Como me fío del criterio de mi amigo, y además el artículo echa mano de un conocido refrán, me voy a él con el corazón abierto, pero veo enseguida que Carmen Posadas sigue encaramada en ese pedestal del que nos mira a todas, y de paso a todos —que aquí no se salva nadie— con superioridad intelectual, y hasta moral, y no termino de ver los entusiasmos de mi amigo.
Habla Carmen Posadas de los modelos que imitábamos, aquellas mujeres en las que nos veíamos, las que nacimos a mitad del siglo pasado: Virginia Woolf, Simone Weil, Simone de Beauvoir. Siempre me han interesado estos temas, y si bien la Woolf y la Beauvoir me sonaban, la Weil tardó en entrar en el círculo de mis conocidas. De todas ellas he ido sabiendo a lo largo del tiempo, a lo largo de los años, pero desde luego en mi juventud sabía poquísimo de ellas, así que malamente podían ser admiradas y menos tomadas como ejemplo. Echémosle la culpa a los años de la dictadura, a ver si cuela.
Pasaron los años, llegó el tan esperado siglo XXI, ¿y cuáles son ahora nuestros referentes, nuestros modelos? Todos los años medios prestigiosos, como las revistas TimeForbes, elaboran listas de las mujeres más influyentes del planeta. Patidifusa se queda una al comprobar que, codeándose con Theresa May o Angela Merkel, aparecen en ellas y en lugar relevante reinas de la vacuidad como Kim Kardashian, emperatrices de molicie inane como Paris Hilton y señoras cuya única gesta ha sido casarse con multimillonarios y/o heredar. A los iconos patrios no hace falta que los mencione, porque los conocemos todos. Señoras monísimas (algunas bastante añosas) sin más mérito conocido que vender su vida y miserias a golpe de exclusiva; enhebradoras de un marido -o amor o amorcete- tras otro cuanto más rico e importante mejor; y luego, vociferantes princesas del pueblo con serias dificultades para aprobar la ESO. ¿Qué pasó, en qué nos equivocamos nosotras, las mujeres de la generación que rompió con el modelo femenino tradicional, para que hayamos vuelto a valores mujeriles tan retrógrados?Me suena algo Paris Hilton, pero ¿quién es la Kardashian? Me niego, por otro lado, a pasar por esa catarsis falsa que nos lleva al examen de conciencia del «qué hecho mal».
No me he acercado nunca a las listas de Forbes, pero sí a la lista de mujeres más influyentes en España, y a alguna de ellas, incluso, he llegado a conocer personalmente. Lejos de mí empeñarme en imitarlas, pero tampoco veo razón para alarmarse: la lista responde al medio del que ha salido, esa España oficial mediática, tan alejada de la realidad en la que me muevo.
Es más, tratando de pulsar cuál es realmente el sentir de las mujeres como yo, aquellas con las que quedo, con las que tomo cañas, con las que comparto lecturas y memes por WhatsApp, hago una encuesta de las mías, acientífica total, sin criterio muestral alguno, y sin otro resultado que «estas son las mujeres a las que admiran mis amigas que han tenido a bien contestar a mis tontunas veraniegas». Sí, también hay algún amigo, por eso de las cuotas.
Empezamos:
- María Moliner, porque hizo ella solita un diccionario (esta, confieso ser yo, que rompí el hielo).
- Clara Campoamor, porque luchó por el derecho a votar de las mujeres.
- Frida Kahlo, pintora, gran mujer interesante e inteligente.
- Marina Garcés, profesora de filosofía en la universidad de Zaragoza, por impulsar un pensamiento crítico y experimental. (Aquí, lo confieso, empecé a ir a la Wikipedia. ¡Estupendo que te hagan saber de alguien a quien no conoces!)
- Lynn Margulis, fallecida en 2011, bióloga que revolucionó la teoría de la evolución de nuestras células. (¡Caray!, las respuestas a las preguntas tontas empezaban a ser sumamente elaboradas.)
- Sonia Fernández-Vidal por hacer asequible la física cuántica para la gente joven. (Esta sí salió en Forbes.)
- Irene Montero, por su valentía y su potencia política.
Había quien incluso se explayó más allá de lo demandado:
Hay montones de mujeres admirables. Pocas veces son famosas porque los medios de comunicación raras veces se ocupan de los éxitos femeninos. No hay más que comparar el tiempo dedicado al deporte masculino y al femenino. Queda claro que éste es un tema que me preocupa mucho.Sigamos con la lista, pero antes:
—Déjame pensar, supongo que la madre no vale.
—No, tienen que estar cuanto menos en la Wikipedia.
- Ada Colau, mujer potente donde las haya. Tiene la cabeza muy clara y energía para hacer lo que dice. Yo la admiro mucho.
- Admiro a Madame Curie especialmente.
- Eva Perón porque fue inteligente y disfrutó.
- Yo admiro profundamente a Gloria Fuertes.
- La madre Teresa de Calcuta, por su entrega a los pobres.
- El primer nombre que se me ha venido a la cabeza es Dolores Ibárruri. Razones conocidas, aunque discutidas, pero salvando el hecho de que yo no estaba allí, algo que hago el 99% del tiempo, yo sí creo en ella.
- Literariamente el primer nombre que se me ha venido a la cabeza es María Teresa León, literariamente muy buena, pero como mujer: ejemplar, generosa, quizá un poco demasiado humilde…
- Malala.
- Marguerite Yourcenar, for instance. Aunque mis modelos preferidos son Ana Mato, Ppdal, la Rita, la Pantoja y la Plagiaria. Todas pelotudas.
Gracias a todos los que habéis contestado, y a los que pasáis por aquí, y perdonad esta pequeña broma, totalmente seria.