lunes, 6 de febrero de 2017

Número 149. Figuras ocultas y olvidadas

La recomendación de ver la película Figuras ocultas me llega casi a la vez por varios sitios. Y además, como guinda del pastel, hay quien me dice que uno de los malos de la peli es un IBM, uno de aquellos cacharros que ocupaban una sala enorme. 

Pues sí, me ha gustado y yo también la recomiendo, la recomiendo más allá de que sea un producto típico de Hollywood muy en la línea de esas increíbles historias de superación que nos ponían en la tele de sobremesa los fines de semana antes de que nos invadieran las edulcoradas series alemanas, que a todo hay quien gana. 

La NASA, recién iniciados los 60, la carrera espacial despegando con los ojos puestos más en la Unión Soviética que en los propios proyectos y allí, en el west group, un grupo de mujeres negras hace cálculos a mano o como mucho con la ayuda de aquellas calculadoras que...

Para los que hemos trabajado en una compañía estadounidense, aunque sea a este lado del charco, hay muchas cosas que nos son familiares. Ya tuve esa sensación cuando aquella otra peli sobre el Apolo 13, porque siempre flota en el ambiente esa forma de trabajar en grande espacios y un jefe que supervisa en mangas de camisa desde la pecera, y ello aunque ya no haya peceras y los grandes espacios se hayan compartimentado por aquello de la confidencialidad. 

En más de un momento no puedes por menos que sentirte en la piel de esas mujeres, en la impaciencia por ir a hacer pis, en ese volver a casa de noche y que los niños estén todavía despiertos, la figura de la abuela... ¡y el IBM!

Poco creíble la chiripa de la chica lista, Dorothy Vaughan, que se cuela en la habitación solitaria del IBM, un IBM que los chicos listos no han sabido poner en marcha, y ella va, coge un paquete de ficha al buen tuntún, las pone en la lectora, toca un cablecito en algún sitio y aquello se pone en marcha, unidades de cinta incluidas, que siempre han sido las que mejor dan en cámara. Poco creíble la historia, cosas del cine.

Más creíble me parece la Dorothy empollándose un libro de FORTRAM a fin de estar preparada para lo que se avecina y transmitirle ese conocimiento a sus chicas. ¿Pondrían aquellas matemáticas la misma cara de asombro que mi amiga Pilar, aquel día que faltó a clase, y me tocó explicarle que  x = x +1?

Nuestros primeros programas en FORTRAM IV en el Centro del Cálculo de la Complu, con Encarna ayudándonos con la perforadora y el lío de las fichas de colores para las fichas de cabecera, las de control, los datos... Todo eso una década después de que Dorothy echara a andar la máquina por arte de birlibirloque, pero en el fondo sintiéndote en esa piel, aunque afortunadamente nadie se metiera con su color, pero sí todavía algo con tu sexo: estos puestos no son adecuados para mujeres.

«Todos meamos del mismo color», dice furioso el gran jefe blanco al enterarse de que su calculadora más eficaz se ausenta mucho tiempo de su mesa porque tiene que ir a hacer pipí al servicio reservado para las trabajadoras de color, colored, situado a un kilómetro de distancia. Y sin llegar a esos extremos, la sorpresa que nos llevamos cuando recién aterrizados en el nuevo edificio que decían inteligente comprobamos el primer día que el número de aseos femeninos era bastante inferior al de masculinos y además estaban más lejos. Eso sí, nuestros IBMs contaban con unos espaciosos aseos en el sótano del edificio, un sótano donde los trabajadores se contaban con los dedos de una mano pero las máquinas abundaban. 

Me informa la Wikipedia que Katherine Johnson todavía vive, que ha recibido numerosos reconocimientos y premios... y que fue una de las que llegó a la luna sin moverse la tierra, pero imprescindible su labor calculando trayectorias y compitiendo, todavía entonces, con las máquinas. 

¿Y qué decir de Mary Jackson la ingeniera que se codea con los científicos más cualificados de la NASA? Lanzada hacia adelante, le da un argumento irrebatible al juez que tiene que autorizar su entrada en una escuela de blancos para seguir sus estudios: «ser el primero en algo». Por necesidades del guión, la película hace coincidir la lucha de Mary por ser ingeniera con las de las otras dos protagonistas, pero en realidad y según su biografía, Mary obtuvo su promoción de matemática a ingeniera en 1958.

¿Dónde estaban estas mujeres sobre las que nada sabíamos hasta ahora?


3 comentarios:

Contando los sesenta dijo...

Esas mujeres estaban haciendo compañía a tantas y tantas otras que, en cualquier disciplina o segmento artístico permanecen ignoradas porque su tarea o su obra ha sido fagocitada por sus pares masculinos. Estamos hablando de la historia de la humanidad.

Ele Bergón dijo...

No había oído hablar de esta película, pero por lo que cuentas, puede estar interesante.

Un día te contaré cómo aprobé mi asignatura de Estadística en Psicología y cómo me aprendí el Fortran, que creo era precisamente el IV, ¡sin ordenador!. En fin así pasó que tengo bastante poca idea de esto de los ordenadores.

Por cierto, siempre se me olvida decirte que me gustaría entrar en la sede de IBM que creo está o estaba por la Avenida de América. En ese edificio hay un cuadro de mi cuñado Julio Plaza y nunca lo hemos visto. Podríamos intentar ir contigo.

Besos

La seña Carmen dijo...

En fin, chicas, tendremos que ir poniéndole remedio a estas cosas, poco a poco y siempre en ello.

Bienvenidas sean este tipo de películas con todos sus defectos.

Ele, te contesto por privado.