lunes, 3 de junio de 2024

297. Las herederas

Fue en una tertulia literaria sobre el cambio climático, compartiendo mesa con una escritora conocida, donde conocí a la hasta entonces para mí desconocida Aixa de la Cruz.

Y confieso, igualmente, que lo que me enganchó fue oírle decir que la novela se había gestado en una aldea de Burgos, en la que la autora urbanita había pasado la pandemia con su familia. 

En primer plano un gran espacio rural vacío, al fondo un par de casas. El cielo muy azul,


Las herederas de la casa de la abuela en aquel pueblo perdido son cuatro, dos y dos hermanas. Ha llegado la hora de hacerse cargo de la herencia, y la casa y el pueblo las acogen durante un fin de semana del verano. Bien distintas entre ellas, llevan hasta la casa sus propias inquietudes y preocupaciones, incluida la del hijo de una de ella, un niño que todavía gasta pañal.

La primera acción que emprenden presionadas por la mayor, la que parece más científica y racional, es rebuscar por los cajones las pastillas a las que la abuela, que se había suicidado abriéndose las venas meses antes, era al parecer adicta. Saber las razones por las que la abuela se ha quitado la vida es importante, pero no será lo más importante.

La casa, a pesar de todo, parece ser no solo amplia, también acogedora, y además susceptible de transformarse, para proporcionar alojamiento a los peregrinos que puedan desviarse ligeramente de su camino, o quién sabe. Cada una de ellas, tratando de dar un giro a sus vidas, trazan para sí sus propios planes.

Las herederas es una novela rural, pero no es una novela al uso. No hay nada en ella que lleve a épocas idílicas en las que se carecía de todo y se disfrutaba con cualquier cosa, Las herederas es una novela de urbanitas, que tratan de encontrar, en contacto directo con la tierra, lo que el asfalto no ha sido capaz de proporcionarles. Novela del siglo XXI, con inquietudes propias del siglo XXI, no defrauda en su desarrollo: el campo es salvaje y tiene sus peligros bien visibles, pero son peligros fáciles de domesticar con la ayuda de San Google, Para las necesidades más inmediatas, no faltará el pueblo cercano o ya, llegado el caso, el repartidor de Amazon.

Pronto sabemos que cada una de las herederas, no solo la abuela, mantiene una estrecha relación con los distintos tipos de drogas. Sobre esa relación transcurre casi toda la novela, que entre medias nos deja magníficas descripciones de paisajes y estados anímicos en ese pueblo que adivinamos llenos de ruinas, algunas de las cuales pueden esconder algún secreto y alguna clave.

Puerta de corral totalmente rota. Deja ver a su través la hierba inculta.la n

La narración se mueve de mujer a mujer, de punto de vista a punto de vista, de interior a interior, dejando que cada acto, a veces insignificante, penetre en la psique de cada una de ellas. A medida que pasamos hojas, vamos no solo conociéndolas, también compartiendo sus vivencias.

El pueblo se nos describe como aparentemente habitado por mujeres ancianas y por un señor con cosechadora dispuesto a arrollar a algún incauto urbanita que se pierde por allí; pero estas personas parecen estar dispuestas a acudir a la invitación de las hermanas para celebrar el supuesto cumpleaños del niño. El niño que, casi mágicamente, crece de pronto en aquel fin de semana.

Decididas a quedarse en el pueblo, incluso a repoblarlo, ¿de qué vivirán esas mujeres? ¿Solo de ilusiones?

Camino con muchas amapolas en el centro



Titulo: Las herederas

Autora: Aixa de la Cruz

Editorial: Anagrama

Año: 2022

1 comentario:

Sor Austringiliana dijo...

Las mujeres ya no lloran, las mujeres escriben y trazan complejos mundos femeninos. Me gusta que Aixa desbarate esa idea de los nostálgicos, de lo felices que eran con muy poquito. O les falla la memoria o padecen exceso de imaginación.
Toma ya, la abuela con sus pastillas, y las nietas en la misma línea. Con Amazon y todo, es difícil vivir en los pueblos de la España vaciada, no somos el señor Cayo. Y del aire no se vive, esa es otra.
Besos, Carmen, gracias por dárnoslo a conocer.