miércoles, 22 de octubre de 2014

Número 58... es agua passada con la cual, como dizen, no puede moler el molino... (VI) Contando cuentos

Se remansan las aguas...

La frescura de una fuente y la sombra de unos sauces llevan a nuestros dos protagonistas, en compañía de dos nuevos compañeros de viaje, un ermitaño y un soldado, a descansar durante la hora de la siesta, pues los rigores del sol son excesivos. Allí, en aquel locus amoenus, encuentran a otros tres viajes, dos canónigos y un jurado, que les invitan a descansar en su compañía hasta que caiga el sol y puedan reanudar la marcha.

El calor aprieta, la sombra es acogedora, todos se relajan y aligeran las ropas, y aunque don Quijote declina aflojarse sus armas, por impedírselo la orden de Caballería que profesa, sí que invita al relajo intelectual pidiendo a la concurrencia que distraigan las horas contando cuentos.

Arboleda


Sancho, probablemente narrador ameno de historias cotidianas y nimias, amén de juegos de ingenio, se lanza entusiasmado a la empresa con un sonsonete, que nos recuerda nuestras historias infantiles: 

si no es mas desto, yo les contarè riquissimos cuentos, que a fe que los se lindos, a pedir de boca. Escuchen pues que yo comienço: Erase que sera, en hora buena sea. El mal que se vaya, el bien que se venga, a pesar de Menga. Erase vn hongo y vna honga, que yuan a buscar, mar abaxo, Reyes (pp. 275-276).  

Pero don Quijote, y probablemente el resto de sus acompañantes, andan pensando en historias más elevadas, por lo que callando en seco a Sancho —¡Calla, bestia!— invita al soldado a que cuente alguna historia curiosa, digna de su ingenio, y acaecida en Flandes, lo exótico o lejano frente a lo cercano y familiar. No se resiste el soldado y comienza la relación de un trágico y escabroso suceso acaecido a un noble joven de la ciudad de Lovaina.

La narración se remansa a lo largo de dos o tres capítulos, no hay prisa por terminar la historia, por llegar al clímax, por adivinar siquiera cuál sera el fatídico desenlace que el soldado ha adelantado al hablar de tragedia...

No desvelaremos los detalles narrativos, pero nos ha llamado la atención como se narran las escenas eróticas frente a los violentos asesinatos. Puede que nuestra Abejita vea en ello sotanas, aunque yo veo más bien la mano de Trento y la Contrarreforma, que no necesariamente tienen que llevar vestidos talares. 

El erotismo, que en aquellos años estaba presente en numerosas obras, especialmente en las más populares, se había revestido de todo un ropaje engañoso, insinuaciones, veladuras, eufemismos e incluso escrituras cabalísticas, a las que recurre Correas para poner en oscuro lo que el Comendador había puesto en claro el siglo anterior.(1) Recordemos algunos refranes y sus explicaciones a manera de ejemplo: 

  • A k4ñ4 h4d3d4 i a kabeza kebrada, nunka faltan rrogadores. Klaro lo eskrivió el Komendador.
  • A k4ñ4 h4d3d4, nunka le faltó marido. (2)
  • El abad i su vezino, el kura i el sakristán, todos muelen en un molino,; ¡ké buena harina harán! Los onbres pueden ser dos dekarados, «abad i vezino» por «kura i sakristán».
  • El abad i su manzeba, el barvero i su muxer, de tres guevos komen sendos, esto, ¿kómo puede ser? Fázil enima.
  • El abad i su vezino, todos muelen en un molino. A la ahixada, molérselo, i makilalla; i a la madrina, sin makila. En lugar de «hazérselo» se puso «molérselo», porke sonava desonesto. 
Como ya comentamos en su momento, los molinos y el léxico relacionado con ellos constituían no solo un espacio lúdico y de encuentro, sino también toda una metáfora de las relaciones sexuales.

Se puede argüir con razón que todos estos refranes ya existían en siglos anteriores, pero nótese que mientras el Comendador no tuvo ninguna necesidad de explicarlos, Correas, después de Trento, sí se ve obligado a velarlos.

Pero volvamos a la historia contada por el soldado donde los tabués sexuales se rompen al narrar una violación cometida además de sobreparto y en la persona de la esposa del anfitrión. Avellaneda se muestra aquí maestro en no contar, pues abundando en algunos detalles de los prolegómenos, resuelve sin entrar en detalles la consumación de la violación.

La escena del primer encuentro, descrita con pocas palabras, es de un erotismo contenido, y no sin eximir a la mujer de lo que está provocando:
pero el Español que auia hecho pasto de sus ojos a la hermosura de la partera,(3) y la gracia con que estaua assentada sobre la cama, algo descubierto los pechos, (que vsan mas llaneza las Flamencas en ese particular, que nuestras Españolas), comiò poquissimo, y eso con notable suspension (p, 286).
Avellaneda dosifica magistralmente los sentidos, la vista, el tacto..., en el silencio de la noche solo se oyen las razones de la esposa; de la boca del soldado no salen tan siquiera los sonidos propios de la pasión. Nótese también el protagonismo de la espada, tantas veces imagen de la virilidad, que como un paréntesis, abre y cierra la escena.
... y, poniendo la espada en tierra, alargò la mano y metiendola debaxo de las sauanas, muy quedito la puso sobre los pechos de la señora, que despertò al punto alborotada y asiendosela pensando que fuese su marido (que no imaginaua ella que otro que el, en el mundo pudiesse atreuerse a tal) le dixo: [...]. No auia acabado ella de dezir estas honestas razones, cuando el soldado la besó en el rostro sin hablar palabra [...]. Oyendo el soldado estas razones, coligiendo de ellas el engaño en que la dama estaua, alçò la ropa callando y se metio en la cama, do puso en ejecución su desordenado apetito [...], porque sin decirle cosa se levanto hecha su obra, y tomando con todo el silencio que pudo su desnuda espada, se boluio a su aposento, y cama, harto apesarado (p. 291). 
El arrepentimiento llega inmediatamente, como si el propio Avellaneda se arrepintiese de escribir lo que había escrito.

No parece tener estos remordimientos en la terrible escena del infanticidio que relatará líneas después con un realismo que pone la carne de gallina, para enlazar sin solución de continuidad con la desesperación y el suicidio.
y boluiendo la cabeça de alli a un rato vio cerca de si a la ama que criaua su hijo llorando amargamente con el niño en los braços, y llegandose a ella con una furia diabolica se le arrebatò, y asiendole por la faxa, dio con él cuatro o seys golpes sobre la piedra del pozo, de suerte que le hizo la cabeça y los braços dos mil pedaços, causando en todos esta desesperada determinacion increyble lastima y espanto, si bien con todo ninguno osaua llegarsele, temiendo su diabolica furia (p. 304). 
¿Qué terrible pecado había cometido este noble para ser castigado con ese cúmulo de desgracias y ulteriores pecados en cadena?

En contraste con la historia que vendrá después, la de los felices enamorados, el noble flamenco, a instancias del demonio, ha desobedecido los designios de Dios que le tenía reservado para sí. Pasado Trento, más peligrosa que la lujuria eran los pecados contra la fe, y aquí sí que veo yo, al igual que Abejita, el movimiento de sotanas.  

Notas

(1) Se refiere a Hernán Núñez, llamado el Comendador Griego, que en 1555 había publicado Refranes y proverbios en romance, colección que Correas recoge y amplía. 
(2) Para evitar la escritura explícita de los términos deshonestos, Correas recurre a sustituir las vocales de acuerdo al siguiente código: a = 1, e = 2, i = 3, o = 4 y u = 5. 
(3) Curioso el uso de partera por 'parturienta', que repite líneas más adelante, y que es totalmente singular, pues según Covarrubias partera en la época tenía el mismo significado que hoy, es decir el de 'comadre que ayuda en el parto'. 

Bibliografía

  • Correas, Gonzalo (1627 = 2001): Vocabulario de refranes y frases proverbiales, ed. Louis Combet, revisada por R. Jammes y M. Mir, Madrid: Castalia. Nueva Biblioteca de Erudición y Crítica, 19.
  • FERNÁNDEZ de AVELLANEDA, Alonso (1614 - 2011): El Quijote apócrifo. Ed. Alfredo Rodríguez López-Velázquez. Madrid, Cátedra. 
  • Núñez, Hernán (1555 = 2001): Refranes y proverbios en romance. Edición crítica de Louis Combet, Julia Sevilla, Germán Conde y Josep Guia. Madrid: Guillermo Blázquez, Editor; 2 vols.


El Quijote también puede escribirse en corto


Contribución para el club de lectura La Acequia.

8 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué bien visto lo de los sentidos en Avellaneda, no había caído. Incluso para lo escatológico. Forges, siempre genial, gracias por traerlo.

Abejita de la Vega dijo...

Cuando la abejita habla de sotanas está refiriéndose a los que las llevaban puestas y los que las vestían eran los que predicaban e imponían el espíritu tridentino contrarreformista. Porque llevo desde el principio de esta lectura, en las entradas y en los comentarios a Pedro Ojeda, aludiendo a la mentalidad contrarreformista que se respira en el Quijote apócrifo, frente al erasmismo que Cervantes cuela en el Quijote Quijote.

Los dos cuentos intercalados son terribles. El primero con su cadena de desgracias, lo del niño es muy duro, tienes razón. El segundo con su monja pecadora que peca y peca pero, al final, no pasa nada, nada, la Virgen ha ocupado su lugar, nadie se entera. Una vuelta a la Edad Media, a las Cantigas de Alfonso X, donde figura una historia equivalente. El cuento de Avellaneda recuerda a Gonzalo de Berceo...Porque, para el escritor con sotana del apócrifo, bastan unas prácticas superficiales de fe para salvarse, “amar a la Gloriosa de corazón cumplido”…
Lope de Vega, que también llevó sotana, trató el tema en "La buena guarda". Unos siglos después reaparecerá en "Margarita la Tornera" de Zorrilla que no la llevaba, lo que vestía era un atuendo romántico, daría un giro a la historia, seguro.
Es muy interesante y acertado tu trabajo, leeré más despacio lo del lugar ameno y el erotismo. Y descifraré los números. Y genial lo de Forges.
Un abrazo de María Ángeles Merino Moya que juega con los dos quijotes y se apasiona quijotescamente.

La seña Carmen dijo...

Casi otra entrada de blog, este comentario que me dedicas Abejita, y que te agradezco.

No gastes fósforo en descifrar nada, que no merece la pena: coño (j)hodido. "El Comendador lo escribió claro."

Abejita de la Vega dijo...

Gracias, Carmen. Un abrazo.

Ele Bergón dijo...

Hola Señá Carmen.

Aquí el Sanchico otra vez, que aunque ha dejado de leer al Avellaneda, te viene a visitar por ver cómo lo lees tú.

Supongo que estarás al tanto de cómo transito por la vagancia y por supuesto, nado en la galbana continuamente y qué mejor que esos árboles de la foto- seguro que están plantados allá por los parajes que llaman la Ribera del Duero- pues eso,lo que te digo que es un buen sitio para descansar y relajarse, pero no, el Alonso no se relaja ni por esas. Por el contrario, a mi padre sólo le agobia el no tener que comer o beber, lo demás "ancha es Castilla", por eso parece que empieza con su retahíla de siempre y ahí le tenemos cansando a la peña, hasta que por orden del Alonso, se tiene que callar para que hable un soldado de más categoría que mi progenitor y parece que se extiende con relatos eróticos. Esos me molará leerlos .

Después nos dejas una serie de refranes (cuánto te gustan) ¿Están escrito por wassap? Tienen toda la pinta.

Los relatos que dices que hay de violación no me gustan. Con mis Churris puedo tener diferencias, pero todo lo que sea tocarlas por la fuerza NADA DE NADA y después hablas de un infanticidio...¿Qué ha escrito este Avellaneda? ¡Luego dicen de las pelis de ahora con tanta violencia y casquería barata! ..

Te seguiré leyendo y en lo que pueda te escribiré.

Choque de manos

El SAnchico.

La seña Carmen dijo...

No veas la ilu que me hace, Sanchico, el que me vengas a ver a estos parajes virtuales.

Leerlo, leerlo,voy leyendo a trompicones y en el metro, y más lento de lo que me gustaría.

Los refranes son la nota pedante para poderlos meter en este blog. No les hagas demasiado caso.

Los parajes eran de la Ribera, pero llegaron los bárbaros con las hachas y nos dejaron solo las fotos.

Choca esos cinco.

pancho dijo...

Los cuentos intercalados me parecieron muy bien escritos en el verano que los leí. Ahora los tendré que releer para resumirlos un poco, voy por ahí en los comentarios del blog. Con esta entrada tan trabajada, estupenda y erudita nos dejas el trabajo hecho, a ver quién es el guapo que puede añadir algo nuevo...
Un abrazo y encantado de leer tus aportaciones aunque no deje nada escrito por aquí.

La seña Carmen dijo...

Todos aprendemos de todos, Pancho, pues cada uno tiene una forma de ver las cosas. La Acequia ha sido mi primera experiencia en virtual y prácticamente en real, y estoy encantada.

No es erudición en mi caso, sino especialidad. Me gusta contar y compartir algo de lo que sé, aunque sea en pildoritas.