martes, 1 de septiembre de 2015

Numero 85: El tiempo incinerado

Son distintos los motivos por los que alguien —digamos alguien consagrado en el mundo de las letras, o en otro campo artístico— empieza un buen día un diario. 

No nos queda clara la razón por la que el pianista Diego Fernández Magdaleno toma la pluma, o se sienta al ordenador, el jueves, 1 de enero del 2004, para anotar distintas impresiones a lo largo de un año, que va a ser más trascendente en su vida de lo que él probablemente espera ese día, para escribir una «novela no voluntaria pero sí conseguida» como la denomina el prologuista, un tal Antonio Carvajal, que escribe nada menos que desde el Suspiro del Moro, a un tal Guillermo. 

La breve declaración de intenciones de ese 1 de enero nos habla de un personaje que ha influido mucho en su vida. al parecer otro músico, Josep Soler.

Hasta ahora cuatro desconocidos para mí y de los que, probablemente, cuando termine de leer el diario y se pliegue la última página del 31 de diciembre sabré algo más.

El primer día, podríamos decir, que es de trámite, corto y escueto, pero el 2 de enero se llena de luz y de palabras. 
La luz tenía la propiedad de aquel texto, implacable, de Maurice Blanchot [otro personaje para mí desconocido y van cinco]. Habitaba en espacios donde las palabras lo eran todo.
Luz y palabras entretejiéndose, dejando sus patitas negras sobre la página en blanco. ¿A dónde nos llevarán?
Y en la vastedad de lo que solo la imaginación ponía contornos, la luz era avivada por un viento que la hundía, con delicadas manos transparentes, en un punto indefinido que rozaba la superficie de la tierra, al sur del polvo.
Prosa poética, sin duda, o poesía puesta en prosa, el diarista llena más de dos páginas ese día 2 que cayó en viernes. Ni una mención al tiempo, algo muy socorrido en los diarios, ni tampoco a lo que pasa en el resto del mundo, más socorrido, si cabe. Solo palabras y luz.

El sábado 3 de enero nos da una sorpresa: 
La vida de unas mujeres en Irán. El segmento de una realidad compleja y, pese a la información, lejana. 
Nuevos personajes que no conocemos, referencias a una película y una reflexión final para cerrar el único párrafo, denso de varias líneas, que conforma la entrada de ese día.
He visto esta película ocho días después de que un terremoto causara cincuenta mil víctimas mortales en Bam, cuya ciudadela, considerada la mayor fortaleza de adobe que existe en todo el mundo, se desplomó como un castillo de arena.
Reconozco no recordar ni ese terremoto ni esas imágenes, quizá porque otras muchos más recientes y en las que la fanática mano del hombre tienen mucho que ver se interponen. 

La vida de unas mujeres en Irán narrada en una película, El círculo, de Jafar Panahi —hay que precisar pues hay varias películas homónimas—, película que no he visto, pero que trataré de ver algún día. Las mujeres estamos obligadas a ver las historias de mujeres, aunque hayan sido escritas y dirigidas por hombres.

La ilustración que sigue no es iraní, permítaseme la licencia, es afgana y pertenece al libro Afghan proverbs, compilado por Edward Zellem e ilustrado en las escuelas afganas, del que hay traducción a varios idiomas. El pie es una interpretación mía totalmente libre.
El cielo está en el regazo de nuestra madre

Comentario para el club de lectura La Acequia.



4 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Un buen inicio de lectura: con todas las interrogaciones abiertas.
¿Qué motiva a un artista a escribir? Yo sé, por Diego, que él concibe todos los formatos artísticos de la misma manera. Ahora bien: un diario, como bien dices, es otra cosa. Uno pone la fecha: 1 de enero. Y, como tú expresas, no sabe lo que le va a esperar el resto del año. En el fondo, la vida.

Abejita de la Vega dijo...

Yo tampoco sabía quien era Soler y otros, le he dado mucho a la wikipedia,lo reconozco. No llevo la cuenta de las búsquedas. Sin traumas, que no podemos estar en todo. El tiempo nos incinerará y nos quedarán tantas cosas por saber...qué pena la combustión de nuestras vidas.

Buenas reflexiones, las del pianista y las tuyas.

Besos, cómo me gusto tu aventura lectora a los tres años, sobre un hule de la mesa de la cocina.







La seña Carmen dijo...

Siempre tan amable, Abejita.

Bendita Wikipedia, que nuestras ignorancias remedia.

Ele Bergón dijo...

No te había visto esta entrada anterior.

Es verdad que las primeras páginas del diario, te producen un poco de perplejidad y como dice María Ángeles, la Wikipedia va facilitando lo desconocido para los lectores. Del terremoto me acuerdo muy bien porque me impresionó mucho el ver cómo aquella ciudad de barro, en las casas de una cierta armonía, se desplomaban. Seguro que lo viste también en televisión, pero la imagen se ha borrado de tu mente, por el tiempo transcurrido.

Besos