miércoles, 19 de octubre de 2011

Número 19: Viejos lemas para una tarde de otoño (15-O)

Burgos se despereza de la siesta. El calor, inusual en esta época del año y más en Burgos, hace que los grupos de visitantes se desplacen sin prisa hacia los autobuses, que paseen otra vez por sus calles, y que propios y ajenos disfruten de las terrazas. 
En la plaza Mayor se ve poca gente, y algo de inquietud se nota:  «A ver si vamos a ser pocos». Una voz por megafonía recuerda que faltan pocos minutos para comenzar, sobre el suelo de la plaza una pancarta, que parece abandonada, espera su turno: 
a
De norte a sur, de este a oeste, la lucha sigue, cueste lo que cueste

De norte a sur, de este a oeste, 
la lucha sigue
cueste lo que cueste 
 ¡La llamada es a nivel mundial! Desde Australia y Japón ya han llegado de mañana algunas noticias...  y aquí, en Burgos, en la vieja ciudad castellana, una voz segura confirma lo sabido: Burgos también está por el  #cambioglobal. 
Son las seis de la tarde y la gente empieza a llegar, dos pancartas abren la marcha:

Indignación, reflexión, acción
15-O Revolución
... y salimos al Espolón en orden, como si fuéramos a dar un paseo más de fin de semana, solo que esta vez, además de pasearnos gritamos, damos palmas, coreamos, en definitiva, 
¡Nos manifestamos!
Los reclamos de una entidad bancaria, de sobra conocida, nos saludan a los pocos metros, pero no lo dudamos y les devolvemos el saludo:
Ahí está, la cueva Alí Babá
 
Alí Babá y sus cuarenta ladrones, que como recuerda alguna otra leyenda, ¡ojalá tuviéramos solo cuarenta! 
El ambiente es festivo, el nivel de adrenalina empieza a subir, ya no se ve el final de la manifestación cuando llegamos al Arco de Santa María, todo el Espolón es un río de gente, y se alzan las manos y nos damos la vuelta porque 
 
Con este sistema, vamos de culo
 
y así marchamos un rato, y llegamos frente a la catedral: 
 
¡Todos al suelo! ¡Esto es un atraco! 
 
porque atraco es cobrar 600 euros y que todavía te sobre mucho mes al final del sueldo. 
 
Manifestantes sentados frente a la puerta del Sarmental
 «¿Qué son esos gritos?», se pregunta uno de los presbíteros en la soledad de su despacho catedralicio, y sale a la terraza a ver qué ocurre. Se sorprende, o quizá no tanto, y un compañero se le une:
 
¡No nos mires, unete!
¡No nos mires, unete!  
 
 Ni todos son jóvenes, ni todos despeina rastas, se ven canas, grupos de amigas que han cambiado la merienda en El Espolón por un paseito con pancarta por el casco viejo. Las tiendas de la calle de la Paloma y de Laín Calvo están todas abiertas, lucen sus novedades otoñales, escaparates que son un reclamo para los ojos y los bolsillos, pero todo Burgos parece estar fuera, en la calle, gritando a los cuatro vientos que 
 
La calle de Burgos, no Burgos de Lacalle 
 
 No sabemos dónde estará el alcalde, si mirando lo que pasa tras cualquier ventana o informándose a través de las fuerzas del orden de si la mani se desarrolla sin altercados. La policía, todo hay que decirlo, cumple con su deber: abre paso, regula el tráfico y vigila que todo vaya en orden: 
 
¡Manos arriba, esto es un atraco! 
 
Un atraco no, señores, no se equivoquen:
 
¡Manos arriba, esto es un contrato! 
 
 La policía, decíamos, mira y pone orden, pero una pancarta insignificante nos recuerda una preocupante ecuación:
 
un madero =  mil lapiceros
 
Debajo del arco de San Juan, ahí donde los peregrinos saben que están entrando en el Burgos más legendario, los gritos de los manifestantes parece que quieren incrustrarse en sus piedras para toda la eternidad:
No hay pan para tanto chorizo 
 
Manifestantes pasan por el arco de San Juan
 
En paralelo al río Vena, el nivel de las peticiones sube y se vuelve a lo clásico:
 
¡Botín, cabrón, trabaja de peón!  
 
y porque por pedir que no quede:
 
Queremos un pisito, como el del principito
 
pero más allá de veleidades festivas,  la realidad se impone:
 
Ellos comen canapés, yo no llego a fin de mes
 
Los parroquianos tardíos de uno de los restaurantes salen a la puerta, y hay quien levanta su copa por el éxito, por el cambio, pero los manifestantes son implacables:
 
A ti que estás mirando, también te están robando
 
Gente de orden, burgaleses que esta tarde han dejado sus ocios habituales para unirse a la demanda de un cambio global llenan la calle Vitoria, calle de desfiles, de militares y de festivas peñas por los Sampedros, hoy toca otro tipo de desfile. 
 
No se ven ni curas ni militares en la manifestación, pero sí gentes de mediana edad y más, gente que se apoya en un bastón y gente que acude en silla de ruedas... madres con sus hijos, niños a hombros de sus padres... Ellos son el futuro, pero el futuro empieza en el presente y está en nuestras manos.
 
El pueblo unido, jamás será vencido 
 
y somos pueblo... y 
 
Esta democracia es una falacia

El pueblo unido funciona sin partidos
 
También hay curiosos, pero yo diría que menos, que por supuesto son más los que están en la carretera que en la acera (Los de la acera, a la carretera), porque quien más y quien menos mira de reojo a las entidades bancarias que nos rodean: 
 
Esos de ahí enfrente, roban a la gente
 
La manifestación entra en su tramo final. El Cid quiere bajarse del caballo y unirse a sus paisanos, su naturaleza —es de bronce— se lo impide, pero él sabe que ellos saben que también quiere estar allí, y por eso se deja abrazar y que le hagan compañía un buen rato.
 
La manifestación rodea la estatua del Cid
Sigue el ambiente festivo y hay quien se deja llevar por el aire de Guantanamera:
 
Estamos hasta los huevos, estamos hasta los huevos... 
... hasta las tetas, estamos hasta las tetas. 
 
La plaza Mayor nos acoge de nuevo, se hacen recuentos, se aplaude y la gente reemprende la vida normal de un sábado por la tarde...
Manifestantes en la calle Vitoria
 
Sin duda, una tarde diferente 

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