viernes, 26 de marzo de 2021

Núm. 246. Las golondrinas de marzo

Marzo es un mes pródigo en refranes, su tiempo ventoso y cambiante es una de sus peculiaridades; sin embargo no es es un mes que se apoye mucho en sus santos para marcarnos los cambios de tiempo. No obstante, siempre alguno hay, y a los recogidos en la Ribera dedicamos las siguiente líneas.

No hay marzo sin Cuaresma 

Este refrán recogido en Campillo de Aranda es una de esas verdades incuestionables, porque ya vengan altas o bajas las Pascuas, casi todo el mes de marzo transcurre en tiempo de Cuaresma. 

La llegada de las golondrinas ;

San Raimundo -el 15 de marzo- marca, según el refranero, la llegada de las golondrinas.

San Raimundo trae las golondrinas del otro mundo.

Por estas fechas las golondrinas vienen desde los bosques tropicales de África Occidental a Europa, para prepara el nido donde criarán durante el verano.

Frente del sepulcro de Diego Velázquez
Sepulcro de Diego Velázquez (Gumiel de Izán)

San Raimundo, natural de Tarazona, llegó a ser abad de Fitero, dentro de la orden del Císter, pero dejó el monasterio para defender, junto a Diego Velázquez, la plaza de Calatrava, que había sido encomendada con anterioridad a los templarios. Diego Velázquez había sido soldado antes de tomar los hábitos, y mantenía una gran amistad con san Raimundo, al que convenció de que podrían defender dicha plaza, consiguiendo del rey Sancho III, el Deseado, la concesión de dicha plaza. Ambos fundaron más tarde la Orden de Calatrava para aunar devoción y acción. Frey Diego Velázquez terminó sus días en el monasterio de San Pedro de Gumiel y su sepulcro puede verse en la nave del evangelio de la iglesia parroquial de Gumiel de Izán.

Si el año es propicio, cuando la primavera va a ser muy templada, las golondrinas pueden adelantarse, de ahí que podamos encontrar también este refrán recogido en Campillo:

San Silvio y San Raimundo traen las golondrinas del otro mundo,

siendo San Silvio, martir, el primero de marzo.

San José

San José, el esposo de María, el padre putativo de Jesús, celebra su fiesta el 19 de marzo, como todo el mundo bien sabe. Los evangelios apócrifos le dieron el oficio de carpintero, y así ha pasado a la tradición:

San José es carpintero,
y la Virgen costurera,
y el Niño adora la cruz,
porque va a morir en ella;

dice la copla gomellana, mientras que en Sotillo le llaman San José, el patatero, porque en esta fecha han de sembrarse las patatas.

La fiesta de San José se instituyó en 1550, y ya vimos en la entrega anterior dedicada al calendario, que en 1582 se llevó a cabo la reforma gregoriana de él, que ajustaba el comienzo de la primavera a la altura solar. San José, dos días antes del inicio de la primavera, fue la fecha propicia para recordar que 

El esposo de María se iguala a noche con el día,

refrán recogido en Tubilla del Lago, pero que en el imaginario popular no consiguió desplazar a San Matías. Sin duda, las costumbres hacen leyes.

La primavera ha venido y ciertos animales terrestres, no solo los aéreos se dejan ver:

Por San José, los sapos se empiezan a ver,

observan tanto en Zazuar como en Adrada.

Varios son los refranes que enlazan la fiesta de San José con la siguiente en la que vamos a detenernos, la Encarnación o Anunciación, 25 de marzo. 

La Encarnación

El 25 de marzo, nueve meses antes de la Navidad, se celebra la fiesta de la Anunciación del ángel a María, y por tanto, la Encarnación de Jesús. El mal tiempo en los días que van desde la fiesta de San José, a esta fiesta de la Virgen, a la que muchos llaman la Señorona y también la Mariona, es proverbial como queda constatado en numerosos refranes:

Anunciación (Correa de Vivar)
La Anunciación (Correa de Vivar, Museo del Prado)
Entre San José y la Virgen anda el demonio,
aseguran con razón en el Valle del Riaza.
De San José a la Mariona/Señorona muchos/cuántos corderos a su cargo,
que dicen en casi todos nuestros pueblos. La explicación nos lleva a las costumbres de los pastores, que por San José abandonaban los corrales y empezaban a sacar los rebaños al campo, y porque.
Por la Encarnación, los últimos hielos son,
era bastante frecuente que muchos de estos corderos, sobre todo los más jóvenes, no pudieran soportarlos y muriesen. Otra forma de contar este hecho son los numerosos refranes e historietas que se refieren a los últimos días de marzo como «cuando marzo vuelve el rabo» para narrar los estragos del tiempo entre pastores y rebaños. Finalmente, tenemos los refranes que aconsejan lavar la ropa en estos días, y que de alguna forma rebaten el mal tiempo que se atribuye a este periodo:
Entre San José y la Mariona lava tus paños, porque el Domingo de Ramos estarán mojados

Pascua marzal

Finalmente haremos referencia a la superstición que augura que cuando el Día de la Pascua cae en marzo, el año será año de mortandades y de desgracias. Más de uno recordó esos refranes el año pasado, cuando a principios de marzo se supo que la pandemia de coronavirus no iba a tener remedio:
Pascua marzal, hambre y mortandad;
Pascua en marzo, señal de mal año.

Se había juntado la Pascua en marzo, con el año bisiesto.

Bibliografía

  • Almanaque de tradición. Fundación Joaquín Díaz, [consulta: 05-03-2021].
  • Barniol, Albert et alii (2014): Los refranes de el tiempo. Madrid: Espasa Calpe.
  • Cantera Ortiz de Urbina, Jesús y Sevilla Muñoz, Julia (2001): El calendario en el refranero español. Madrid: Guillermo Blázquez, Editor.
  • Correas MartínezMiguel y Gargallo GilJosé Enrique (2003): Calendario romance de refranesBarcelona: Edicions de la Universitat de Barcelona.
  • ParemioRom. Paremiología romance: refranes meteorológicos y territorio. Universidad de Barcelona, http://stel.ub.edu/paremio-rom/es,
    [consulta: 05-03-2021].
  • Pedrosa , José Manuel (2006): «Pascuas faustas e infaustas: creencias y paremias», Paremia, n.º 15.  https://cvc.cervantes.es/lengua/paremia/pdf/015/015_pedrosa.pdf, [consulta: 05-03-2021].
  • Rubio Marcos, Elías, Pedrosa , José Manuel y Palacios, César Javier (2007): Creencias y supersticiones de la provincia de Burgos. Burgos: Ed. de Elías Rubio Marcos.
  • Ugarte García, María del Carmen (2007): El refranero del C. R. A. Valle del Riaza. [En línea]: http://cravalledelriaza.centros.educa.jcyl.es/sitio/index.cgi?wid_seccion=6&wid_item=87, [consulta: 05-03-2021].
  • - (2008): «Refranes agrícolas de Quintana del Pidio», Cuadernos del Salegar, núm. 55-56. [En línea]: http://mimosa.pntic.mec.es/~jcalvo10/Textos-CdS/55-56-RefranestiempoQuintana.pdf, [consulta: 05-03-2021]..
  •  — (2012): Paremias y otros materiales de tradición oral en la Ribera del Duero. Estudio etnolingüístico y literario. Tesis doctoral dirigida por
    María Josefa Postigo Aldeamil. [En línea]: https://infoling.org/elies/?t=ir&t=ir&info=Tesis&id=106&r=360Raquel, [consulta: 3-5-2020].

 

lunes, 15 de marzo de 2021

Núm. 245. Trafalgar: la mirada pacifista de Galdós

Por los que hacen del verbo cuidar, su bandera y tu casa
(Vetusta Morla sobre un proyecto colectivo)

Las malas hadas, que haberlas haylas, hicieron que se me borrara, sin posibilidad de recuperarla, la entrada ya completa que tenía, a falta de algunos retoques, en borrador. ¡Quién me mandaría enredar!

Así que aquí estoy de nuevo, esperando recuperar memoria, y poder dedicarle unas líneas a mi relectura de Trafalgar, de Benito Pérez Galdós, una novela, a mi modo de ver, profundamente pacifista desde su génesis.

Maqueta del Santísima Trinidad

 

Los combates navales que Gabriel Araceli y sus colegas -palabra utilizada por Galdós- se montan en La Caleta son ya un anticipo de que en las páginas siguientes nos vamos a encontrar una mirada ácida, auténtico humor negro, sobre las glorias de nuestra armada. Viene a completar ese cuadro paródico la figura de Medio-Hombre, del que no se sabe el apellido, pero que recuerda demasiado al héroe de algunos años atrás, Blas de Lezo; y, aunque un poco dulcificada, don Alonso, ese anciano mutilado, retirado a la fuerza, que se conforma malamente con llevar una vida casera y rememorar una y otra vez esos combates en los que él hubiera actuado de otra forma, y entonces otro gallo hubiera cantado.

Demasiados hombres apagaron fuegos -bella imagen la que nos brinda el autor- en esos combates que ahora algunos quieren actualizar, siempre desde los despachos, siempre sin tener en cuenta a los de abajo, a los que sufren las consecuencias de todas las guerras. Pocas líneas les dedica Galdós a Churruca, Gravina, Alcalá Galiano y Nelson, porque si ellos sufrieron, el pueblo no sufrió menos sin que la historia, siempre fijándose en los de arriba, le dedicara una mala línea.

Bien lo sabe ver ese personaje de doña Francisca -Paca, Paquita para la familia-, aunque su pacifismo sea totalmente práctico, muy de andar por casa, muy de mujer de marino que pena y sufre desde lejos, y rehusando, con muy buen criterio, asistir a ese malhadado espectáculo desde un balcón, porque la guerra, señores, no es ninguna broma, ni ningún espectáculo, por más que su marido siga empeñado en las viejas glorias, ayudado por el inconsciente Medio-Hombre. Medio-Hombre, que bien podría contentarse con hablarles de la mar -porque las gentes del mar siempre hablan de ella en femenino- a sus nietos; pero no, tiene que unirse a su marido y en virtud de no se sabe qué deberes poner en riesgo sus vidas y las de los demás.

A doña Francisca, mujer práctica además de piadosa y temerosa de Dios, al que no para de encomendar su desesperanza, le sobran todas las glorias y no duda en aconsejar a su futuro yerno que renuncie a ellas, porque el que busca el peligro, en él perece, repite hasta dos veces sin que los varones de la casa le hagan caso, ni a ella, ni al refrán.

Nada que ver con la actitud de su prima, doña Flora, la dama gaditana empeñada en no aparentar la edad que tiene, propietaria del mirador desde el que se puede asistir a las refriegas navales, como si de un palco de la ópera se tratase, y de claro carácter militarista, aunque tampoco se deje engañar por las mañas de los mandamases franceses. 

puesta de sol en Cádiz - cielo rojo

 En fin, que por unas razones o por otras, los de tierra adentro no están muy conformes con entrar en combate, y de los de la mar..., ¿qué opción tienen los de la leva que atienden las necesidades de los grandes navíos de guerra? En medio de todos ellos el chiquillo Araceli va de acá para allá, con los ojos bien abiertos, viendo morir a más hombres de los que hubiera pensado, saltando por los aires en pedazos y siendo sepultados sus despojos en el mar, porque la mar es grande y en ella cabe mucha gente, demasiada. Galdós no ahorra detalles a la hora de narrar la agonía de esos hombres, ni tampoco del acto de la rendición, en un párrafo que hay que leer con detenimiento y que gira en torno al oriflama, hermosa palabra, por cierto: 

Saliendo afuera en busca de agua para mi amo, presencié el acto de arriar la bandera, que aún flotaba en la cangreja, uno de los pocos restos de arboladura que con el tronco de mesana quedaban en pie. Aquel lienzo glorioso, ya agujereado por mil partes, señal de nuestra honra, que congregaba bajo sus pliegues a todos los combatientes, descendió del mástil para no izarse más. La idea de un orgullo abatido, de un ánimo esforzado que sucumbe ante fuerzas superiores, no puede encontrar imagen más perfecta para representarse a los ojos humanos que la de aquel oriflama que se abate y desaparece como un sol que se pone. El de aquella tarde tristísima, tocando al término de su carrera en el momento de nuestra rendición, iluminó nuestra bandera con su último rayo.

La escena termina con una sucinta frase como contrapunto:

El fuego cesó y los ingleses penetraron en el barco vencido.

Digamos que la novela termina bien, a pesar de las numerosas pérdidas humanas. Don Alonso vuelve a su hogar para dedicar el resto de sus días a los rezos, que parece ser lo único que le consuela. Rosita, la hija de don Alonso, se casa con su prometido, que también ha sobrevivido al desastre, Gabriel Araceli comprende que sus destinos van a estar lejos de aquella casa y aquella familia que ha sido la suya. Sin dudarlo lía el petate y marcha a ser protagonista de otros muchos episodios de la historia de España. 

La historia contada desde abajo. 

Comentario para el club de lectura La Acequia.