lunes, 27 de julio de 2015

Número 83. Cuando el hábito hace al monje

La Acequia nos ha dado vacaciones, pero yo aprovecho y sigo leyendo. En este caso En la hoguera, de Jesús Fernandez Santos, que ya se sabe que cuando uno tiene un vicio... 

El refrán inglés Don't judge a book by its cover es equivalente a nuestro El hábito no hace al monje; no obstante yo he tomado el refrán inglés al pie de la letra para reseñar este libro en Gomelia. La portada es de mi amiga Concha Arias, siempre dispuesta a cederme alguna de sus excelentes fotografías para este blog.

portada de la edición de Seix Barral

miércoles, 8 de julio de 2015

Número 82. Crónicas periodísticas de la guerra de África: Bon cop de falç


Al periodista Núñez de Arce le gusta recrearse en el paisaje, en los vergeles, en los cañaverales, que rodean las ciudades del norte de África:
Vista a distancia, la vega es hermosísima; la yerba que la cubre es de un verde vivo y brillante; divísase por todas partes cubierta de espesos juncales, donde puede esconderse de pie un hombre; tan altos y crecidos son: pero apenas se adelanta, toda la ilusión desaparece; el llano es una corrompida charca, una interminable laguna (La Iberia, 31/1/1860, página 1).
Rastrojo y paisaje castellano
En más de una ocasión los enemigos, los moros, se ven como un campo de trigo maduro, que hay que segar con golpes certeros de hoz: los labradores españoles que hasta entonces la habían empuñado con destreza, empuñan ahora la lanza, el fusil y la bayoneta, con igual fortuna,  a la mayor gloria de la patria: 
Allí caían bajo los golpes de nuestros soldados, como espigas segadas por la hoz, dando furiosos aullidos y revolviéndose contra la tempestad de lanzas que les envolvía y acosaba. Aquel era un cuadro horroroso y tremendo, que a todos nos tenía palpitando de emoción, trémulos y sobrecogidos: Cuando nuestra caballería, cansada de herir sin hallar resistencia, volvió a su campo, yo vi a más de un.soldado con la banderola de su lanza enteramente roja como si la hubiera mojado en un lago de sangre (La Iberia, 31/1/1860, página 1).
Los días que precedieron a las grandes batallas se perciben como tranquilos, más propicios para la paz y la cosecha que para la guerra y la destrucción:
El día estaba sereno y se veían brillar, heridas por los rayos del sol, en el límite del valle, las armas de los marroquíes de infantería y de caballería, agrupadas como las haces de trigo en una era (La Iberia  7/2/1860, página 1).
Hacen falta más hoces y más agosteros para poder segar el trigo, de todos los rincones acuden a la llamada. Con fecha 10 de febrero, y publicada el 15 del mismo mes, Núñez de Arce envía una amplia crónica en la que da cuenta de la llegada de los voluntarios catalanes y el orgullo que despertó en el general Prim la presencia de sus paisanos.
casas bajas con gente a la puerta
La Ventilla (Santos Yubero)

Así describe la llegada de estos soldados:
... la llegada a las playas la víspera misma de la gran batalla de los voluntarios catalanes, equipados hasta con lujo, con gorro encarnado, chaqueta y pantalón de pana azul, botín de cuero blanco, alpargata, pañuelo al cuello sujeto con sortija, mochila, carabina y canana. ¡Qué gente tan suelta y tan vigorosa! (La Ibería, 15/2/1860, página 2).
El general Prim no dudaba en arengar a estos voluntarios en catalán, «el dialecto de los recién venidos» para Núñez de Arce, que se sirve de las notas taquigráficas y la traducción de un amigo, Pérez Calvo, para hacer llegar las palabras de Prim a la península: 
Catalanes: Bien venidos seáis al valiente ejército de África que os acoge como camaradas. [...] si uno solo de vosotros se portase con cobardía volviendo la espalda al enemigo, la honra de Cataluña quedaría mancillada.[...] ¡Loor a este general que ha querido y sabido levantar a nuestra España de la postración en que yacía, para demostrar a la faz de Europa, que no estaba muerta .[...] al regresar a vuestros hogares, los catalanes os recibirán con aplauso, y donde quiera que uno se encuentre oiréis por todas parte: ¡he ahí un valiente! — Soldados: ¡Viva la Reina! (La Ibería, 15/2/1860, página 2).
Vivas y loores para los generales que colocan España en Europa, leve recuerdo para las madres que han quedado en la patria y coraje para morir en la batalla, si es preciso, o llegar a nado a Tetuán, si hiciera falta.
Varias veces fue interrumpido el bravo general con gritos de frenético entusiasmo. El conde de Reus hablaba un idioma extraño para la mayoría de los que le escuchaban; pero la entonación de su acento era tal, su, expresión tan marcada, que todos le entendíamos, todos estábamos pendientes de su palabra: llorando todos desde el soldado catalán recién llegado en cuyo brazo temblaba el fusil, porque e! corazón de su dueño latía con violencia, hasta el sesudo castellano que presenciaba la escena; desde ios generales hasta el último brigadero. [...] Verdad es que había sabido herir todas las fibras sensibles de nuestro corazón: el recuerdo de la patria, la gloria del ejército la esperanza de la victoria (La Ibería, 15/2/1860, página 2).
La batalla de Tetuán fue sangrienta, se perdieron vidas por ambos lados. Entre los catalanes, y según la crónica de Núñez de Arce, «setenta y dos soldados quedaron fuera de combate y su comandante muerto».



Los voluntarios catalanes tienen dedicada una modesta calle en el barrio de Tetuán, en Madrid. Muy probablemente la mayor parte de sus vecinos o de los que accidentalmente pasen por esa calle no tengan ni idea de a qué viene esa dedicatoria, ni quiénes realmente fueron estos voluntarios merecedores de tal honra. 

Colaboración para el club de lectura La Acequia