martes, 1 de junio de 2021

Núm. 249. San Martín de Rubiales

En trigos verdes
Una amapola sola.
Carmen lo capta.
(Luz del Olmo)

 
una amapola en medio de un campo de cebada aún verde.a a

Aunque la foto no salió como se esperaba, abro la visita a San Martín de Rubiales con el haiku que le brotó a mi amiga Luz del Olmo, cuando me paré a hacer una foto al siempre elegante pimpirigallo.

Fue en una visita a uno de los varios pueblos de la Ribera del Duero incluido en el programa «¿Te enseño mi pueblo?». 

Por la vega

Tere, una de las dos riberizadoras de San Martín, llegó puntualísima a la cita, en el parquecillo Crisanto Bascones, sacerdote que dinamizó el pueblo y dejó por escrito algo de su memoria [1]. Allí mismo está, todavía en buen estado de conversación, uno de los dos lavaderos del pueblo, uno a la parte de arriba, y este, a la parte de abajo. Como era habitual, las mujeres debían lavar arrodilladas -¿qué pecado habrían cometido para imponerles esa penitencia también en los lavaderos?- y quedaban bien separadas los pilones de lavar y aclarar. La ropa, que se tendía al verde en los alrededores, se subía a casa ya seca. 

Se subía, porque San Martín de Rubiales es un pueblo en cuesta con dos únicas calles, una larga y longitudinal, la calle Real, y otra transversal, más pequeños callejones sin salida; un pueblo, sin duda, de trazado singular.

Rubia tinctorum - Köhler–s Medizinal-Pflanzen-123

El apellido Rubiales le viene de la abundancia de esa planta en los alrededores; San Martín, población y nombre, se añadieron después. Camino de la ermita de San Juan, Tere nos habla de la historia de Rubiales y de cómo los moros, con Almanzor al mando, arrasaron el pueblo probablemente en más de una ocasión. Leyenda e historia documentada se funden al pie del cerro Socastillo en la ladera denominada Cementerio de Moros.

La ermita de San Juan es un ameno lugar vigilado por altos cipreses. No destaca por sus valores arquitectónicos, aparte de la solidez de sus muros, pero sí por las chocolatadas y recuerdos relacionados con la festividad en la memoria del pueblo. La imagen del santo se mantiene en la iglesia, entre otras razones, para disuadir a los rapiñeros de obras de arte.

El molino y la fábrica de harinas, que tuvo una gran producción hasta bien avanzado el siglo XX, se nos muestran hoy en ruinas, llenas de nostalgia y maleza. Al otro lado del río y del puente, quedaba la estación del desaparecido ferrocarril Valladolid-Ariza. Tere refresca las reticencias que hubo entonces, en el siglo XIX,  entre los propietarios a ceder las tierras, y el beneficio que trajo después. Hoy recordamos lo remisos que son los bodegueros de la carretera de Valladolid a dar facilidades para el trazado de la autovía. Ellos ya tienen su negocio; el bien común -¿eso qué es?- no les importa, y el tránsito por la antigua carretera se hace cada día más penoso: numeroso tráfico, mal asfaltado, limitaciones continuas de velocidad...

Cauce del Duero con árboles, vegetación y el agua corriendo

 

El puente sobre el Duero, al sur de la villa, ha pasado por distintos momentos a lo largo de su vida. Además del puente, por el que pasó algo de la historia, debió haber también un vado, pues Tere recuerda que siempre hubo fincas a ambos lados del río. Nos asomamos al pretil y el Duero sigue saltarín su camino. En otro tiempo se pescaban anguilas en él, nos ha explicado Tere al hablarnos de las rentas que pagaban los molineros a los señores. 

Un palomar y una casilla de eras, a izquierda y derecha, nos flanquean la vuelta al pueblo, desde donde retomaremos el recorrido urbano, calle Real arriba hasta llegar a la iglesia. 

La iglesia de San Martín

Se accede a ella por una soberbia escalinata. El imagen del santo, bastante deteriorada por las inclemencias del tiempo, la preside. Destaca también el husillo adosado de subida al campanario. En la parte de atrás, dos ventanas más propias de palacio que de iglesia, destacan en la pared, por donde inevitablemente pasa un cordón de la luz. 
ventana gótica. En origen debía estar partida.
 
¿Cuándo se preocuparan las grandes empresas de infraestructuras de respetar el patrimonio?
 
Dentro nos reciben dos naves soberbias, una crucería gótica cubre todo el templo. Es una construcción sólida y sobria. En las paredes se reparten imágenes de distinta época y estilos. El retablo es barroco y en él son de notar sus columnas con hojas de vid, de las primeras de la provincia en usar esta decoración.
 
En el frente del soberbio coro queda impresa la leyenda que habla del mayordomo que procuraba por los bienes de la parroquia y que debía rendir cuentas periódicamente.
 
Estamos en lo más alto del pueblo. Arriba quedan los otros lavaderos, y en el mes de mayo se pinga el mayo, costumbre recuperada a raíz de la celebración del milenario.
 
Contrapicado que recoge un trozo de árbol a la izquierda, el husillo, la torre y parte de la fachada en el centro, y farol con esquina a la derecha lpeu re
Iglesia de San Martín

 

Notas:

[1] Mi tierra: San Martín de Rubiales (1999) y Dichos y apodos de San Martín de Rubiales (2003).

Aclaración: lavaderos en buen estado de conversación. Errata involuntaria, pero una vez descubierta, dejemos a los diablillos de la imprenta hacer su trabajo, ¿acaso no se conversaba y mucho en los lavaderos?

6 comentarios:

IES VELA ZANETTI dijo...

Allí mismo está, todavía en buen estado de conversación...
conservación????

La seña Carmen dijo...

Lavaderos en buen estado de conversación. Errata involuntaria, pero una vez descubierta, dejemos a los diablillos de la imprenta hacer su trabajo, ¿acaso no se conversaba y mucho en los lavaderos?

Gracias por leerme con ese detenimiento.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Buena excursión.
¿Por qué serán tan difíciles de fotografiar las amapolas?

Berta Martín Delaparte dijo...

Gracias por enseñarnos el pueblo. Nunca lo visité, pero me lo imagino precioso, con muchos rincones como los que nos presentas, en donde las piedras si pegáramos bien el oído nos relatarían muchas historias.

Un abrazo.

Sor Austringiliana dijo...

Los lavaderos eran una oportunidad de conversación para aquellas mujeres, sin dejar de atender sus tareas. Mientras descansas, machaca estas granzas. Un.vida dura, ay, pobres rodillas, ay qué dura la vida de las mujeres de hace no tantos años.
Una buena guía la ribererizadora Tere. San Martín de Rubiales ya no se me olvida...
Besos

Ele Bergón dijo...

Pasamos una mañana de primavera muy agradable, mientras oíamos las explicaciones de Tere.

Gracias por poner por aquí el haiku, me surgió cuando hacias la foto al pirigallo, así lo dicen por Pardilla.Ya veo que tiene distintos nombres y algunos muy parecidos. Este año he visto menos amapolas que otras veces.

En cuanto a los famosos lavaderos, pensé lo mismo que tú, porque cuando íbamos a lavar la ropa en ellos, la chachara de las mujeres era tan continua como el agua del arroyo o río que atrevesaba y atraviesa los pueblos de la Ribera.

Seguiremos ribarizándonos.

Besos