miércoles, 17 de febrero de 2016

Número 107. El alcalde de Zalamea. Dadme dinero y no consejos

recogida de la torna en la era
Recogiendo la torna (Pedro Ontoria)

Pedro Crespo, buen labrador, viene de la era, se muestra orgulloso de su cosecha, pero ese orgullo no lo comparte su hijo Juan, que ha preferido pasar la tarde, como probablemente otros hijos de labradores acomodados, jugando a la pelota.
            No sé cómo
decirlo sin enojarte.
A la pelota he jugado
dos partidos esta tarde,
y entrambos los he perdido.
Juan ha perdido en el juego lo que no tiene y debe acudir a su padre para que le remedie, pero este, hombre prudente, se apresura a aconsejarlo, porque siempre se dijo que del viejo, el consejo. 
Pues escucha antes de hablarme.
Dos cosas no has de hacer nunca:
no ofrecer lo que no sabes
que has de cumplir, no jugar más
de lo que está delante;
porque si por accidente
falta, tu opinión no falte.
Las deudas de juego había que pagarlas, iba la honra en ello. La honra, «gran prejuicio y plusvalía social de la época», según Díez Borque en nota al pie de la edición que manejamos. El mismo Rebolledo, algunas escenas después, pondrá como pretexto para cobrarse del capitán los favores que al ser hombre honrado debe pagar esas deudas:
el juego del boliche por mi cuenta;
que soy hombre cargado de
de obligaciones, y hombre, al fin, honrado.
La honra incluso entre los rufianes, pero volvamos a la escena entre Juan y Pedro Crespo.

A Juan no le gusta que el padre le sermonee, y así le responde:
El consejo es como tuyo;
y por tal debo estimarle
y he de pagarte con otro:
en tu vida no has de darle
consejo al que ha menester
dinero.
La idea de que debía darse a la vez consejo y remedio estaba muy extendida desde la antigua Roma, como vemos en el siguiente testimonio de 1550:
Gravemente yerran los que quieren más el dinero que el consejo, pues con lo uno se puede cobrar lo otro y sin lo otro se puede perder lo otro. Ley fue entre los romanos que el que no pudiese socorrer a otro, o remediar, que no curase de lo aconsejar. Mas por cierto el buen Tulio en el libro De amicitia mucho condena esta ley, porque mayor deudo tiene el amigo con el amigo, que no el pariente con el pariente (Pedro de Luján: Coloquios matrimoniales, 1550).
El refrán, no obstante, venía fraguándose de lejos en castellano, pues ya en un documento del siglo XIV encontramos vinculados consejos y dineros. El que la obra sea además un catecismo nos da una idea de que el vínculo estaba bien visto por la gente de respeto: 
Los doctores de las çiençias pecan [...] E pecan que callan la verdat por razón que non reprehendan a sí nin pecados en que están. Pecan otrosí en falsos consejos que dan por dineros (Pedro de Cuéllar: Catecismo, 1325). 
Fray Antonio de Guevara incide mucho en la idea en distintos pasajes de sus obras:
En los tiempos passados, quando yo era moço y tú eras viejo, tú a mí consejos y yo a ti dineros nos dávamos; mas agora que tus canas te sentençian por viejo y tus obras te accusan de moço, razón es que tú socorras a mi pobreza con dineros y yo a tu liviandad remedie con consejos (Fray Antonio de Guevara: Libro aúreo de Marco Aurelio, 1528)
En Reloj de príncipes la necesidad de ambas cosas aparece en distintos pasajes:
Y dígolo esto porque los amigos de mi padre siempre me socorrían con consejos y con dineros, y estas dos cosas éranme tan necessarias que no sé quál fuesse más necesaria; porque el hombre estrangero aprovéchase del dinero para remediar la enojosa pobreza y aprovéchase del consejo para olvidar el dulce amor de la patria (Fray Antonio de Guevara: Reloj de príncipes, 1529).
Pues os despido, yo sé que antes querréys para el camino pocos dineros que muchos consejos; pero yo quiero dároslo todo, conviene a saber: dineros con que caminéys y consejos con que viváys (Fray Antonio de Guevara: Reloj de príncipes, 1529).
Hallarás, hijo, un género de hombres, los quales son muy escassos de dineros y muy pródigos de consejos, ca son tan bien comedidos... (Fray Antonio de Guevara. Reloj de príncipes, 1529).
Para concluir en Menosprecio de corte y alabanza de aldea (1539):  
Al hombre bullicioso y orgulloso mejor le es andarse en la corte que no retraerse a la aldea, porque los negocios de la aldea son enojosos y costosos, y los de la corte son honrosos y provechosos. Sin encargarse de pleitos, ni tomar oídos puede el buen cortesano ayudar a los de concejo y favorescer a los de su barrio, es a saber, dándoles buenos consejos y socorriéndolos con algunos dineros.
En 1549 Pedro Vallés ya reflejó el refrán en su repertorio:
Dame dineros, no me des consejo 

Racimo de uvas y mano depositando una moneda en una especie de pequeña fuente

Pero sin lugar a dudas es Sebastián de Horozco en su Libro de los proverbios glosados (1570) el que nos da cumplida cuenta del refrán y hasta de su posible origen. Curioso que en un momento se diga que este refrán no existe en otras lenguas, que es típicamente castellano:
Dadme dineros y no me deis consejo.El maestro Alexio Vanegas en el libro que hizo en nuestro vulgar Agonía del tránsito de la muerte, en el tercero género de tentaçiones con que el demonio tienta a la ora de la muerte que son de los propios viçios particulares de las provinçias, a las fojas 67, en la 2ª coluna, tratando de quatro viçios que España tiene. El primero es el esçesso de los trajes, el 2º que en sola España se tiene por injuria el ofiçio mecánico. El 3 las alcuñas de los linajes. El 4 es que la gente española ni sabe ni quiere saber de este 4 viçio. Dize que naçió este proverbio y refrán castellano que en ninguna lengua del mundo se halla sino en la española donde solamente se usa que dize, "Dadme dineros, y no me deis consejo," por donde naçen muchas ocasiones de muchos y grandes pecados. Así que no es bien desechar el buen consejo y escoger los dineros porque vale más un buen consejo espeçialmente si es para salvaçión dell ánima que todo el dinero y riqueza del mundo si porque, Quid prodest homini si universum mundum lucretur, animae vero sue detrimentum patiatur? etc. 
Este es un proverbio de hombre muy confiado de sí o de hombre enojado que a sabiendas no quiere reçebir el buen consejo que se le da. Y menospreçiándole, dize estas palabras. Y este proverbio pudo provenir de lo que dixo don Gutierre Gómez, arçobispo de Sevilla, a la carta de mosén Diego de Valera al rey don Juan Segundo. Escríbese en las corónicas destos reynos. Espeçialmente lo escribe Esteban de Garibay, en su Compendio historial de las corónicas de España, en la 2ª parte, en el libro 16 tratando del rey don Juan 2º, en el capítulo 29, a las fojas 1223, número 4 que andando el dicho rey don Juan en grandes pasiones y bulliçios con muchos caballeros de su reyno, mosén Diego de Valera le escribió desde Segovia una carta llena de buena doctrina la qual leýda en consejo agradó a los demás. Pero don Gutierre Gómez de Toledo, arçobispo de Sevilla, respondió por todo el consejo, "Digan a mosén Diego de Valera que nos envíe gente o dineros. Que consejo no nos falta," palabras no dichas con madura deliberaçión. Pues es notorio que el buen consejo pesa y vale mucho más que todo el dinero y oro del mundo si no que el susodicho y los demás estaban fundados en sus propios intereses y los pretendían y no querían consejo que conviniese. Y así que este proverbio de, "Dadme dineros y no me deis consejo," no es de hombres querdos ni prudentes sino de hombres interesales y avarientos y apasionados y mal considerados (Horozco: Libro de los proverbios glosados, 1570)
El refrán aparece al pie de la letra citado en el siguiente texto anónimo de 1600: 
La Desdicha se casó con Poco seso, y tuvieron por hijos á Bueno está eso, Qué le va á él, Paréceme á mí, No es posible, No me diga más, Una muerte debo á Dios, Salir tengo con la mía, Ello se dirá, Verlo heis. Dadme dineros y no consejos, Aunque me maten. Diga quien dijere. Preso por mil, preso por mil quinientos; Qué se meda á mí, Nadie murió de hambre, No son lanzadas, Dineros son (Descendencia de los modorros, 1600)
En el Guzmán de Alfarache (1602) se insiste en la idea de que este refrán no existe en otras lenguas. ¿Será verdad? El refrán aparece como totalmente consolidado y conocido.
Son los españoles como los membrotistas que quisieron celebrar su nombre con el blasón de la torre; pues otro vicio tienen, que ni saben ni quieren saber; y por esto no sólo no buscan quien los aconseje lo que les cumple; mas al que por caridad quiere dar consejo de suyo (movido por lo que dice el Eclesiástico: a cada uno mandó Dios que tuviese cuidado sobre su prójimo), en lugar de agradecimiento le dicen que mire sus duelos y no cure de los ajenos, como si fuesen ajenos al pie los males de la cabeza; de donde nació el refrán castellano que no se halla en otra lengua: “Dadme dineros y no consejos” (Guzmán de Alfarache, parte II, libro I, cap. VII).
José de Valdivielso en su Vida de San José (1604),sin mencionar explícitamente el refrán vuelve sobre la idea de que consejos y remedios han de ir unidos: 
Y remediando los secretos daños.
Con dineros, consejos y prudencia. 
Pedro Espinosa le deja fácil a Juan la réplica para su padre cuando le pide dinero y recibe consejos en su lugar:
Y como no querer errar es el primer paso de la prudencia, y locura dorar al león la lana, tomaste al tiempo el pulso, y hallándole débil y oscuro (porque cuando pedías dinero te daban consejos), diste libertad al agua y al viento, cansados tres años de sufrir tanta majestad, y te retiraste con tres mil ducados de renta de tu hacienda menos, magnífico efecto de tu bizarría (Panegírico al señor don Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, 1629).
Como hemos visto en los casos anteriormente comentados de refranes inmersos en El alcalde de Zalamea, Calderón lo que hace es recoger el espíritu y parte de la letra de refranes muy conocidos para adaptarlos a su propio estilo y al ritmo de la obra.

¿Y qué decía Correas (1627) de este asunto? 

Numerosos son los refranes sobre consejos que podemos encontrar en la colección, pero además del ya recogido por Vallés, queremos destacar dos que nos devuelven al mundo de las cosechas y las eras: 
Pues me dais el consejo, dadme el vencejo
y el complementario:
Pues no me dais el vencejo, no me deis el consejo
donde vencejo es el 'lazo o ligadura con el que se ata algo, especialmente las mieses' (DRAE).

Sin embargo, andado el siglo, ya se levantaron algunas voces prudentes, como la de Gracián, para advertir de que un buen consejo siempre era de agradecer: 
Sobre todo, que ninguno de oy más se atreva a dezir: No me den consejos, sino dineros, que el buen consejo es dineros y vale un tesoro, y al que no tiene buen consejo no le bastará una India, ni aun dos (El Criticón, 1657).
El refrán fue cayendo en desuso y a partir del siglo XVIII es difícil encontrar testimonios, aunque el Diccionario de la Academia lo incluyó en su edición de 1843 en la forma Dinero y no consejos, de la que dice que es expresión que «reprende a quien da consejos cuando no se le piden y mucho más si los da a quien tiene necesidad de dinero».

Hoy, junto a otros similares que aconsejan dar el remedio a la vez que el consejo, aparece en distintos trabajos, como en esta recopilación de Juliana Panizo que cita los siguientes: 
Dame consejos sanos y dinero para ejecutarlos.
Quien quita consejo, dé remedio.
Con un consejo y un duro, sale el hombre de un apuro.
Consejo sin remedio es alma sin cuerpo.
Consejo sin remedio es como la receta sin el medicamento.
Ley antigua: que ninguno dé consejo sin dar remedio.
También contamos con un testimonio oral actual bajo la variante El que da consejos no da dinero. Se trata de un fragmento de conversación recogido en nuestra tesis y en el que unas amigas comentan sobre consejos a la hora de comprar casas:
LR: Nos hablamos y eso pero (...)
IO: El que da consejos no da dinero.
LR: Si no te metes (…).
IO: El que da consejos no da dinero.
LR: Si no te metes no te pueden decir nada.
(Gumiel de Izán, 31/08/2006, IO: mujer de 55 años.)


Referencias

  • Calderón de la Barca, Pedro (1636 = 1981): El alcalde de Zalamea. Ed. de José María Díez Borque. Madrid: Castalia. 
  • Correas, Gonzalo (1627 = 2001): Vocabulario de refranes y frases proverbiales, ed. Louis Combet, revisada por R. Jammes y M. Mir, Madrid: Castalia. Nueva Biblioteca de Erudición y Crítica, 19.
  • Panizo Rodríguez, Juliana (1997): 
  • «Paremias alusivas al "consejo"», RdF, núm. 204. [En línea]: (http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.php?ID=164214), [consulta: 16-02-2016].
  • Real Academia Española: Corpus diacrónico del español (CORDE). [En línea]: (http://www.rae.es/recursos/banco-de-datos/corde), [consulta: 16-02-2016].
  • —: Nuevo tesoro lexicográfico. [En línea]: (http://www.rae.es/recursos/diccionarios/diccionarios-anteriores-1726-1992/nuevo-tesoro-lexicografico)[consulta: 16-02-2016].
  • Ugarte García, María del Carmen y Postigo Aldeamil, María Josefa (dir.) (2012): Paremias y otros materiales de tradición oral en la Ribera del Duero. Estudio etnolingüístico y literario. Tesis doctoral. [En línea]: (http://infoling.org/search/tesis/ID/106#.VsRBv_nhDIU), [consulta: 16-02-2016].
  • Vallés, Mosén Pedro (1549 = 2003): Libro de refranes y sentencias de Mosé Pedro Vallés. Ed. de Jesús Cantera Ortiz de Urbina y Julia Sevilla Muñoz. Madrid: Guillermo Blázquez, Editor.
Contribución a la lectura de El alcalde de Zalamea en La Acequia.

4 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

A mí siempre me ha soprendido la capacidad de algunos para aconsejar en todo momento y situación...
Excelente entrada.

Abejita de la Vega dijo...

Llama la atención lo benévolo que se muestra Pedro Crespo con su hijo varón. Y el desparpajo que muestra el vástago largando al padre lo de las deudas y los consejos. Es un niño mimado y el padre piensa que en el pueblo se perdería, que se vaya al ejército, que la espada la tiene suelta. ¡Por dos veces quiere matar a su querida hermana para lavara el honor familiar. Un consejo sensato le hubiera venido bien.

En el refranero los consejos tienen buena o mala reputación. No se dan consejos a quien necesita dinero, consejos vendo para mí no tengo pero también del viejo el consejo.

Besos, Carmen. Siempre es un placer entrar aquí. Y leer tus reflexiones.

La seña Carmen dijo...

El refranero está lleno de consejos, de hecho para muchos los refranes son eso, una colección de consejos: haz esto y no lo otro, y como no podía ser menos también se mira a sí mismo y habla sobre los consejos, que los hay para todos los gustos.

Sí, son más complejos los personajes de lo que a primera vista parecen. A Pedro Crespo, el padre ideal, le puede en cierto modo su hijo, y efectivamente, la única salida que ve son las armas. ¿Quién cuidaría de esa próspera hacienda a la muerte de Pedro? ¿El marido de Isabel? No veo yo a don Mendo dirigiendo haciendas, pero mucho menos al capitán quitahonras.

Gelu dijo...

Buenos días, Carmen Ugarte:

Muy bien reflejado por Calderón el tono del hijo al dirigirse al padre. En él, va expresado el malestar por haber perdido las partidas del juego, y por no tener dinero para pagar al ganador en el momento.
Recordemos, que Pedro Crespo venía satisfecho de la era, en el trabajo de la cual, parece, poco -o más bien nada- había participado el joven.
Al joven le sobraban los consejos. Necesitaba con urgencia compensar al acreedor.
El cuarto vicio, parece que se mantiene: “ni sabe ni quiere saber”.
Estupendos el enlace y las fotografías.

Un abrazo.