El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía ni leer ni escribir.
A continuación describía como nadie, cómo sus abuelos cuidaban los lechones de morir ateridos ante los rigores del invierno:
En el invierno, cuando el frío de la noche apretaba hasta el punto de que el agua de los cántaros se helaba dentro de la casa, recogían de las pocilgas a los lechones más débiles y se los llevaban a su cama. Debajo de las mantas ásperas, el calor de los humanos libraba a los animalillos de una muerte cierta. Aunque fuera gente de buen carácter, no era por primores de alma compasiva por lo que los dos viejos procedían así: lo que les preocupaba, sin sentimentalismos ni retóricas, era proteger su pan de cada día, con la naturalidad de quien, para mantener la vida, no aprendió a pensar mucho más de lo que es indispensable.
Sin sentimentalismos ni retóricas, porque ya lo dice el refrán, aunque tenga un sentido menos práctico y egoísta:
No es por amor al chancho, sino a los chicharrones.
Parrilla con distintos productos del cerdo |
Referencias
Texto del discurso en español (El Mundo).
Discurso en portugués con la voz del propio Saramago (Organización Nobel).
Texto en inglés (Organización Nobel).
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