lunes, 16 de junio de 2025

Núm. 306. 16 pueblos cada 25 años

Cuando te anuncian que cierta fiesta, que se celebra cada veinticino años, va a tener lugar este en unas pocas semanas, pones todas las alertas en guardia.

 

Guirnalda de bienvenida donde en una pancarta se lee "La Villa y Tierra de Aza saluda a los peregrinos"ad aruiC

 ¿Una fiesta cada 25 años y yo me la voy a perder?  

Según algunas voces autorizadas no es que sea exactamente cada veinticinco años, sino cuando ocurre algo extraordinario, y lo cierto es que la anterior fue en el 2000 y solo Dios sabe cuándo será la próxima. 

Unos la llaman romería, otros peregrinación, otros jubileo...  En cualquier caso, 16 pueblos del entorno del río Riaza, que en otro tiempo constituían la Comunidad de Villa y Tierra de Aza, tienen a bien reunirse, y lo hacen para rendir homenaje a su patrona, la Virgen de la Cueva. 

Dicen los historiadores que de esto saben que ya en la prehistoria esta cueva cobijó cultos a antiguos dioses; luego pasaron por ella vacceos, romanos y finalmente los cristianos, cuando iban ganando terreno a los árabes, que algún siglo atrás, habían ocupado la península.

Cuentan, dicen, que allí, un día, en un rincón de la cueva, en el saliente que forma una cornisa interior, los lugareños encontraron la imagen de la Virgen.

Hontangas, el pueblo donde está la cueva, siempre fue pequeño. Nada tiene que ver con el poderoso Aza, que, desde su alto, señorea el territorio. Aza era la cabeza del señorío, pero los pueblos de su alfoz se regían por sus propias leyes, formaban una comunidad de villa y tierra. Cuenta la leyenda que los señores de Aza quisieron llevarse la imagen de la Virgen, pero los bueyes que tiraban de la carreta en la que iba la imagen, en llegando a un punto, se pararon y no hubo forma de que reiniciaran la marcha. La Virgen se quedaría para siempre en Hontangas.

Imagen de la Virgen en su altar de la cueva. Románica con el NIño en la rodilla


Hoy Haza cuenta con 35 habitantes y Hontangas con 99. El resto de los 16 pueblos que forman la comunidad apenas pasan de los cien habitantes, pero muchos pocos hacen un mucho y además un acontecimiento semejante es capaz de reunir a una gran multitud, y así fue. Fuimos varios miles los que llenamos la localidad de Hontangas el día 7 de junio del 2025.

El primer jubileo tuvo lugar en 1858 con motivo de la restauración de la ermita, la inauguración de la fachada y el traslado de la imagen a lo que sería su hogar definitivo. Para celebrarlo, el entonces párroco decidió invitar a los pueblos que consitituían la Comunidad de Villa y Tierra, y decidieron repetir el acto cada vez que ocurriera algún hecho relevante. No tuvieron que esperar mucho, pues el siguiente se celebraría diez años después a modo de rogativa por motivo de una gran sequía. El tercero, en 1904, sirvió para conmemorar el 50.º aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción... Y así hasta este octavo jubileo.

Al fondo la fachada de la ermita, delante, al lado izquierdo la Virgen, y en primer plano el gentíoo la v u a ueermita

Como estas cosas no son fáciles de preparar, y menos para pueblos pequeños, destacaremos la gran campa preparada para los actos, con aparcamiento sobrado al lado, y la alfombra de cemento con motivos florales que adornaba la calle principal del pueblo, justo delante de la ermita, y por donde iba a transcurrir el primero de los actos.

Guirnalda decorativa en el suelo

La Virgen, vestida para la ocasión de un blanco regio, había dejado su casa para salir a la puerta a recibir, como buena anfitriona, a las visitas. Visitas, que, en realidad, eran sus hijos dispersos por el alfoz, o quizás más lejos, y que ese día venían a pasar el día con la madre.

La acompañaba en esta recepción un puñado de autoridades civiles y religiosas, destacando la de un obispo emérito originario de la zona. Algunos aprovechaban la espera para posar con los niños en brazos, delante de la imagen, tradición consolidada por estas tierras, sobre todo cuando los infantes están en su primer año de vida. Dicen que el contacto físico con la imagen los protegerá el resto de sus vidas.

Desfile de pendones

 

Ejerció de maestro de ceremonias Serafín de la Hoz Veros, hijo del pueblo y agustino, hombre culto, bibliotecario del vecino monasterio de La Vid, que además tiene algo de poeta, y adornaba la presentación de cada pueblo con unas palabras sobre lo reseñable de cada localidad.

Estandarte, pendón y cruz procesional elevándose sobre las cabezas

Empezó el desfile hacía la imagen. Los pueblos fueron avanzando. Abría la comitiva un pendón, seguido de algún estandarte y hermosas cruces procesionales, la mayoría de plata. Entre el público se oían murmullos del tipo «la cruz de mi pueblo es mejor y más bonita», porque ya se sabe que a estos acontecimientos se lleva lo más lucido del lugar. Al frente de las comitivas, cada una en su estilo, iba el alcalde o alcaldesa, generalmente portando la vara de mando, y el párroco, que en muchos casos no solo repetía, sino que tripitía participación, pues tales son las responsabilidades de los sacerdotes hoy en esta zona, encargados de varios pueblos. 

Entre los  acompañantes los atuendos podían ser variados. En algunos casos se había optado por el traje regional, y las muchachas lucían galanas las sayas coloradas. Otros pueblos, con acompañamiento numeroso, habían optado por el típico pañuelo festero que se gasta por estos pagos.

 
Se aplaude al paso de los representantes de los pueblos, se aplaude a propios y ajenos, se comentan los trajes, los pendones, las anécdotas... Se inclinan las insignias y los devotos delante de la imagen. El orden en que desfilan los pueblos se estableció por sorteo en 1858 y ha permanecido inalterado desde entonces. 
 
Un vez que el último de ellos ha rendido su personal homenaje a la Virgen, esta, portada a hombros, comienza su camino hacia la campa donde va a tener lugar la santa misa. 
Primer plano de la Virgen de la Cueva ataviada con manto blanco
La preceden todas las comitivas de pendones y una gran muchedumbre, un auténntico río de gente, la acompaña.
 
Procesión camino de la campa

Los fieles van llenando la campa para asistir a la misa, que será presidida por el obispo emérito y concelebrada por los sacerdotes de las distintas parroquias.
 
Fieles en la campa. Al fondo los pendones.
 
Después de la misa se suceden los actos festivos y tras la comida, se inicia la vuelta de la Virgen a su casa.
 
Ya cerca de la ermita se produjo el hecho triste de la jornada. Feliciano de la Hoz Veros, que desde hace muchos años venía ejerciendo de ermitaño, abriendo y cerrando la verja de la Virgen de la Cueva, sufrió un ataque al corazón. La prensa informó de que los servicios sanitarios no pudieron hacer nada por él. La madre, su Virgen de la Cueva, había decido premiarlo llevándoselo con ella en día tan señalado.

sábado, 17 de mayo de 2025

Núm. 305. Tórtoles de Esgueva: el agua, la iglesia y la reina Juana (y II)

Seguimos nuestra visita pasando por curiosas plazas cerca de donde en otro tiempo se situó alguna de las puertas de la muralla.  Allí, recientemente y por iniciativa de Ángel, nuestro joven guía, se ha reproducido, con alguna concesión en la orientación, una cabaña de pastor. Este tipo de construcciones, en piedra seca, pueden encontrarse aún por toda la comarca y sirvieron de refugio tanto a pastores como a agricultores. Al fondo se aprecia la moderna bodega Buen Camino.

Chozo de pastor. Al fondo la bodega.


Esta bodega tuvo su origen en una curiosa casa del pueblo, que durante muchos años fue hospital para pobres. Con el tiempo pasaría a propiedad privada, donde sus dueños fundaron una bodega. El vino se vendería en una taberna en la plaza del pueblo. Ya en el siglo XXI, al quedarse pequeña la casa familiar, los herederos fundaron la bodega actual. 

La visita, sin duda, adquiere otro tono cuando llegamos frente a la casa en la que se alojó la reina Juana, de cuya época apenas queda un pequeño recuerdo en la fachada. Habríamos pasado sin detenernos ante una casa más del pueblo, de no ser por nuestros guías que nos narran el episodio histórico. 

Semiarco en piedra con decoración de bolas

Maru ante la casa explicando la historia

Allí, nuestra guía, Maru, se mete casi en la piel de la desdichada reina Juana I de Castilla -olvidemos el injusto apodo de la Loca-, para transmitir las palabras de un cronista local, que nos va a relatar cómo fueron los hechos; cómo el respeto y el amor de la hija hacia el padre cambiaron por completo su destino, al confiar en él para entregarle la regencia de Castilla. 

La estancia de la reina en Tórtoles, tracendente para el reino, pero sobre todo para su vida, está presente en el imaginario colectivo de la localidad. De la crónica local, que acertadamente nos acerca Maru, recogemos las palabras finales:

A partir de este encuentro se van a cometer las mayores tropelías contra una reina legítima. Primeramente, el ninguneo de su padre en Tórtoles para llevarse la regencia, y nueve años después su hijo Carlos la va a defenestrar de por vida, confinándola en Tordesillas.

Ventana con persiana verde enrollada, cortinas blancas y maceta con flor roja

En la calle por la que nos acercamos a la plaza hay varias casas en otro tiempo señoriales; hoy los estragos de la división por herencias pueden apreciarse lamentablemente en alguna de ellas. En la mayoría su esplendor pertenece al pasado y una vez más de nuestras bocas sale con sordina un ¡qué pena!

Afortunadamente pequeños detalles de las casas habitadas, como esa maceta que nos saluda desde la ventana, mantienen la esperanza.

Y llegamos a la plaza, flanqueada en su lado norte por la imponente mole de la iglesia, que más que iglesia parece fortaleza. Durante su estancia en Tórtoles, la reina Juana depositó el féretro de su esposo es la iglesia, a donde acudía a misa diariamete.

Fachada de la iglesia con la torre fortificadas
(Iglesia de San Esteban Protomártir- Wikimedia Commons)

Se comenzó a construir por la torre defensiva, a la que se adhirió una iglesia románica, que, más tarde, en el siglo XV, se amplió para construir la iglesia gótica actual, una de las primeras y más importantes de la provincia.

La fachada es sencilla, muestra un gran rosetón en lo alto, y sobre la puerta un sencillo cordón y una pequeña imagen de san Esteban Protomártir, a la que está dedicada.

Vista interior de la nave central y la del evangelio. Bóvedas de crucería. Al fondo el prebisterio con el retablo

El interior de la iglesia es aún más sorprendente que su exterior. De tres naves a diferente altura y planta de cruz latina, apenas apuntada. Las naves constan de cinco tramos; en el primero, junto a la base de la torre, se levanta un soberbio coro. En él se puede admirar un notable órgano del siglo XVIII.

Vista del coro con el órgano a la derecha de la imagen

 Debajo del coro encontramos la pila bautismal, románica.

Pila bautismal románica adornada con sencillos arcos de medio puntoccia

La iglesia cuenta con varios altares. El retablo mayor combina pintura y escultura en madera, con estofados dorados. Tiene unas dimensiones considerables, ya que ocupa todo el testero del ábside. De finales del siglo XVI, es renacentista con tendencia al manierismo. Además de la imagen central dedicada a San Esteban, llama la atención el monumental tabernáculo o sagrario. En las distintas calles los cuadros y las esculturas representan escenas de la vida de la Virgen, de Jesús y de santos diversos. El retablo se corona con un calvario.

 
 
Al lado del evangelio se abre una capilla funeraria, presidida por un altar barroco con columnas salomónicas. Allí la imagen del Crucificado con melena de pelo natural.
 
Las naves del evangelio y la epístola se cierran con sendos altares presididos por la Virgen del Rosario y el Niño Jesús de Praga, respectivamente.  Ahorramos su descripción e invitamos a los lectores a visitar Tórtoles, su iglesia y a detenerse ante altares, imágenes y capilla.
 
De nuevo en la plaza, el edificio del ayuntamiento no pasa desapercibido. Es un soberbio edificio de dos plantas sobre la baja, que se encuentra porticada. Data del siglo XVII, aunque fue reconstruido en el XVIII. A lo largo de su historia ha albergado distintas funciones. En la actualidad alberga el consultorio médico y en la planta sótano, con entrada por una calle lateral, la biblioteca.

 
La visita a Tórtoles termina en una plazoleta donde se halla otro edificio importante en la vida actual de sus habitantes. En su origen fue albergue de peregrinos, luego escuela paara niños y niñas -hasta cien escolares llegó a haber-, y en la actualidad es el centro social, donde tienen lugar distintas actividades. 
 
Ha sido una mañana agradable, muy agradable gracias a nuestros guías. En la mochila, aparte de los recuerdos y las fotos, nos llevamos a casa un paquete de magdalenas, para seguir disfrutando de ese pueblo.

Mayo de 2025 

viernes, 9 de mayo de 2025

Núm. 304. Tórtoles de Esgueva: el agua, la iglesia y la reina Juana (I)

El agua, las fuentes, y el verde están por todas partes en Tórtoles de Esgueva. La sensación de frescor y el sonido del agua es constante durante toda la visita, pero no nos adelentemos y vayamos por orden.

Regato que baja por una pendiente entre una abundante vegetaciónaia-r

En punto esperaban los guías, Ángel y Maru, junto al mayo, que, apenas un par de días antes, habían pinado (levantado) a pulso los jóvenes y no tan jóvenes del pueblo.

Un grupo de hombres levanta el mayo a pulso.
(Pinado del mayo- Ángel Álvarez)

La visita a Tórtoles de Esgueva, dentro del programa «¿Te enseño mi pueblo?», se inicia con los datos demográficos y prácticos del Tórtoles actual, que, pese a ser un pueblo que no llega a los 500 habitantes, cuenta con todos los servicios. Más tarde se situará la localidad en los tres espacios geográficos de los que forma parte. Espacios distintos, pero que comparten mucho de lo que es esta zona de Castilla: el valle del Esgueva, la Ribera del Duero y la comarca palentina del Cerrato, que tiene su prolongación en los pueblos limítrofes burgaleses, por lo que Tórtoles está en el llamado  Cerrato burgalés.

Más que agrícola, Tórtoles tuvo en otro tiempo una gran importancia ganadera con numerosos rebaños de ovejas. Con la lana de las ovejas, se fabricaban paños y mantas, de ahí el seudogentilicio de pelaires que se da a los habitantes de la localidad. Tórtoles tuvo dos batanes, hoy arruinados, y de toda esta labor textil y ganadera, junto a otros oficios antiguos, quieren dejar recuerdo los murales a un lado del frontón.

Murales: rebaño de ovejas, batán y lavandera

Seguimos a nuestros guías camino de la parte alta del pueblo, acompañados por un buen olor a pan, proveniente de la panadería, que, además de buen pan, elabora unas excelentes magdalenas caseras. Doy fe.

Nos detenemos en un paraje donde la naturaleza se muestra generosa, abunda el agua, los árboles... El continuo paso del agua en otro tiempo ha dejado su surco en una pared de piedra caliza, donde pueden apreciarse todavía algunas pequeñas estalactitas. 

Los romanos eligieron el lugar para su asentamiento, precisamente, por su agua abundante, dejando en herencia unos cuantos canales para el regadío, y, ¿cómo no?, el sistema de calefacción por glorias, tan popular en toda la Ribera. Al fondo nos espera un gran edificio, se trata de un molino del siglo XVIII, que perteneció al convento, y parte abajo de donde nos encontramos se hallaba uno de los batanes del pueblo, hoy rodeado de maleza.

A la derecha roca con estalactitas, al fondo el molino
Sin duda el monumento más importante del pueblo, junto a la iglesia parroquial, es el monasterio de Santa María la Real. Es propiedad privada y, por lo tanto, no puede visitarse, pero, ante su portada y mediante fotografías, se nos facilitan los principales datos y se mencionan las principales estancias: la capilla de los fundadores, el claustro... El complejo cuenta con una superficie de aproximandamente diez mil metros cuadrados, y además del monasterio, hoy complejo hotelero en venta, cuenta con una quesería artesanal, también cerrada, y una residencia de ancianos de 34 plazas en funcionamiento.

El convento fue habitado por monjas benedictinas de clausura desde su fundación, en el siglo XII, hasta el XX. En 1977 las monjas se trasladaron a una nueva construcción en Aranda de Duero, a donde trasladaron algunos de los bienes muebles. 

Puerta del monasterio flanqueada por dos cipreses
Puerta del monasterio (Wikimedia Commons)

Quizá lo que más interese en la actualidad de este convento sea la leyenda que habla de las propiedades de su fuente para curar la ictericia, ya que estando en el lugar las huestes de Fernán González batallando con las de Abderramán III, la ingesta de las aguas de su fuente curó de ese mal a las tropas cristianas. En agradecimiento a este hecho, considereado como «milagroso», Fernán González mandó construir una capilla, sobre la que más tarde se levantó el monasterio.

Aunque no se cuente en la visita, leyenda o no leyenda, esta agua milagrosa ha atraído durante siglos a enfermos de la comarca, aquejados del llamado mal de amarillo, la ictericia. Las monjas aceptaban una limosna y mandaban que el enfermo fuera a misa durante ocho días y rezara unas oraciones ad hoc. Al cabo de ese tiempo el enfermo quedaba curado.

En nuestro recorrido circular alrededor del convento, pasamos por el parque de los Caños, con abundante vegetación, agua y caños donde abrevar el ganado.

Capitel con motivos geométricos.

En nuestro camino hacia la ermita de San Cebrián o del Cristo, por la parte alta del pueblo, podemos apreciar todo lo que Tórtoles es, y observar la mole de su iglesia con aspecto de fortaleza. La ermita tiene un gran valor emotivo para los tortolicos, pues hacia ella dirigen sus pasos el día de Viernes Santo. De origen románico, la construcción actual es muy posterior. Cuenta con tres naves; sus columnas se rematan en capiteles con decoración floral-geométrica. Está presidida por la imagen del Crucificado en un altar barroco. La imagen de san Cebrián se sitúa en un lateral.

Icono de San Cebrián

Desde el cerro conde se sitúa, que sube al páramo, se aprecia bien la cuesta de las Atalayas, aunque en el pueblo se conoce como las Revueltas. Allí se cree que pusieron los moros sus puntos de vigilancia para controlar todo el valle del Esgueva. De la presencia árabe en el pueblo, quedan algunos recuerdos en la toponimia, como Fuente la Mora o Guadameya, hoy una marca de vino.

Seguimos nuestro camimo callejeando por lo que fueron los distintos barrios. En uno de esos puntos nos paramos, porque hemos llegado a la calle de las Tapias, calle en pendiente -los locales la llaman Arrastraculos-, terminada en un arco. Esta calle une los dos barrios, el primitivo, medieval, de calles intrincadas, y el más moderno, ya construido en la Edad Moderna, donde podemos encontrar algunas casas palaciegas.

Fijémonos en la capillita que la piedad popular ha colocado en uno de los muros del pasadizo.

Pequeña imagen de la Virgen de Fátima y florero

De Tórtoles de Esgueva fue el obispo de Zamora, Ángel Molinos Tobar (1721-1786). Su casa está en la calle Mayor; aunque ha tenido distintos usos, como prueba un gancho de carnicero al lado de una de las puertas, presenta un aspecto noble con balcones y dos escudos en su fachadas. Dentro se conserva la escalinata y el báculo del obispo en las puertas.

Vista parcial de la casa del obispo: puerta, ventana, balcón y escudo,a

En esta calle mayor se pueden apreciar también algunas casas en ladrillo visto, material que empezó a utilizar la mediana burguesía para sus casas a finales del siglo XIX y se prolongó durante buena parte del XX. Las fachadas solían adornarse con motivos geométricos.

Fachada de ladrillo visto rojo. Adornos romboidales en el mismo material, sobresaliendo del plano

 
Igualmente, en otras fachadas podemos encontrar molduras remarcando los vanos y otros adornos, con voluntad indudable de dar prestancia a las contrucciones

 

Fachada de casa con los balcones enmarcados por molduras blancas. Igualmente adornos de rombos en blancoeoessd

Los numerosos manantiales de los que se rodea el lugar, sin duda surtieron de agua para el consumo a la población durante siglos, pero fue en 1924 cuando esa agua se canalizó y llegaron las fuentes públicas al pueblo. La primera se instaló, como no podía ser de otra forma, en la plaza. Esa fuente se trasladó luego a la puerta del Sol para evitar su consumo directo por un vecino; el conflicto se resolvió bastantes años después al hacerse una réplica en la plaza.

Fuente con pila redonda y dos caños, puede leerse el año, 1924

Aprovechamos el agua de la fuente para tomarnos un descanso en el paseo. 

Volvemos enseguida.

martes, 8 de abril de 2025

Núm. 302. La memoria ribereña: Anuario de tradiciones de la Ribera del Duero (siglo XX)

El etnógrafo Arturo Martín Criado recoge en su último libro, Anuario de tradiciones de la Ribera del  Duero (siglo XX), la parte de la memoria ribereña relativa a las costumbres y tradiciones de nuestros pueblos. Buena parte de lo que se reúne en el libro ya había sido publicado en diversos artículos del autor, la mayor parte en la Revista de Folklore, pero ahora, tomando como hilo conductor el ciclo anual, Martín Criado nos ofrece un paisaje narrativo, que se lee casi como una novela. 

Los danzantes de Fuentelcésped, ataviados con su vistoso traje, bailan ante la imagen de la Virgen de Navaan
Fuentelcésped- Virgen de Nava

 

No estamos ante un anuario al uso en el que vayamos a buscar los datos de una determinada fecha, pues la estructura del libro, más allá de la división en doce meses, es otra. Ni tan siquiera podremos decir que dentro de cada capítulo vamos a encontrar una estructura fija, pues las distintas secciones se imbrican dentro de la mencionada narrativa. Es, por tanto, aconsejable que se consulte el índice de las primeras páginas del libro, si el interés es por un tema concreto. Si este interés concreto no existe o es  secundario, lo mejor es sumergirse en la lectura y dejarse llevar. 

De este modo, Martín Criado nos va pasando por fiestas, canciones, costumbres, creencias, acertijos, cuentos de tradición oral —muy valorados, si tenemos en cuenta su escasez en la Ribera—, juegos, acertijos, refranes...      

Cuatro mujeres vestidas con traje regional portan en andas a la santa. Se lee: "Santa Águeda mágueda / linda mujer / recoge los pollos / que va a llover"nuatr
Santa Águeda- Peñaranda de Duero 

Autor de una obra imprescindible, Vocabulario de la Ribera del Duero, el autor ilustra todo el texto con la palabra precisa, teniendo cuidado de marcarlas en cursiva. Son palabras en buena parte ya caídas en desuso por pérdida del referente, pero para aquellos objetos materiales, el autor nos proporciona también un dibujo. Y quizás estos, los dibujos, sean de los mejores valores del libro. No tanto las fotografías, pues al tratarse de una edición modesta en blanco y negro, la calidad es escasa. 

En buena parte, Martín Criado se sirve de la memoria de su abuelo y de su pueblo, Castrillo de la Vega, quedándonos a veces la duda de si lo que cuenta se da en toda la Ribera o es algo muy específico de un pueblo concreto, algo que no siempre precisa. Tampoco sabemos si esas costumbres y esos ritos se quedaron en el siglo XX o han evolucionado y se siguen manteniendo. Sabemos que ya no se trilla, que la vendimia se hace de otro modo, que las matanzas han devenido en fiestas colectivas, promovidas por las asociaciones, donde lo de menos es la forma de matar el cerdo, entre otras cosas porque la normativa es muy restrictiva al respecto.

Un libro de estas características no puede abarcarlo todo, en este sentido echamos en falta algún lado de la vida, quizá un mayor protagonismo de las mujeres, y sin duda la parte musical, tan ligada a nuestras vidas.

Una hilera de personas portando antorchas a un lado del lavadero
Araúzo de Miel- canto de las marzas

 Autor: Arturo Martín Criado

Título: Anuario de tradiciones de la Ribera del  Duero (siglo XX)

Edición del autor

Año: 2024

ISBN:  979-8333184528

Núm. 303. Relatos muy madrileños

Hay relatos que deberían escribirse, aunque solo fuera por levantar el ánimo de los lectores, por arrancarles una sonrisa y por qué no, una carcajada ante las sorpresas finales.

Es el caso de Retratos Matritenses (para setentones de buen ver) de Alejandro Moreno Romero.

Vista del estanque de El Retiro con la torre de Valencia al fondol
Estanque de El Retiro

Dice el autor en la «Advertencia», antes de sumergirnos en las aventuras madrileñas, que la razón de la coletilla viene porque cayó en la cuenta de que quizá el Madrid protagonista de sus relatos no sea del todo reconocible por las generaciones más jóvenes. No sé si será un Madrid reconocible para esas generaciones, pero sin duda lo es para esta setentona, no sé si de buen o de mal ver.

Más allá de esos personajes protagonistas de los relatos, de esos tipos perfectamente reconocibles, Madrid, sus barrios y sus rincones son los auténticos protagonistas. Desde el aristocrático Retiro y sus rosas hasta una humilde corrala de La Latina, los pasillos de una residencia en Doctor Esquerdo o las estaciones periféricas de la línea 9 de metro. Estamos ante un paseo completo por ese Madrid que hace años rebasó los límites de la M-30.

Hay jóvenes en los relatos matritenses, pero al cerrar el libro, tenemos la sensación de estar, efectivamente, ante un Madrid de setentones. Abundan en el él los jubilados entretenidos en actividades triviales, como jugar a «juegos picarones» en la trastienda de un ultramarinos de esos que ya no quedan, o pasear por los alrededores del Palacio de Cristal enredados en discusiones bizantinas, que no llegan a ninguna parte.

«¿Nosotros? Nosotros somos tal para cual», concluyen los amigos protagonistas del relato homónimo después de pasarse todo él en un diálogo para auténticos besugos.

Los diálogos, la chispa de la palabra justa, algunas ya fuera de la circulación, ponen su punto a estos divertidos relatos, relatos que normalmente encierran una sorpresa final. ¿Por dónde nos va a salir el autor?, ¿cómo va a rematar la faena? -pensamos-, porque hasta el rabo todo es toro, y no hay que saltarse ni una línea y menos la final. Los refranes, alguno hasta inventado, las apostillas, los giros del lenguaje y las sabrosas locuciones forman parte de todo este juego lingüístico y literario.

imágenes de los santos mártires san Nunilo y santa AlodiainÁN´F
San Nunilo y santa Alodia

Y para rematar, los nombres de los protagonistas son todo un acierto. Nombres inverosímiles, que no los mejoran en Huerta de Rey, el pueblo con los nombres más raros de España. No me extrañaría nada que Moreno Romero les quitara su récord.

Autor: Alejandro Moreno Romero

Título: Relatos Matritenses (para setentones de buen ver)

Edicion del autor

Año: 2020

ISBN: 9788409230907