Es la segunda novela gráfica que leo, la primera fue La ciudad de cristal, de Paul Auster.
Si me he acercado a esta ha sido por motivos de amistad, pero sobre todo porque su autora, Pilar Montero Montero, es totalmente fiable a la hora de contar historias.
En este caso, Pilar nos lleva a su infancia en Madrid, infancia que coincide en el tiempo, el espacio y las circunstancias con la mía, porque como le decía a Pilar en un avance, mi padre no tuvo ni cuatro hijos ni cuatro empleos, pero ¡cómo lo has clavado!
El padre de Pilar llegó a Madrid muy pronto a ganarse la vida, luego vino la guerra -le pilló en «zona roja»- y luego, poco a poco, fue remontando como tantos hombres y tantas mujeres de aquella generación. Llegó a tener hasta cuatro empleos, algunos simultáneos, con los que sacó adelante a su familia. Uno de ellos fue el de escrutador de quinielas, que da título a la novela. Felipe Montero, gran aficionado al fútbol, solo acertó una en su vida, una de 11, con cuyo premio pudo comprar una radio.
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Estadio Santiago Bernabeu-1958 |
Felipe Montero se casó con Mercedes Montero, una riazana que resultaría fundamental para la trayectoria académica de su hija Pilar, porque Pilar Montero Montero es paremióloga gracias a su madre, al habla de su madre, que, conservada en casa, fue alimentando la tesis y los trabajos académicos de la autora; el último puede leerse en línea: 1329 locuciones de una nonagenaria.
El habla de esta nonagenaria, que nos dejó el año pasado, está muy presente en el texto de la novela que os comento: Sarna con gusto no pica; ni película, ni películo; zascandil, ¡qué cenutrio!...
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Iglesia de Nuestra Señora del Manto-Riaza (Wikimedia Commons) |
Y sobre todo, las que están muy presentes en la novela, constituyendo la música de fondo de nuestras vidas, son las canciones; tanto las infantiles, Una dola, tela, catola..., como las de la radio, Si yo tuviera una escoba... o aquellos anuncios que tan unidos fueron a nuestra infancia, Quina Santa Catalina es medicina y es golosina.
En los anexos finales, la autora proporciona una serie de enlaces para que podamos oír aquellas canciones, pero ¡qué falta nos hacen!, al menos a los que peinamos más que canas, pues la banda sonora de nuestras vidas va sonando dentro de nosotros, a medida que vamos leyendo. ¿Qué decir de aquellas canciones religiosas que nos enseñaron las monjas en el colegio?, Con flores a María...; ¿qué decir de aquellos villancicos de antes y de ahora, que todavía podemos oír cuando llega la Navidad? A Belén, pastores, a Belén, chiquitos... Las oraciones: Cuatro esquinitas tiene mi cama..., tan ligado todo ello a la cultura popular y a la lengua que aprendimos en casa.
Un libro delicioso lleno de detalles, algunos ya olvidados, como que antes los macarrones había que partirlos antes de cocerlos, que los helados eran polos, que a misa había que ir con velo, o que en llegando Navidad, algunas familias con pueblo recibían un paquete, donde hasta una gallina iba incluida (aquí, creo que se ha pasado la autora dos pueblos y alguna pedanía, ya que las gallinas venían atadas a la cesta, pero cuando volvíamos de las vacaciones en el pueblo).
¡Y qué decir de las ilustraciones! ¡Estamos ante la película de nuestra vida! Felicidades también a Isis A., la ilustradora.
Agosto de 2025
Título: La hija del escrutador.
Autoras: Pilar Montero Montero e Isis A.
Editorial: Círculo Rojo.
Año: 2025
ISBN: 979-13-7008-808-8
Disponible en Amazon.
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