Solo ahora, bastantes años después de su muerte, acaecida por accidente en 1964, en el México donde vivía en el exilio, hemos podido disfrutar de su buen hacer literario y conocerla un poco más. Todo ello gracias a la labor de rescate que están llevando a cabo el profesor Antonio Plaza, su familia y algunas editoriales de las que se arriesgan: Hoja de Lata, Renacimiento y Espuela de Plata.
«¿Cómo hemos podido perdérnosla?», recuerdo que dijo Laura Freixas en la presentación de Trece cuentos, hace ya dos años, en
una pequeña librería del Barrio de las Letras en Madrid, muy cerca de
donde había venido al mundo en los primeros años del siglo XX.
Más
vale tarde que nunca, y los vecinos de la Ciudad de los Poetas, uno de
esos barrios relativamente nuevos de Madrid en los que es fácil perderse pues
todos los bloques son iguales, han tenido la buena iniciativa de dotar
de personalidad a espacios verdes y rincones de su barrio, y para ello propusieron a la Concejalía del distrito una serie
de iniciativas, que fueron felizmente aceptadas.
La concejala Montserrat Galcerán inaugura el acto |
Así
que una tarde soleada de marzo, víspera del Día de la Mujer, y muy
cerca del aniversario de la muerte de la escritora, nos reunimos un
grupo de personas para reconocer los méritos de una mujer singular y
honrar su memoria dando su nombre a un parque por el que pasearán los
viejos y en el que sin duda jugarán los niños.
Sus
nietos, que leyeron textos muy bien elegidos, recordaron un lejano
parque España, allá en México, al que iban con su tía, que suplía de
alguna manera la ausencia de su abuela siempre recordada y muy
añorada por todos ellos.
Los nietos leen textos sobre su abuela |
Los nietos leen textos sobre su abuela |
No
obstante, vayamos por orden. Abrió el acto la concejala Montserrat
Galcerán que supo poner a Luisa Carnés en su sitio. Y su sitio no es
otro que la Generación del 27, esa Generación en la que hasta hace poco
era únicamente «cosa de hombres», pero que poco a poco, y no sin esfuerzo, van saliendo a la luz ellas, las llamadas Las Sinsombrero, y Carnés no es que fuera una de ellas, es que como bien dice María Ángeles Merino «Carnés era quien hacía los sombreros a Las Sinsombrero».
Porque
Carnés se diferencia de sus coetáneas en algo que hay que señalar desde
el principio: ella se hizo a sí misma. A diferencia de Las Sinsombrero,
o al menos de la mayoría, Carnés no nació en una familia burguesa, ni
recibió una educación esmerada en los mejores colegios, ni se codeó con intelectuales en el
salón de su casa...Carnés nació en el
seno de una familia obrera y desde muy jovencita, apenas con once años,
tuvo que ponerse a trabajar, y lo hizo, precisamente, en una sombrerería
situada al otro lado del Manzanares.
El
escaso salario que ganaba como aprendiza hacía falta en casa, así que
la inquieta Luisa tuvo que alimentar su curiosidad intelectual leyendo
de prestado, pues su situación económica no le daba para comprar libros.
Nada de leer a hurtadillas a los grandes autores en la biblioteca de
casa de la que se nutría papá, nada de grandes obras regaladas por su
cumpleaños, Luisa aprovechaba las oportunidades de las librerías
populares y de los periódicos para ir aprendiendo.
De
aprendiz de sombrerera pasó a telefonista y mecanógrafa, y de ahí tras
un matrimonio que resultó frustrado pero que le dio un único hijo, pasó a
la militancia política y feminista mientras se ganaba el sustento como
operaria en una pastelería céntrica de Madrid, experiencia que volcó en
la novela que es sin lugar a dudas la más reconocida de su obra, Tea Rooms, ya una lectura imprescindible si se quiere conocer la verdadera literatura del siglo XX.
Carnés
mantuvo su actividad durante los años de la República y la Guerra
Civil, a la vez que iba acrecentando su formación, siempre de forma
autodidacta. Al término de la guerra, pasó a Francia y de allí a México,
donde desarrolló una labor como periodista y escritora, pero no vamos a entretenernos más en lo que puede leerse en las numerosas páginas dedicadas a ella.
Sus
nietos recordaron que murió cuando volvían de conmemorar el Día de la
Mujer, y su muerte, prematura, sirvió para sumirla en la más absoluta
invisibilidad, al menos en España.
El
acto tuvo como colofón un entretejido de los árboles del parque con
bandas de color violeta en honor a Carnés y al Día de la Mujer por parte
de los miembros de la asociación del barrio.
También
se repartió entre los asistentes un precioso marcapáginas con
fragmentos de uno de los textos, escrito y leído por uno de sus nietos, y
que reproduzco a continuación desde este modesto altavoz, porque un
grano no hace granero, pero todo suma:
Se cumplen en estos días, 55 años que falleció trágica y prematuramente, nuestra abuela Luisa Carnés, escritora innovadora, autodidacta y muy comprometida, cuando volvía de conmemorar el día de la mujer trabajadora. Jornadas en las que Luisa participaba muy activamente.Estaría orgullosa al comprobar lo mucho que ha avanzado el movimiento y la sociedad, pero continuaría luchando por todo lo que falta para alcanzar los ideales feministas de igualdad.En la tragedia, Juan Rejano, su compañero, su camarada y nosotros, sus nietos, nos refugiamos los unos en los otros.Y cuando nos proponía ir al parque «España», no solo era ir al parque; era volver a dar un paseo con su amada y perdida Luisa.Era dar un paseo con sus niños-nietos en los que albergaba esperanzas.Era volver a su queridísima España.Mis recuerdos de ir al parque «España» son recuerdos de unos días brillantes, aferrado a la mano de un abuelo cariñoso. Espero que los niños y las niñas, madres y padres y abuelos madrileños, que vengan a jugar, a pasear, a correr, a descubrir,... a leer... en este parque, ...a LUISA CARNÉS, tengan recuerdos tan hermosos y sentidos como los que atesoro cuando paseaba por el parque «España» de la ciudad de México.Álex PuyolMarzo 2019
2 comentarios:
Bien merece un homenaje y un parque Luisa Carnés, la sombrerera de las sinsombrero,como dije aquella vez. El mundo de las pobres camareras de un salón de té, visto desde dentro. Hambre y miedo. El nieto de Luisa mantiene viva la llama de su abuela.
Abrazos y gracias por ponernos a leer a Luisa Carnés.
Pues es poco digno, Creo yo. Este parque es más bien conocido como "Parque de las cacas". No les aconsejo pasar por él sin prestar atención a los "adornos" abundantes en césped y paseos. Feliz caca.
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