Hay personajes que pasan desapercibidos durante siglos. Pese a su importancia, nadie parece acordarse de ellos, y menos elevarlos a las páginas de la historia con mayúscula. Felizmente, alguien, de pronto, los rescata, y sabemos quiénes fueron y lo que hicieron, y pasan a esa Historia en la que siempre merecieron estar.
La figura de Berenguela de Navarra nos la rescata Concepción Mira en su cuarta novela, Berenguela, Corazón de León.
Personalmente nada sabía de esta infanta de Navarra, hija de Sancho VI, que contrajo matrimonio con Ricardo I de Inglaterra, más conocido como Ricardo Corazón de León, lo que la convirtió en reina de aquel país, pese a que nunca lo pisó. Su vida transcurrió mayormente en Francia, tras un paso por Palestina a donde había acompañado a su marido en la tercera cruzada...
No adelantemos acontecimientos.
Mira nos lleva a los primeros años de la reina, a la exquisita educación recibida casi en igualdad con su hermano varón, a su cuidado por damas fieles -personaje el de Elvira muy bien tratado-, a su enamoramiento temprano del que luego sería su marido... Un mundo amable, mimado, donde la época medieval no aparece como el periodo oscuro y mísero que nos han enseñado, sino como una época abierta a influencias de todo tipo, en el que las mujeres, si se les presentaba la ocasión, asumían tareas de gobierno con toda naturalidad, como asumió Berenguela antes de ser prometida en matrimonio.
El enamoramiento fue temprano y mutuo. Se han conocido en la corte de Navarra, siendo Berenguela aún una adolescente, pero Ricardo I ha quedado tan prendado que solo se casará con ella. Su madre, la poderosísima Leonor de Aquitania, deberá viajar hasta la corte navarra para pedir la mano de la infanta, y tratar así de propiciar la sucesión dinástica de su hijo. El «sí quiero» de Berenguela y de su padre no se hacen de rogar, y la comitiva se prepara de vuelta para un largo viaje. Berenguela, al decir adiós, sabe que no volverá a ver a su padre, quizá tampoco a sus hermanos, que el destino la lleva a otros lugares y otros deberes, pero afronta el reto sin titubeos. La convivencia entre suegra y nuera no es fácil, pero consiguen «sobrellevarse»; la de Aquitania es consciente de que la decisión de su hijo no tiene vuelta atrás, pero no por ello se doblega a ceder su puesto de mando. Debe quedar claro entre ambas quién manda en esta parte del mundo.
Por alguna razón, el lento viaje de la comitiva hasta Sicilia me ha recordado El viaje del elefante de Saramago, nada que ver, pero los pormenores de la ruta te hacen recordar lo frágiles que somos cuando debemos enfrentarnos a la naturaleza y a sus elementos.
La estancia en Tierra Santa no es fácil, el matrimonio no discurre por los cauces esperados, el carácter y la convivencia con Ricardo, guerrero despiadado, tiene demasiadas aristas, pero Berenguela aguanta, apoyándose en los sólidos pilares en los que ha sido educada y la fidelidad de sus sirvientes y ayudantes: Elvira, a la que vemos envejecer con nobleza, y Beltrán, figura literaria muy bien creada, enamorado platónicamente de su señora, que asume sin titubeos su papel en la historia.
Uno de los puntos fuertes de la novela, que Mira resuelve con equilibrio, es la tensión sexual entre el matrimonio. De Ricardo Corazón de León se ha dicho que fue homosexual, violador en la guerra como humillación adicional para los vencidos, practicante de perversiones sin fin... Según las fuentes históricas más fidedignas no llegó a consumar el matrimonio con Berenguela. Mira nos lleva al lecho de los amantes, a describirnos cómo Ricardo encuentra en Berenguela el reposo, en el sentido más literal, del guerrero. Si esa plácida relación sexual entre ellos ocurrió así, o de forma bien distinta, nunca lo sabremos, quedará en los secretos de aquella alcoba. Alcoba que permanecerá en el recuerdo de Berenguela hasta el final de sus días... y de la novela.
La trama se interrumpe poco después de que Berenguela se queda viuda, tiene treinta años, pero le quedan aún otros treinta de vida. Mira no ha querido mostrarnos esa parte de su vida, y alguno de sus lectores lo lamentamos.
Nos hubiera gustado saber más de cómo fue su vida en el monasterio que fundó, la abadía de Épau cerca de Le Mans, porque no me cabe ninguna duda de que sus dotes organizativas y su mano firme fueron decisivas para el progreso del monasterio, y que en él realizó, como otras muchas mujeres medievales, una labor intelectual que hoy por hoy permanece en la sombra.
¿Habrá alguna otra mano que nos la revele algún día?
Nota: Fotografía de la giganta es cortesía de Concepción Mira
Título: Berenguela, Corazón de León
Autora: Concepción Mira
Editorial: Ediciones Eunate
ISBN
978-84-77684-28-8
Año: 2021
Páginas: 351
1 comentario:
Ahora ya me he centrado en esta Berenguela, que yo había pensado en otra, castellana. Había que ser giganta en aquel mundo de rudos guerreros varones. La autora hizo un esfuerzo loable. La felicitas de mi parte.
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