sábado, 25 de junio de 2011

Número 18: Refranes sobre molinos en tiempos de don Quijote (y III): A la luz del cigarro voy al molino...

Llegamos a la última parte de este repaso por los refranes molinares en tiempos de don Quijote y comenzamos recordando que pueden repasar las dos entregas anteriores: El agua va al molino y Molinero maquilandero.
A la luz del cigarro,
voy al molino,
si el cigarro se apaga, morena, 
me voy al río.
Esta copla que casi todos los leoneses se saben, y cantan en cuanto tienen ocasión, representa una buena entradilla para hablar del molino como espacio lúdico y social. Como hemos visto más arriba, el molino y la espera en él, constituían el ambiente ideal para charlar, contar cuentos y también, ¿por qué no?, para encontrarse los jóvenes y no tan jóvenes: Asna con pollino no va derecha al molino (Seniloquium). 
Molino en Tubilla del Lago a la vera del Gromejón

El molino como espacio de pecado, en el que el molinero buscaba los favores de las mozas, y la molinera prestaba esos mismos favores a los galanes a cambio de maquila de más o de menos, viene de antiguo y ha llegado hasta nuestros días: 
Fue la vieja al molino, tal vengáis cual ella vino, sentenció el maestro Correas dando a entender con ello cuál era la suerte de las mujeres que se adentraban por ese camino: Las dos hermanas que al molino van, como son bonitas luego las molerán. 
La voz moler, eufemismo del acto sexual, fue ganando terreno tanto en la lírica como en otros géneros populares, y por supuesto en los refranes. Y ya que hablamos de eufemismos diremos que por parecidas razones, la voz harina, designaba con frecuencia el semen. 

En cualquier caso, la vuelta a las buenas costumbres promovida por el concilio de Trento hizo mella en la literatura popular, al menos en lo que toca al lenguaje. Veamos, si no, este refrán que nos dejó también el maestro Correas, de cuyo verdadero sentido algunos autores dudan: A la ahijada, molérselo y maquilalla; y a la madrina, sin maquila, al que Correas añade una explicación que nos deja hoy en día, si cabe, más estupefactos: «En lugar de "hacérselo" se puso "molérselo", porque sonaba deshonesto». Cejador nos da la clave para la interpretación de este curioso refrán: «Cobrarle el servicio a la ahijada, que no hay que esperar nada de ella; a la madrina, sin cobrárselo, porque de ella se espera siempre». Es decir, se esperaba que la madrina fuera proporcionando otras ahijadas que tuvieran que pasar por la piedra del molinero. Y sobre esta expresión, deberemos decir que aunque en origen, sobre todo en su significado de 'humillar', hay que buscarlo en los castigos bélicos de la antigüedad, con el tiempo se han ido mezclando las piedras de los afiladores y las piedras de los molineros, llegando a ser posible hoy el siguiente fragmento extraído de la novela Paralelo 40 de Castillo-Puche:
—Eso lo hacen siempre con todos, por moler nada más.
—¿Moler qué quiere decir? —preguntó uno de los chicos que andaba en la barra del bar fregando vasos.
—Moler quiere decir joder, muchacho —contestó Genaro.
—Moler quiere decir pasar por la piedra —añadió el camarero.
—¿Pasar por la piedra? 
—Sí, sí, pasar por la piedra, moler, joder, todo es lo mismo —y el camarero hizo un gesto obsceno.
No te amuela, decía mi abuela, en expresión claramente eufemística que el DRAE recoge con el significado de 'fastidiarse', es decir de 'joderse'.
Quedémonos todavía en Corrreas para comentar aún otro refrán que es a la vez adivinanza pues dice: El abad y su vecino, el cura y el sacristán, todos muelen en un molino; ¡qué buena harina harán!,  para explicar a continuación que en realidad donde parecen cuatro hombres, en realidad pueden ser solo dos pues el abad es el cura y su vecino el sacristán, pero esto poco importa.
No nos resistimos a abandonar los molinos sin recordar algunas sabrosas coplas que nos hablan de estos encuentros amorosos en los molinos, como esta:
Tengo de ir al molino,
al molino de las mozas,
y tengo de maquilar,
una de las más hermosas.
Si vienes a mi molino,
solita te moleré,
si vienes a mi molino,
yo no te maquilaré.
Y es que ya decían que Cuando había dos molinos el uno muele con la cibera, y el otro con la molinera.  
Ahora bien, es la jota El molino la que quizá resume mejor la necesidad y el odio que despertaban a la vez molinos y molineros. 
Oigamos la música mientras atendemos a la letra:
El molino que está en las afueras
va dando mucho que hablar
que las mozas están descontentas
y los mozos mucho más.
 
No vayas, niña, al molino
que te puede coger el molinero,
y con los mozos muy mal andarás,
y solterona después te quedarás.

Aseguran que si al molino
una moza va a moler
la dejan en un estado
que luego no la pueden pretender.

No vayas nunca al molino a moler
porque te puede costar cara la harina.
Del trigo limpio que tú lleves
el molinero te hará muy mala harina.

Han querido cerrar el molino,
cosa que no puede ser,
porque ha dicho el señor alcalde,
que hace falta pa moler.  

En un bando se culpa a las mozas,
que se atreven a subir,
y moliendo moliendo retozan,
dando luego qué decir. 

No vayas nunca al molino a moler  
porque te puede coger el molinero,
y con el trigo que lleves verás,
como con él perderás, trigo y dinero. 
No vayas nunca al molino a moler,
porque te puede salir cara la harina,
y con los mozos muy mal andarás,
y solterona después te quedarás.

En fin, la culpa de las mujeres, ¡qué le vamos a hacer!

Bibliografía complementaria
  • Los 494 refranes del Seniloquium. Jesús Cantera y Julia Sevilla (ed.) Madrid: Guillermo Blázquez, Editor, 2002.

2 comentarios:

Morgan dijo...

Camarón cantaba:
Que con la luz del cigarro
yo vi el molino,
se me apagó el cigarro
perdí el camino

Helena dijo...

Llegué a este post tan ilustrado, buscando el doble significado de la palabra moler, palabra que usan los gancheros de el río que nos lleva de Jose Luis Sampedro.