martes, 1 de diciembre de 2015

Número 97: Los pazos de Ulloa: la Pardo Bazán.

Cuando en 1886 aparece publicada Los pazos de Ulloa, obra que iniciaba una ambiciosa labor editorial dentro de la novela española, su autora tiene 35 años. Ha viajado, se ha casado, se ha separado discretamente, ha tenido hijos, ha aprendido francés, inglés, alemán, italiano..., se ha interesado por el folklore de su tierra, y por el paisaje gallego, ha visto las maravillas europeas, se ha codeado con los mejores... Emilia Pardo Bazán ha sabido, en definitiva, aprovecharse de su privilegiada condición en la sociedad decimonónica, y buena parte de ello, pero sobre todo lo aprendido sobre literatura en esos treinta y cincos años, lo ha plasmarlo en un prologuillo imprescindible, Apuntes autobiográficos, que pondrá al frente de su novela más elogiada.

Decíamos que tenía una posición privilegiada y que supo aprovecharla, pero siempre fue muy consciente de la dificultad de una muchachita de la época de llevar a cabo una labor intelectual en un mundo que les estaba reservado casi con exclusividad a los hombres.
Es difícil para el público que lee, y en el cual los hombres están en mayoría, formarse idea de lo difícil que es para una mujer introducir un poco de método en sus lecturas y hacerse una cultura autodidáctica. Los hombres van a las escuelas de Instrucción primaria, al Instituto, a la Universidad. Bien sé que mucho de lo que aprenden es rutinario, y algo acaso sea superfluo o estorboso; pero sin embargo, no hay duda que semejante gimnasia—  y lo veo hoy que tengo próxima la educación de un hombrecito de diez años— fortifica y habitúa a saber estudiar, a no pasar de lo difícil a lo fácil , a ir de lo conocido a lo desconocido, a familiarizarse con palabras e ideas que por punto general la mujer no maneja, como no maneja las armas ni las herramientas profesionales.
ventana de piedra en ruinas, frondoso paisaje verde detrás

Esas carencias supo combatirlas con una autodisciplina que la llevó a sucesivas lecturas de todo tipo, y bien le debió ir porque en ese mundo de hombres, la Pardo Bazán parecía moverse entre ellos como uno más. Sus libros eran acogidos por los colegas con respeto y las críticas a sus escritos calibradas, aunque sobre ellos, y especialmente sobre la novela que nos ocupa, las hubiera tanto buenas como malas.

Dejando a un lado la literatura de los Siglos de Oro, la inquieta dama buscó aumentar sus conocimientos en lecturas arduas, los filósofos alemanes y los místicos alimentaron su espíritu y fueron labrando su perfil. Solo más tarde volvió sus ojos hacia las novelas españolas contemporáneas y descubre en ellas auténticos valores. Se anima, entonces, a emprender ella misma esa aventura:
Si la novela consistía en describir lugares y costumbres que [...], en estudiar caracteres que encontramos en la vida real y en narrar [...] pueden ocurrir a cada paso, entonces yo podía atreverme.
Surge así Pascual López, a la que una vez pasadas las primeras reacciones le aplica los ojos de la autocrítica, sobre todo en el lado del lenguaje con el que había hecho expresarse a sus personajes. El maestro Iriarte parece marcarle el camino
Ora pues, si a risa provoca la idea
que tuvo aquel sandio moderno pintor,
¿no hemos de reírnos siempre que chochea?
con ancianas frases un novel autor?
Lo mismo que las novelas de un periodo anterior estaban llenas de hechos inverosímiles —la Pardo Bazán se mostraba asombrada entre otros detalles de cómo Edmundo Dantés había podido escaparse de la fortaleza— el lenguaje empleado en las novelas debía también aproximarse a la forma de hablar de los personas reales:
Esta consideración me movió a proponerme, en la primera novela que escribiese, dejar correr la frase más libre de imitación clásica, y atenerme, en cuanto al diálogo, a lo que oyese en conversación familiar.
En un viaje a Francia conoce Balzac y tiene la oportunidad de ser recibida en la tertulia de Víctor Hugo en París. Las novelas de Zola ya empezaban a buscar escándalo por todo el mundo. La condesa se vio atraída por esos escritos, pero siempre conservando su religiosidad, destierra todo lo que de demasiado crudo pudiera haber en esa forma de narrar. Sin embargo, no niega ni la influencia del paisaje, ni del medio social ni cierto determinismo al que parecen condenados las personas por sus características físicas. 

Así, desde las primeras líneas ya se nos muestra en Los pazos el carácter de su protagonista, descrito con un preciso término científico, linfático, de los que la condesa gustaba tanto.

Por otro lado, en esos apuntes del preludio, y siempre dentro de lo que su moral le marcaba, recuerda la condesa cómo habiendo leído la Biblia con apenas ocho años, pasaron sus ojos por los pasajes más escabrosos con total inocencia: 
Y aquí debo añadir una cosa, para completar el cuadro de la niña de ocho o nueve años que se entregaba a tan extraña lectura. Y es que la completa inocencia posee en efecto el don de la abeja, de sacar miel hasta en los cálices venenosos: pues puedo asegurar que, sintiendo la belleza, la magnificencia, la poesía y la verdad bíblicas con una intensidad que hoy me admira cuando las recuerdo, los pasajes, más crudos que cocidos, que a cada paso se tropieza uno por allí, no me despertaron una curiosidad ni tendieron una nube en el claro azul de mi pensamiento, y vi desfilar a las terribles pecadoras orientales, las Tamares, las hijas de Lot, la que fue de Urías,
A pesar de sus precauciones, algunas escenas de Los pazos resultaron harto crudas para sus contemporáneos, que en más de una ocasión criticaron su lenguaje demasiado suelto. En aquel mundo de hombres, donde la Pardo Bazán se movía con naturalidad ¿qué opinarían de estas libertades las señoras de la buena sociedad? ¿Qué pensaba la Pardo Bazán de ellas? 

En sus apuntes solo aparece un nombre femenino, el de Concepción Arenal con la que compitió por el premio en un certamen en honor a Feijóo celebrado en Orense y del que salió ganadora, tras un primer empate, la Pardo Bazán. De ella dice tener «varonil entendimiento y serios estudios» amén de «estar hecha a ganar lauros en la Academia de Ciencias morales y políticas».

Sin embargo, al día de hoy pocos son los que dudan del feminismo militante de la condesa, sobre todo por los escritos y artículos de sus últimos años, pero ¿estaba ya presente este tema en Los pazos

Referencias

  • Emilia Pardo Bazán en Biblioteca Virtual Cervantes, [portal en línea]: , [consulta: 01-12-2015].
Contribución al club de lectura virtual La Acequia.

6 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Todo en esta entrada es interesante. Me gusta mucho que te hayas fijado en el prólogo. La Pardo Bazán lo publica en el momento justo, en el que ha decidido imprimir energía a su escritura y es consciente de quién es y de lo que puede llegar a ser. Y esa pregunta final... supongo que tendrá respuesta en próximas entregas.

Abejita de la Vega dijo...

Es una delicia leer a doña Emilia contándonos su formación autodidacta, comenzando con la niña que leía hasta los papeles de los azucarillos y descubría los tesoros de la biblioteca paterna. ¡Qué voracidad la suya! Un ratón de biblioteca de los más glotones. Me guardo en favoritos el enlace para disfrutar de la escritora, es como si la tuviera aquí al lado.

¿Descubriremos el feminismo en su novela? Pobre, a los dieciséis estaba casada.

Un abrazo, Carmen.

Anónimo dijo...

Mucha vida todavía y mucha evolución en su modo de decir y de hacer.

Ele Bergón dijo...

En aquella época de Pardo Bazán,si una mujer era capaz de realizar las proezas de un hombre, se la media en relación al varón, no por ser ella. "Tiene la valentía de un hombre" quién dice valentía, dice inteligencia, buen hacer, buen saber...etc. La mujer seguía siendo la inferior.

Interesantes tus preguntas que espero nos las contestes.

La crudeza en algunos párrafos de este novela, me parecen impresionantes. Estoy viendo la serie que echaron en TV1 en 1985 y aunque me es muy buena, creo que está más dulcificada.

Besos

Myriam dijo...

Muy interesante e informativa tu entrada.

Muchas gracias, Cármen.

(Me estoy poniendo al día con los compañeros
de lectura).

Besos

Myriam dijo...

¡Qué fuerza la de esta mujer! ¡Qué carácter
arrollador, decidido, valiente!

Una biografía apasionante y todo un ejemplo de vida.

Te seguiré de cerca, en especial, si como
espero (deseo, más bien) profundices en el tema
del feminismo, dando respuesta a tu pregunta de cierre.

Un abrazo