte me han entrado ganas de acercarme un día a esta asociación de Medialab de la que me escribiste.

Seguimos en contacto . Besos

PD. Te contesto en mi blog a lo del" viaje "de Unamuno

Besos