martes, 30 de mayo de 2023

Núm. 286. De vuelta a Fuentelisendo

Por muchas veces que hayas estado en un pueblo, siempre será distinto, si te acompañan los naturales del lugar. Y para volver a Fuentelisendo, nada mejor que hacerlo de la mano de los riberizadores fuentelisendinos, Dominique y Luis.

 


plaza con un monumento en medio hecho con dos piedras de lagar, rodeado por un jardincillo y rematado en una cruz. Al fondo se ve la torre de la iglesiat

El grupo de visitantes, hoy numeroso y de distintas procedencias, nos espera ya en la plaza; nos presentamos y nos vamos enterando de los primeros datos sobre Fuentelisendo y su enigmático nombre, ¿Evolución de un supuesto Fuente de Lisandro? La plaza en la que estamos se llama de la Parra, y aparte del nombre, dos pilas apiladas y rematadas por una cruz, rodeadas de un jardincillo nos llevan al vino y a las viñas; también una construcción de adobe y puertas carreteras, que fue en su tiempo una destilería de aguardiente. Y es que en otros tiempos, de la viña, como del cerdo, se aprovechaba todo.

Por el pie de la plaza, discurre un arroyo, ahora seco, y muy cerca -Dominique dirige nuestra atención hacia él- se alza un chopo de gran porte. Nos giramos hacia la torre de la iglesia, que asoma sobre los tejados de las casas, y ella y más allá serán nuestra meta en la visita al pueblo.

Todos los pueblos tienen una fuente..., bueno, tienen un pilón, donde modernamente se bautizan los quintos cuando llegan a esa edad en la que ya no se va a la mili, pero se entra en posesión de todos los derechos civiles. Este pilón fue construido en 1889 y aplacó la sed de animales y personas hasta la década de los 70 del siglo XX;  hoy sirve de hogar a unos cuantos pececillos de colores.

Pilón
El entorno del ayuntamiento, al que ascendemos por las escaleras laterales de ese recinto al aire libre que sirve lo mismo para un concierto que para jugar a la pelota, nos invita a asomarnos al primero de los balcones, ya hablamos de ellos en la otra visita. El espectáculo de una cortina de agua sobre el páramo de Corcos nos invita a sacar alguna de las fotos para el recuerdo. 

Cortina de agua sobre el páramo de Corcos
Se está bien a la sombra de los hermosos árboles que acompañan al edificio del ayuntamiento, y se aprovecha su cobijo para darnos algunos datos demográficos de tiempos pasados, por ejemplo que bastantes mozos de Fuentelisendo no pudieron hacer el servicio militar, porque fueron declarados cortos de talla, medida que con el tiempo ha ido subiendo. «El pelargón hizo milagros», comenta uno de los visitantes teniendo en cuenta la altura de los mozos de hoy día. 

La siguiente etapa en la visita es la iglesia, y hasta ella subimos entre bodegas y luceras, testigos de aquel pasado en que el vino y la vid lo eran todo en el pueblo.

D. con la mano atrapada en la puerta        

Delante de la iglesia, otra balconada nos permite seguir admirando el paisaje de la Ribera, así como el caserío que baja hacia la carretera. Antes de entrar, Dominique escenifica en la puerta de la casilla lateral, la casa del cura, una leyenda que corre por el pueblo, según la cual un ladrón que quiso entrar a robar se encontró con sus dedos atrapados en lo que parecía una cerradura.

También, al pie de la torre, se nos recuerda la historia del burro al que le gustaban las mielgas, y se relamía viendo las que colgaban de la torre.

 -¿Cómo vamos a subir nosotros a por ellas? -dijo el primero de los hombres, viendo la necesidad que venía padeciendo el animal, y evaluando la altura de la torre .

-¿Y si subimos al burro y que coma lo que quiera? -discurrió su compadre calándose un poco más la boina.

Y dicho y hecho. Fueron a buscar una soga, se la pasaron por el cuello al burro, la colgaron del campanario aprovechando un saliente y empezaron a izar al burro.

Ya estaban llegando arriba, cuando el burro, casi ahogado, comenzó a boquear y a sacar la lengua.

-¡Mira, mira, cómo se relame de gusto!-exclamaron alborozados.

Por esa razón, a los de Fuentelisendo se los conoce en los alrededores como «los del pueblo de la mielga».

imagen de la dolorosa

La iglesia no es excesivamente grande, pero su planta de salón en tres naves y su impecable suelo de madera barnizada dan buena acogida a fieles y visitantes. Enseguida llama la atención en un altar situado a mano derecha, una impresionante imagen de la Dolorosa, arrodillada y con el corazón traspasado por los siete puñales. Pertenece a la escuela de Valladolid y se saca en procesión durante la Semana Santa. 

En Semana Santa también es tradición que se subaste entre los fieles una gran cesta con frutas, vino y otros dones, regalo de los propios fieles.

Retablo. Arriba 1 Cristo, en el centro San Pedro girado hacia la izquirda. Dos figuras en las calles lateralesa sor l cel Cristo,scrc

La iglesia está dedicada a San Pedro ad Vincula, que preside el altar mayor. El retablo barroco presenta en sus figuras de bulto redondo una curiosa disposición, que empezando por el Cristo que lo corona, sigue con la mirada una línea sinuosa diagonal que va pasando por todas ellas. Dominique nos muestra el esquema de esta curiosa disposición en la tableta que lleva en sus manos.

La bóveda semiesférica muestra una decoración en azul con cenefas muy bien conservada.

Dos pilas bautismales, ambas románicas, alberga esta iglesia. Una de ellas, situada a los pies, debajo de la torre, procede del desaparecido pueblo de Corcos. Sobre Corcos corren numerosas leyendas, pero no es este el momento de desvelarlas. Dejémoslo para otra ocasión.

Salimos de la iglesia y las fuentelisandinas recuerdan que en la hornacina de encima de la puerta, hoy vacía, hubo en otro tiempo una imagen que los naturales llamaban San Pedrillo, pero ellas ya no han conocido a ese santo allí.

Esta vez sí visitamos el lagar próximo a la iglesia; en él sobre una maqueta ad hoc, se nos hace una demostración de cómo funcionaba la viga sobre la masa de uva, en realidad sobre una estructura de maderas, denominada normalmente castillo, y coronada por la marrana, pieza que soportaba y transmitía el peso de la viga, y que había que colocar con precisión para no joder la marrana, si se nos permite el juego de palabras. Se nos recuerda que con un kilo de uva se obtiene una botella de tres cuartos de vino, aunque en realidad las cuentas en otro tiempo eran otras: de una arroba, 23 kilos, que entraba en el lagar, se obtenía una cántara de vino, 16 litros.

Vigas del lagar con los gallardetes

Las mujeres han adornado la viga con gallardetes festeros hechos con triángulos de tela y unidos por corchos de botellas, que sin duda dan un toque alegre a esas zonas oscuras. 

Me saltaré la zona de lagares, bodegas, luceras, las vistas siguen siendo impresionantes, y llegaremos a la parte más alta del pueblo, desde donde subidos en el depósito del agua, obtenemos una vista espectacular. Estamos en lo que sería el balcón de la Ribera sur. El día está nublado, pero la cuesta Manvirgo nos saluda en la lejanía. En primer plano las omnipresentes viñas en espaldera que han traído a la Ribera la moderna viticultura en sustitución de aquella más tradicional de vaso, labores a mano y pisado en el lagar. 

En primer plano la viña, a mano derecha conjunto de alpacas de paja, en la lejanía a izquirda la cuesta Manvirgoiz

Descendemos camino de la última de las paradas, la que nos llevará a los orígenes del pueblo, a esa fuente de arcos románicos, y ese pilón, donde luce un nenúfar; unas simpáticas cabritas hicieron su aparición, pero no hubo manera de que se quedaran quietas y posaran para la foto. Allí pudimos descansar del paseo antes del aplauso final.

Arcos de la fuente románica

 

Pero un momento, no os deis tanta prisa, que falta lo mejor. Nos despiden Dionisia y Reyes con unas coplillas que cantaban las mujeres de Fuentelisendo, vestidas de serranas, el martes de carnaval, «por las mismas calles que hemos caminado nosotros» así:

Dionisia y Reyes
 ...

Gracias a Dios que llegamos
a la calle de la Fuente,
donde están las buenas chicas
que beben el aguardiente. 

Lalarala laralara laralala,
la laralala larala, laralala
laralara laralara, lara,
lara lara lara. 

Gracias a Dios que llegamos
a la calle la Espetera,
donde están las buenas chicas,
que se comen las cerezas.

Lalarala laralara laralala
...

 

 

 

Gracias a todos esos voluntarios que están dispuestos a enseñar su pueblo.

Fuentelisendo, 27 de mayo de 2023

2 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Me he quedado atrapado por el nombre del pueblo, Fuentelisendo, qué hermosura.
Gracias por estas entradas reportaje.

Sor Austringiliana dijo...

Las elisendinas hacen bien en comerse las cerezas del carnaval, la manzana se la dejan a Eva. Gracias por traernos aquí a Fuentelisendo de mano de las riberizadoras. Pueblo que sabe a romance viejo, ya desde el nombre.