La primera vez que puse el pie en Bocigas de Perales fue por casualidad, la segunda la recuerdo de paso, y la tercera ha sido una visita a conciencia. No podía perder la oportunidad de dejarme impresionar otra vez por ese pueblo.
De la mano de mi amiga Lola, que tiene una habilidad especial para establecer contactos y abrir puertas, hemos recorrido ese camino desde nuestros pueblos respectivos hasta Bocigas por carreteras poco transitadas, pero que dicen mucho de estas tierras.
Hemos dejado a nuestra izquierda Cuzcurrita, pueblo abandonado de esta Ribera, con el esqueleto de su iglesia, las paredes de un lagar y las bodegas, casi de cuento, que se abren en la falda sur de la cuesta que protege el pueblo. Sí, bodegas al sur.
Por los caminos que conducen al pueblo vemos volver algún tractor de sus faenas, algún coche de vuelta de las naves de ganado, situadas a distancia del pueblo; un rebaño regresa también perezoso al redil. Desde esa perspectiva, todo se mueve lentamente, demasiado lentamente.
El
pueblo guarda todavía el sabor del adobe, pardo, rojizo, a juego con el
color de esas esculturas que la Naturaleza ha esculpido a lo largo de
los años. Bocigas tiene también sus casas nuevas, que nos revelan cierta
prosperidad en los que allí se quedaron, o los que marcharon, pero
volvieron por vacaciones.
Probamos a ver si hay más suerte y conseguimos contactar con el dueño del bar y la señora que enseña la iglesia. Conseguimos un teléfono, el del bar anda repartiendo lotería por esos pueblos, pero no tardará en volver; el hijo de la señora que enseña la iglesia, de vacaciones en el pueblo, nos dice, nos trae a su madre, que andaba en sus cosas y no oía las llamadas en la puerta, porque ¿quién va a ir, si no es temporada?
La iglesia nos recibe ya entre dos luces, con la portada románica y la ventana del ábside iluminados. En el interior, Pilar nos llama la atención sobre las pinturas que se hallan en el presbiterio.
Recuperadas hace una década, vemos al lado izquierdo tres santas mártires. La rueda de santa Catalina de Alejandría se distingue perfectamente; las otras dos, sobre todo la del centro, no muestran tan claramente su identidad.
Enfrente, Pilar nos llama la atención sobre los tres ángeles músicos, porque es una composición rara lo de hallar estas tres figuras formando un conjunto. No somos expertos, y salvo el arpa del ángel de la derecha, y un posible pandero cuadrado que toca el del centro, el de la izquierda nos resulta irreconocible. Pilar tampoco sabe qué instrumentos tocan, y está esperando la documentación del obispado, que no termina de llegar, con la información pertinente.
Las pinturas del techo, donde posiblemente habría un pantocrátor, se han perdido para siempre debido a unos probables desperfectos antiguos en la techumbre. Aun con estas carencias el resultado merece la pena.
El altar es barroco, presidido por san Pedro en su cátedra, y en la nave lateral, añadida con posterioridad se suceden distintas imágenes. La Virgen del Rosario, San Pedro Apóstol, que se saca en procesión y da nombre a la iglesia, santa Bárbara, san Isidro, san Antonio... ¡Y san Isidoro!, cuya fiesta, el cuatro de abril, se celebra en una ermita cercana. Ese día se bendicen los campos y se da un refresco a los concurrentes.
La patrona del pueblo es la Virgen del Vadillo y tiene su casa al otro lado del pueblo, justo al lado del cementerio. A finales de octubre se celebra su fiesta, junto con las de los «Frutos Recogidos», dando gracias por el final de la cosecha. Ese día se enciende una hoguera junto a la fuente de la plaza, pero «solo para calentarse», nos aclara Pilar, y sobre las ascuas los jóvenes hacen una merienda.
De vuelta al bar, alguna otra construcción característica nos indica que estamos en tierra de adobes.
Ya se ha hecho de noche. La luz del bar está encendida. Un voluntario con llave lo ha abierto y encendido la estufa. Dentro hay un ambiente acogedor. Lola no duda en hacerse voluntaria también y tirar cañas y preparar infusiones.
Hemos conseguido los objetivos que nos proponíamos.
1 comentario:
Cuántas hermosas sorpresas en cuanto nos salimos de la autovía.
Feliz Noche de Reyes.
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