sábado, 28 de mayo de 2011

Número 14: En medio la plaza...

En medio la plaza estoy,
nadie me puede echar fuera,
aquí cantamos nosotros,
salga el SOL por donde quiera.
No son muchos los refranes que hacen referencia a las plazas, a lo mejor porque ya se sabe que las plazas son como ese cuarto de estar común en el que todo ocurre, y ¿quién se molesta en reflexionar sobre el espacio ideal para discutir, intercambiar, vivir...?

No me busque en casa quien me puede hallar en la plaza, dijo don Juan de Iriarte en el siglo XVIII, en un precioso libro en el que se dedicó a poner algunos refranes comunes en latín.

SolRíe: el Mundo te mira

El hombre debe salir a la plaza, debe ir a ella para ocuparse de la res púbilica, mientras que siguiendo la mentalidad de la época, que venía de lejos, la casa debe quedar para la mujer: La mujer en casa, y el hombre en la plaza, o El tocino hace la olla, el hombre la plaza, y la mujer la casa.

Ollas, hombres y mujeres se han juntado estos días en nuestras plazas, en las que no han faltado las caceroladas, las flores, las manos en alto...

Las plazas, ese espacio privilegiado que apetecen comerciantes, ricoshombres y mesoneros,  porque como dice el proverbio español No todos pueden vivir en la plaza, es sin lugar a dudas de todos, de todos los hombres y mujeres que quieran disfrutarlas, porque como mejor sentencian los italinos Si todos no pueden vivir en la plaza pública, todos deben gozar dela luz del sol.

En esto de las plazas, los españoles hemos sido siempre más rotundos:

En la plaza de mi pueblo,
dijo el jornalero al amo:
«Nuestros hijos nacerán,
con el puño levantado.»


Nuevos tiempos traen nuevas costumbres y ahora las revoluciones se hacen de otra manera, seguimos tomando las plazas pero el aire y la noche se llenan de gritos mudos y de manos levantadas.

Sé prudente y no te importen demasiado las críticas porque ya en tiempos latinos se decía  Qui struit in callem, multos habet ille magistros, sentencia que nuestros tatarabuelos labradores supieron trasladar al romance: Quien en la plaza a labrar se mete, muchos adestradores tiene.

Las plazas, sin duda, enseñan y de ellas se sale fortalecidos:

En medio la plaza estoy,
y a ninguno tengo miedo,
salga uno, salgan dos,
salgan tres, que a cuatro espero.

Ahora, nucna olvides lo que nuestros abuelos aconsejaban: No estés mucho en la plaza, ni te rías de quien pasa.

No hay comentarios: