sábado, 22 de noviembre de 2025

Núm. 315. Una mujer entre hombres, Concha Lagos

Saco de la biblioteca, porque me salta a la vista, la segunda parte de las memorias de Concha Lagos, Prolongada en el tiempo. Confieso que me suena el nombre y poco más. No he leído nada de ella antes, quizá algún poema suelto en alguna de las antologías que suelo manejar. 

Noto enseguida que es un libro para ir tomando notas, quizá demasiadas, alguna cita para guardar en el cuaderno de las citas que nunca se usan.  

Retrato de Concha Lagos
Retrato de Concha Lagos pintado por Anselmo Miguel Nieto (Wikimedia Commons)

Me sumerjo en estas reflexiones de madurez acerca de la vida literaria de buena parte del siglo XX. Es difícil seguir el hilo, si una ha sido espectadora lejana de esa vida a través de los libros de texto y de alguna revista añeja. Como su prosa resulta atractiva, Lagos es una excelente escritora, el paso de las hojas resulta agradable y sigo leyendo el libro, a veces a muy salto de mata.

Aunque no son unas memorias propiamente dichas, pues esas más bien fueron en el libro anterior, La madeja, lectura pendiente, no faltan recuerdos de la infancia, como ese párrafo entero dedicado a los sacamantecas, a los que la niña se enfrenta entre el miedo y la curiosidad: 

Nunca acerté a imaginarle sin hacha, sin cuchillo. Un cuchillo grande y bien afilado, como el de la cocina, o armado con las tijeras de podar de Antoñico, con su hoz o almocafre:

-¿Para qué quería las mantecas?

Maricuela se encogía de hombros:

 -Vaya usted a saber... -y dejaba en suspenso la macabra historia (p. 71).

Buena parte de estas reflexiones giran en torno a su labor en la revista, fuera de toda oficialidad, Cuadernos de Ágora, publicación que sufragó de su propio bolsillo y dirigió, casi siempre manteniéndose ella misma en la sombra. 

Por ella, por aquellos años, vemos desfilar a los principales actores de aquel momento literario, algunos estaban empezando, otros ya eran escritores reconocidos. En algún caso, Lagos llega a quejarse de alguno de aquellos principiantes a los que ayudó, y luego, si te he visto, no me acuerdo. También se lamenta de ese ninguneo al que la sometieron no considerándola una igual entre iguales:

Creo que me miraron como a una insignificante burguesa dotada de cierta economía para poder mantener la revista, la colección, la tertulia literaria (p. 144).

El talento literario tapado por el vil dinero. ¡Qué desagradecidos suelen ser los primeros beneficiados de las generosas acciones!

Más adelante se lamenta: 

Nunca he sabido ofrecer mi propia mercancía, no sé si es orgullo, modestia o tímidez (p. 166).

 ¿Cuántas escritoras, incluso en este siglo XXI, podrían decir eso de sí mismas? 

Sin embargo, si repasamos las páginas de la revista, nos damos cuenta de que Lagos tampoco tuvo buena vista para descubrir a las otras escritoras coetáneas. Hoy sabemos que existieron, que estaban ahí, pero ¡qué pocos nombres femeninos entre esas páginas! La invisibilidad absoluta, incluso para las propias mujeres del mundillo literario.

A pesar de todo, Lagos cree en el valor y el potencial de la palabra, a pesar de las dificultades de la propia palabra para ser comprendida: «Nadie puede comprender una palabra hasta el fondo» (p. 233). 

En otro orden bien diferente, tan cotidiano como el literario, esas tareas domésticas, de las que las mujeres parece que no podemos desprendernos y que ya vimos aparecer en Concha de Marco, aparecen entre sus reflexiones: 

San Isidro es el santo que más envidio, tener ángeles remediadores de las cotidianas tareas sería en verdad gran cosa. Lástima que ya no bajen a este mundo. Como mucho habría que conformarse con algún robot, pero ocupan demasiado espacio. Por fuerza nos crearían un estar incómodo. Imposible compartir con ellos estos ajustados apartamentos. Por supuesto que a las tareas domésticas me refiero. Lo de la pluma no lo considero trabajo, al contrario, en dulce quehacer se convierte, aunque abonado lo sepa de tristezas, de melancolías. Como la abeja voy de la flor al panal, defendiéndome de las espinas, de los glotones zánganos (p. 65)

Preciosa la metáfora final abstrayéndose de los hierros incómodos de los robots para poner sus ojos en la naturaleza. 

¡Y qué de veces hemos puesto nuestros ojos en ese santo madrileño al que los ángeles le hacían la labor!

Rematemos con otro comentario con el que nos sentimos identificadas. ¡Ay, el enhebrar una aguja! Y el final poético que no falte.

Parte de la mañana la he pasado cosiendo. Ramalazos me ha dejado de mal humor. Es tarea que detesto. Ni mi madre consiguió aficionarme. Al terminar, corriendo a mi arco, al reencuentro con el bolígrafo y el cuaderno, segura de encontrar relajamiento en ellos. Además, los ojos van debilitándose. Ni la luz de este Valle puede hacer ya el milagro cuando de enhebrar la aguja se trata. Tampoco el pulso ayuda. Un buen amigo, cariñoso y observador, al ver oscilar temblorosa mis manos me recitó un día este verso: «Comprendí que las manos puedan ser mariposas...». No recordaba el autor. (p. 131). 

Autor: Concha Lagos.

Título: Prolongada en el tiempo. Memorias.

Edición de Rafael Castán.

Editorial Torremozas.

Año: 2024.

Introducción de Juana Murillo.

 


 


 


viernes, 12 de septiembre de 2025

Núm. 313. Ciruelos de Cervera y sus piedras (I)

En Ciruelos de Cervera había estado cuando era joven a las fiestas del Carmen, de bodas un 1 de septiembre, y alguna vez más, recientemente; pero, una vez más, pasear por sus calles y monumentos guiados por las riberizadoras Puri y Milagros es otra cosa.

La visita comienza en el punto desde el que podemos ver, por encima de los tejados y tapias, la Peña Cervera, de la que Ciruelos toma su apellido, un pueblo en los límites de las comarcas de la Ribera, la del Arlanza, y también en los límites del Parque Natural los Sabinares del Arlanza, en el que está incluido. Ciruelos está a una altitud de 1025 m.  

Por encima de los tejados asoma el perfil de la Peña Cerveraele

Ciruelos está en el centro de tres pueblos que suenan en Burgos, y de los que dista aproximadamente 30 kilómetros de cada uno de ellos: Aranda de Duero al suroeste, Lerma al noroeste y Salas de los Infantes al noreste. En invierno apenas viven en él unas decenas de personas, aunque eso no le quita que tenga su vidilla.

 El núcleo de Ciruelos se agrupa en torno a tres calles principales que recorren la población de norte a sur, y la primera parada de la visita es en la ermita de la Virgen del Carmen, situada en la parte más meridional. 

Fuente de piedra adosada a la pared de la ermitasd

Es una ermita de claro carácter popular, pero que se ve muy cuidada por sus vecinos. En su exterior hay una fuente relativamente reciente, realizada con el arco de piedra que se recuperó de una casa. 

No se sabe cuándo se construyó la ermita, pero sí cuando se reedificó, pues de ello da fe la inscripción situada en el dintel de la puerta principal, debajo del escudo del Carmelo, 1887. El interior es amplio y luminoso. En la bóveda, sobre el presbiterio, una serie de pinturas recuerdan motivos y santos relacionados con los Carmelitas. En realidad, todo en la ermita recuerda a quien está dedicada.  

Gayubas

Las labores de los devotos también se dejan ver, como el estandarte blanco de la cofradía, bordado por una señora del pueblo. En el anverso la imagen de la patrona y en el reverso se repite el escudo carmelitano y la inscripción «Todos te amamos». 

Las imágenes de san Antón y santa Marina acompañan a la patrona en la ermita. 

El día de la patrona, el 16 de julio, se celebra en la propia ermita una misa con ofrenda floral, y al sábado siguiente se celebra la procesión con la típica jota en honor de la Virgen.

Otras festividades populares tienen su destino u origen en la ermita, y todavía podemos ver las andas adornadas con gayubas que se han utilizado en la procesión del día de San Roque. Curiosa tradición.

Abandonamos la ermita y nos adentramos en el caserío hasta llegar a la plaza mayor, en la que se destaca la fuente con su pilón, un modelo muy vistoso muy reproducido en la comarca.

Foto en b/n en la que se ve a una joven sentada en el pilón y detrás la enramada

Hubo un tiempo en que por el Día de San Juan los mozos enramaban la fuente en honor de las mozas del pueblo. Estos ramos se repetían en cada una de las casas de las enamoradas. Una fotografía en el museo, que luego visitaremos, recuerda aquellos tiempos. 

La plaza, a pesar de no encontrarse en ella ni el ayuntamiento ni la iglesia, tiene buenos y uniformes edificios, casas de piedra con balconadas de hierro. La construcción en Ciruelos es mayoritariamente en piedra, actualmente vista, al haberse retirado los enfoscados y pasado a la historia las construcciones en ladrillo visto, que duraron poco tiempo.

Casas de la plaza en piedra con balcones de forja

Los ciruelinos siguen manteniendo el gusto por adornar las fachadas con motivos variados, desde las estrellas de seis puntas a placas que recuerdan a los que las mandaron construir y la fecha en la que lo hicieron.

En algunas fachadas se entremezclan esos motivos sin olvidar la solidaridad con Palestina, gesto que veremos repetido a lo largo de nuestro recorrido.

Fachada de casa en la que cuelga una bandera de Palestina. En un motivo decorativo sobre una ventana se lee: "Paz, justicia y libertad"

Mientras atendemos a las explicaciones de Milagros, empezamos a oír una estruendosa bocina que se acerca. Es el panadero, que viene de Tubilla, y la gente empieza a agruparse alrededor de la furgoneta para hacerse con el pan de cada día. Ciruelos, como tantos pueblos y pueblos, se surte de tenderos ambulantes. Para compras mayores, ya se sabe, hay que desplazarse a otros pueblos y llegar hasta Aranda o Lerma.

Seguimos nuestro recorrido por algunas construcciones curiosas del pueblo, como una casa vieja que conserva el dintel de su puerta principal hecho con un único madero curvado, o la casa de las cigüeñas. En esta casa los motivos son claros, dos cigüeñas labradas en piedra bajo la ventana del último piso acechan a sendas culebras situadas sobre los dinteles de las ventanas del piso inferior.. 

Fachada de la casa de las cigüeñas. Centradas y opuestas, dos cigüeñas miran a sendas culebras situadas sobre los dinteles de las ventanas


Edificio amplio y sólido es el actual ayuntamiento, que en otro tiempo tuvo múltiples usos: molino, escuela, cuartel de la guardia civil... La planta de abajo está dedicada actualmente a las dependencias municipales, mientras la parte de arriba está dividida en apartamentos que se alquilan.

Ayuntamiento de Ciruelos de Cervera

La presencia de la casa cuartel en el municipio tuvo importancia social para el pueblo, pues algunas ciruelinas se casaron con guardias civiles y los hijos de estos hicieron amistades entre los demás chicos del pueblo. 

Cada casa de Ciruelos podría contar con toda seguridad alguna historia, la guía nos cuenta alguna peculiaridad, sobre todo en el cambio de uso, pero debemos seguir camino para llegar a la parte más alta,  la más al norte del pueblo, donde precedida por una amplia plaza se encuentra la iglesia de San Sebastián, cuya festividad, se celebra en pleno invierno, el 20 de enero.