Nadie hablará de nosotras si no estamos en Wikipedia es el título de una charla que Patricia Horrillo dio en septiembre del 2017 sobre la necesidad de que las mujeres figuremos en los libros y especialmente en la Wikipedia.
En mis últimas andanzas por esta enciclopedia virtual, me he encontrado con algunos casos de invisibilidad no tan manifiesta sobre los que me gustaría compartir algunas ideas.
Alguno de estos casos es que sencillamente no estamos, o no estábamos, porque para todo hay remedio, en otros es que solo se nos nombra como «esposa de» o «madre de», anulando por completo cualquier otro aspecto de nuestra personalidad, y en otros, aún peor, esa relación familiar o personal se oculta hasta el punto de desaparecer de la vida de los hombres por los que tanto hicimos.
El primero de los casos que quiero resaltar pertenece a este grupo. Se trata de Nieves de Hoyos, etnógrafa, que junto a su padre escribió los principales manuales de folklore del siglo XX. No es que no estuviera en la Wikipedia, que estaba, sino que no figuraba para nada en la biografía de su padre, Luis de Hoyos, cuando es de sobra conocido que no solo escribieron obras juntos, sino que la colaboración de su hija fue fundamental en los últimos años de su vida. Nieves de Hoyos era hija de, pero de Luis de Hoyos ignorábamos que fuera padre de alguien que prolongó con nota su magisterio.
Un caso similar al de Nieves de Hoyos, es el de Encarnación Cabré, la primera arqueóloga española, brazo derecho de su padre, Juan Cabré, y pese a que sí se registraba la coautoría de la mayoría de las obras, ni una mención a la labor de la hija al lado de su padre.
El segundo de los casos, Sabina de Alvear, no estaba en la Wikipedia, ni tan siquiera en la entrada que la familia Alvear tiene en ella, ni tan siquiera en la entrada sobre su padre, de quien escribió una completa biografía.
En este caso hubo que empezar de cero, aunque por fortuna la memoria de los Alvear actuales no es tan mala como la de la Wikipedia y uno de sus descendientes, colateral pues ella no tuvo hijos, me facilitó alguna documentación y varias pistas con los que vestir al personaje. Buceando en su vida, no solo me enteré de que su obra había sido alabada por importantes literatos coetáneos —algo que podríamos considerar mera cortesía hacia una dama de la buena sociedad— sino que su labor había sido fundamental para la expansión de los vinos de Montilla en el extranjero. Su destacada formación, aun en el ámbito familiar, y sus buenas relaciones propiciaron ese desempeño en el mundo empresarial. Sin embargo, destacan sus biógrafos, Sabina de Alvear prefirió siempre el ámbito doméstico al público y puso por delante el valer de sus hermanos varones al propio. ¿Modestia natural o imposición de la sociedad que llega hasta nuestros días?
El tercero de los casos, una mujer aún más invisible que la anterior, fue Fátima de Córdoba. Me la descubrió —apenas un apunte— Luz del Olmo, en una charla sobre las mujeres escritoras.
Poco se sabe de ella, pero lo poco que se sabe es suficiente para conocer su importancia. Mujer sabia, su magisterio fue decisivo en la formación de Ibn Arabi, uno de los principales pensadores sufíes del siglo XIII. El discípulo fue agradecido con sus maestras, ya que las nombra frecuentemente no solo a Fátima sino también a otras maestras, en sus obras, pero los que habían redactado la entrada del sabio sufí en la Wikipedia habían ignorado completamente este hecho. Ya está puesto el remedio.
Todavía resaltaré un último caso, el de Anne Isabella Byron, esposa del poeta Byron y de la primera informática, Ada Lovelace. La mala relación con su esposo, con el que apenas convivió unos meses, y la fama de su hija oscurecieron completamente su propio perfil.
Anne Isabella mostró gran interés por las matemáticas y la astronomía y le procuró los mejores maestros a su hija, pero no solo eso. Fue una importante activista antiesclavista que luchó por los derechos de las mujeres y procuró educación a los menos favorecidos.
Importantes mujeres no solo para la vida de los suyos, sino también para el conocimiento y el progreso de la humanidad, que sin embargo, si aparecen lo hacen de puntillas, sin ruido, por su tiempo.
2 comentarios:
Las mujeres y su labor callada han de pasar a la historia. Ya está bien de tanto silencio y anonimato. Nunca más Marías Lejárraga.
Un merecido homenaje el tuyo a esas mujeres grandes.
Me ha encantado la charla de Patricia Horrillo y qué decirte de la Wikipedia si gracias a ti, estoy en ella.
Ánimo y adelante, si las propias mujeres no nos ocupamos de visualizar lo que sigue oculto, los hombres, al menos hasta ahora, no ha puesto todo su empeño, como muy bien lo demuestra Patricia Horrillos.
Repasaré mis charlas de los años 80 y 90, por si hay alguna que se ha perdido en el tintero.
Besos
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