Aunque sea sabido, la visita a un museo etnográfico siempre enseña. Enseña a apreciar las cosas pequeñas y el legado de nuestros antepasados, esas cosas que dudamos entre conservar o tirar, porque no sabemos qué utilidad darle y al final siempre estorban.
Acompañada por tres buenos amigos y guiados por su director, Pablo, hemos recorrido las estancias que forman el Museo Etnográfico de San Sebastián de los Reyes.
Las salas de la planta baja están dedicadas a fotografías, religiosidad popular, vestimenta y la recreación de una cocina tradicional con todo lujo de detalles. Pablo nos advierte que dentro de poco ese museo de la planta baja desaparecerá para dejar paso a un museo de asuntos taurinos. Sabido es que en San Sebastián de los Reyes los toros son importantes, contando con un encierro por sus calles, que no solo se corren toros en Pamplona.
Pablo
nos confiesa que, aunque parte de lo expuesto se pueda recolocar en
otros espacios del museo, hay algo que se perderá y eso es la cocina.
Ubicada en la pieza original de la casa, se ha conservado en ella la cocina baja, a su lado se ha recreado un pequeño horno doméstico o padilla, más allá el fogón, un banco corrido... Y aquí y allá numerosos objetos que eran el pan de cada día en la vida de antes: cantareras, escriños, orzas, palas, ristras de ajo, una maleta de madera...; por no faltar, no falta ni una almohadilla de bolillera con una fina labor empezada.
Labor que sin duda se remataría en algún encaje de mantilla, o como el fino rosario que encontramos en la habitación contigua, dedicada a la religiosidad popular. En las vitrinas se exponen reclinatorios, escapularios, pliegos de cordel con oraciones y canciones impresas, que todos recordamos, pues con ellas nos durmieron y hemos dormido en la infancia:
Divino Antonio bendito,
suplícale a Dios inmenso,
que por tu gracia divina,
alumbre mi entendimiento...
También podemos admirar un crucero de piedra, y en un rincón una vidriera moderna de motivos religiosos adorna la ventana. ¿Qué se hará con esa vidriera en el nuevo destino del museo?
Una de las características del edifico es que el arquitecto restaurador ha sabido conservar bastantes elementos de la edificación original... Incluso alguna de las puertas de cuarterones de la casona original ha sido colgada en una de las paredes.
En el descansillo entre la planta baja y el primer piso, nos encontramos unas cuantas tronas, una de ellas capaz de convertirse en cochecito de lujo para recorrer pasillos interminables...
... Y llegamos a la sala de música: un organillo que suena es la pieza central. Se utilizaba en la fiesta de las higueras, a finales de agosto, y se ha vuelto a recuperar para ella. En otras vitrinas encontramos otras interesantes instrumentos muy ligados al folklore y la música popular de distintas zonas. García Matos, y su paso por la zona norte de Madrid, están muy presentes.
Seguimos viendo piezas interesantes relacionadas con el trabajo, una prometedora biblioteca, el ático dedicado a la Memoria Histórica de la zona, y la sala de la agricultura: trillos, arados de vertedera, palas, hoces, zoquetas, canastos... Hay que ir buscando en el desván de las palabras aquellos términos precisos que nombran esos objetos. ¿Sabrán nombrarlos las generaciones que nos siguen? Pablo afirma que las visitas escolares despiertan un gran interés. Hay que conservar y promover este tipo de museos que nos ligan directamente con la vida de antes.
La joya del museo es sin lugar a duda la bodega subterránea. Excelentemente conservada, a pesar de las humedades de toda bodega que se precie, presenta un estado impecable con sus arcos de ladrillo y sus huecos para las múltiples tinajas. Sin duda, el dueño del caserón, casona de labriego rico, casi un palacete, tenía suficiente hacienda como para mantener la bodega bien surtida. Las bodegas subterráneas debajo de las casas eran abundantes en el casco viejo de San Sebastián de los Reyes, que siempre fue pueblo de labradores, al igual que en otros lugares de ambas Castillas.
Antes de despedirnos, un curioso detalle que conviene resaltar. En cada una de las salas una ilustración con un refrán alusivo a lo que vamos a ver en la sala. Aquí buena parte, si no todos, de ellos:
- Dios me dé salud y gozo, casa con corral y pozo.
- Quien peca y se enmienda a Dios se encomienda.
- Música y flores llaman amores.
- La buena hilandera de madrugada prepara su tela.
- Más vale año tardío que vacío.
- Quien ha oficio ha beneficio.
- El catarro, con el jarro; el reuma con zumo de uva; y para los demás achaques, lo que de la bodega saques.
3 comentarios:
Interesante todo lo que cuentas sobre este museo de San Sebastian de los Reyes. Es Madrid y una poblacion grande, pero tiene todos los utensilios que se utilizaban en otros tiempos y que he recordado al leer sus nombres, como la palabra
zoqueta, a la que tengo un especial cariño.
Ya me ha salido el enlace.
Besos
Para que mi lengua refiera el milagro... Se la cantaba yo a mis sobrinos cuando eran chicos...
No imagino a ese pueblo grandón como pueblo de labradores, es bueno que recuerden a los niños y no tan niños lo que fue y ya no es.
A Luz le gusta la zoqueta, yo solo sé de zoquetes, era una mala palabra en boca de mis viejas maestras.
Feliz domingo creo que de Ramos.
Cada vez me gustan más estos museos que nos explican mejor que internet.
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