«No te fíes de serranos, que te pagan en madera», dicen en algunos pueblos de la Ribera, siempre con esa retranca de los pueblos vecinos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, porque en la Sierra, como en cualquier parte, encontrarás gente de bien dispuesta a enseñarte sus pueblos.
Me recibe Feli en la plaza mayor, y luego, enseguida, se unirán Rocío y Carlos que andan recorriendo todos y cada uno de los pueblos del programa «¿Te enseño mi pueblo?». De hecho, Rocío ostenta el honor de ser la visitante número 1000, seguro que consigue ser también la 2000, porque el programa sigue creciendo.
Decíamos que Feli nos recibe y nos pone un poco en antecedentes del entorno en el que estamos, un medio natural en el que bosques y montes son los protagonistas, y la historia del pueblo, con orígenes medievales constatados, aunque si nos atenemos a la etimología, seguramente tuvo pobladores Arauzo desde mucho antes.
Luego, nos explica algo sobre el magnífico edificio de nuestra espalda, el ayuntamiento, que en su momento fue también la vivienda de tres importantes personas para el pueblo: el secretario, el veterinario y la telefonista.
Entramos en el edificio y ¡oh sorpresa!, nos encontramos en un teatro italiano, porque en Arauzo son muy aficionados al teatro, y tienen su propio grupo de teatro. Las butacas vinieron de Burgos, recuperadas de algún teatro de la capital, y hoy forman un espacio acogedor, no solo para ver lo que se representa en el escenario, sino para albergar conferencias y encuentros culturales. Para algunos actos no hay que dormirse, pues a pesar de la escasa población, el salón se llena.
Arauzo de Miel es pueblo de casonas señoriales. En los alrededores de la plaza ya podemos ver varias, grandes portales enmarcados por arcos de medio punto, escudos, leyendas que remiten a tiempos pasados, también recuerdos de viejos oficios sobre los dinteles, pues «desde allí salía la diligencia que iba hasta Madrid». ¿A qué iban los serranos tan lejos? ¿Por qué embarcarse en aquel viaje, que duraría dos días para llegarse hasta la corte? ¿A vender madera?, ¿a estudiar? o ¿al médico en busca de una última esperanza para ese mal que no se terminaba de ir?
La madera dejaba mucho dinero, el monte hay que saber cuidarlo; si se cuida te da un medio de vida seguro. En la vecina Doña Santos, pedanía dependiente de Arauzo, una fábrica de pellet da trabajo a 80 personas, algunas llegan de muy lejos diariamente a trabajar.
Las
casas de Arauzo tienen ese aire serrano peculiar, arcos de medio punto
en las puertas de acceso, pequeñas ventanas, para protegerse de los
fríos, en aquellas fachadas más expuestas, balcones para aprovechar la
luz natural, grandes aleros con canes de madera para preservar las
fachadas... Y los tejados las grandes chimeneas de cesto, que imitaban
en su trazado el entrelazado de las cestas de mimbre; debajo de ellas el
gran fuego bajo, alrededor del cual se colocaban los moradores para
comer, calentarse y contar historias.
El dinero de la explotación de la madera que pertenecía al Ayuntamiento se repartía en suertes. Con ese dinero se atendían distintas necesidades de los arauceños, incluida una dote para las muchachas casaderas, y la leña necesaria para el día a día. Hoy, con la desaparición de las cocinas económicas, prácticamente nadie acude a por su carga de leña. En cuanto al dinero, ya no se reparte, el Ayuntamiento lo emplea en «hacer cosas», porque los nuevos tiempos traen nuevas necesidades.
Pedro y Dolores se nos unen para la visita a la iglesia, que en lo alto domina toda la población. Está dedicada a Santa Eulalia de Mérida, la patrona, y probablemente ese patronazgo tenga que ver algo con la trashumancia. Pedro nos guiará también a la ermita, situada a relativamente poca distancia de la iglesia, al lado del cementerio.
La imponente portada renacentista procede de un palacio que los Avellaneda tenían en Espeja de San Marcelino. Muestra, por ello, motivos paganos y hasta un caracol, que es preciso descubrir, si quieres aprobar. También cuenta en su fachada sur con un reloj de sol.
En el interior pueden verse importantes tallas y cuadros, aunque destacaremos, por su originalidad, la Virgen de la O, que expectante lleva el Niño fuera, colgado de la cintura.
Hablemos también de la imponente talla del cristo; mide 2,55 m y está datada en el siglo XIII, edad que revelan los pies separados. Los de Huerta la llaman el Pajarón, mientras que los de Arauzo dicen de él que es «el Retejatejaos, porque al llevar la mano separada va llevándose las tejas». Dada su envergadura, solo sale en procesión el Día de la Trinidad.
El Día de la Trinidad es fiesta grande en Arauzo, con importantes corridas de toros en otro tiempo.
La tradición taurina de Arauzo tiene fama en la comarca. Ya lo dicen los de Huerta: «Toros en Arauzo, fiesta en Huerta; toros en Huerta, fiesta en Arauzo». La vecindad en este caso no es obstáculo para que los dos pueblos compartan la alegría de la fiesta.
La plaza de toros de Arauzo invita a la fiesta al final de un ameno paseo de plátanos, y de ese lado queda también el consultorio médico y la farmacia.
El municipio no está mal dotado de servicios, tampoco de instalaciones, pero los niños van a la escuela a Huerta o al instituto a Aranda. A estos últimos los recogen a las siete de la mañana, los primeros de la ruta, y regresan a las tres de la tarde: una hora de camino para ir y otra para volver. El tema del médico va en retroceso, como en todo lugar: de tener médico propio a contar con unos días y unas horas a la semana.
Por la mismísima plaza de toros pasa el Aranzuelo, un río modesto y alegre que alimenta los lavaderos, recuperados como lugar de esparcimiento para los niños y no tan niños, que no dudan en chapotear y aliviarse de los calores del verano, allí mismo en el pueblo.
Muchas más cosas se pueden contar de Arauzo, de sus calles, casas, ermitas, alrededores... incluso de sus bares y de su miel, pero he querido dejar para el final la historia de Félix Rodríguez de la Fuente y su relación con ese municipio.
Todo empezó cuando el joven Rodríguez de la Fuente fue en busca del azor, alguien le supo guiar a los pinares de Arauzo, y allí contactó con Eustasio Hernando y su familia, que supo guiarle al bosque en busca de Botafuego, el azor. Tenemos oportunidad de hablar con Araceli, la hija de Eustasio, que recuerda que don Félix no pudo asistir a su boda, porque aquel día cayó una nevada tan grande que ni tan siquiera el fotógrafo pudo acudir, y los novios debieron sacarse las fotos de la boda después; para ir a la iglesia tuvieron que abrir un camino entre la nieve.
Ya no nieva en Arauzo, la fuente al lado del monumento apenas deja agua, pero todavía algo queda en la memoria del pueblo del paso del naturalista por allí, a la búsqueda de azores.
Con la memoria no siempre es suficiente, así que era necesario dar un paso más, y ese paso se dio con las jornadas que tuvieron lugar a finales de marzo del 2022, en las que Odile, la hija de Félix Rodríguez de la Fuente, acudió a inaugurar el monumento a su padre. Hubo talleres medioambientales, exposiciones guiadas por Isidro Ferreras, uno de los promotores de la iniciativa, y, como no podía ser de otra manera, exhibición de cetrería.
Visitar un pueblo no es solo pasear por sus calles, admirar sus piedras y sus obras de arte, no es solo tomarse esa cerveza imperdonable en el bar; es hablar con su gente, reconstruir su memoria, recordar vivencias de otros tiempos, hablar de las tradiciones que se mantienen, e incluso de las que se perdieron... Es volver al pasado desde el presente para seguir mirando el camino que todavía queda por recorrer.
7 comentarios:
Muchas gracias por este espléndido artículo sobre Araúzo de Miel. Su difusión permitirá a otras personas disfrutar de estos singulares rincones burgaleses
No conozco Araúzo y como elogio a tu artículo te diré que me han entrado muchas ganas de hacerlo y no tardaré.
La memoria es selectiva y aunque estvimos en Arauzo de Miel, con el progama ¿Te enseño mi pueblo? ,hace unos años, sí recuerdo las casonas en especial la que pones en la foto, también el río, la plaza de toros, la iglesia, pero no el teatro y la ermita de una forma muy difusa.
Tendremos que volver para recordar.
Besos
Muchas gracias por esta descripción tan completa de este pueblo. No sé cuándo podré volver, pero sí sé que voy a ir a visitarlo.
De los prejuicios sobre los serranos conocía el de si vas a la sierra y ves una serpiente, etc, etc. Y en la sierra habrá gente de fiar y de no fiar, como en todas partes. Si a Félix le gustaba Arauzo, será buena tierra y buena gente. Y con azores...
Gracias por dárnoslo a conocer, Carmen. Buena iniciativa la del programa.
Besos
Mo me podia dormir te he leido y me ha dado sueño es de madrugada
Volveré sin dudas beso
❤️
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